El Gran Hermano chino: monitoreo del Estado en el programa de 'créditos sociales'
Para quienes viven en la República Popular China, la represión gubernamental es un hecho cotidiano.
Para quienes viven en la República Popular China, la represión gubernamental es un hecho cotidiano. El país se ganó la calificación de 'carente de libertades o mostly unfree' en el Indice de Libertad Económica de Heritage Foundation (Washington, D.C.), en tanto idéntico ranking le ha sido otorgado por Freedom House. Infortunadamente, la situación podría empeorar, próximamente.
El gobierno chino ha revelado un nuevo programa, bautzado como 'sistema de crédito social', el cual no funcionará ciento por ciento hasta llegado el 2020. Sin embargo, el mismo ya ha generado un aproximado de siete millones de castigos.
En rigor, el sistema de referencia calificará la 'confiabilidad' de los ciudadanos chinos ponderando una amplia miríada de factores, como ser qué es lo que compran en las tiendas, cómo invierten su tiempo, quiénes son sus amigos -para nombrar solo algunos pocos. A la postre, el gobierno de Pekín contará con los datos personales de quienes no resulten 'confiables' y los reprenderá, no permitiéndoles que sus hijos asistan, por ejemplo, a prestigiosas escuelas privadas, no permitiéndoseles viajar al exterior, o bien Pekín podrá clausurar su presencia en el Internet.
El gobierno comunista chino promete que el sistema de crédito social logrará 'que las personas confiables circulen libremente, mientras que les será muy difícil a los reprendidos el dar siquiera un solo paso'. Al cierre, corresponde preguntarse qué significa ser 'poco confiable', bajo aquélla calificación.
En el caso del periodista Liu Hu, se convirtió en 'no confiable' tras intentar exponer episodios de corrupción gubernamental. Otras ofensas que se computarán serán el cruzar inapropiadamente una calle, el fumar en un tren, el criticar al gobierno, o el tener amigos o parientes dentro de la propia familia que hablen mal del gobierno de Pekín -todo ello podrá disminuir el puntaje de las personas.
El mencionado sistema de crédito social monitorea a las personas a diario, echando mano de una variedad de fuentes. Para empezar, en China ya funcionan millones de cámaras de vigilancia con tecnología de reconocimiento facial; silenciosamente, estas cámaras ya graban a las personas, juzgándolas y actualizando información sobre ellas (todo lo cual sucede en tiempo real). Otro método de monitoreo tiene lugar a partir de las aplicaciones descargadas al teléfono móvil o smartphone del individuo. Los funcionarios chinos monitorean muy de cerca el uso que la población del país hace del Internet, y exige a proveedores de Internet y firmas de telecomunicaciones que cooperen en la provisión de información personal.
Recursos tales como registros gubernamentales, documentación financiera y nivel educativo individual también son empleados. En todo derecho, se trata del Gran Hermano tan temido.
Para muchas personas, particularmente en Occidente, la mismísima noción de un sistema de crédito social resultaría impensable. Se trata de un sistema que, literalmente, permite que el gobierno monitoree a la ciudadanía en todos los aspectos de su vida diaria. Y opera no solo contra la privacidad de cada individuo, sino también en perjuicio de su libertad económica -no permitiéndole participar libremente del mercado que fuere, toda vez que a Pekín no le agrade ese perfil.
China ha consolidado notables beneficios a partir de la prosperidad económica registrada a lo largo de años. Sin embargo, la historia ha demostrado que los países que se dedican con frecuencia a reprimir a sus ciudadanos y a reprimir el potencial económico, jamás serán prósperos como aquellos que no ejercitan esas actividades de control.
Existen numerosas políticas de Estado que el gobierno comunista chino debería revertir; el sistema de crédito social es apenas el último ejemplo de intrusión contra el ciudadano -acaso el más flagrante.
Artículo original, en inglés, en éste link
Tyrrell oficia de coordinador de investigaciones para el Centro de Economía y Comercio Internacional en el think tank estadounidense Heritage Foundation (Washington, D.C.). Sus trabajos son publicados periódicamente en el sitio web estadounidense The Daily Signal.