Ecuador: siguen sin plan

El presupuesto presentado para 2019, por parte del gobierno de Ecuador, incurre en más de lo mismo, al comparárselo con los presupuestos de años anteriores: subestima los egresos y sobreestima los ingresos.

 

Así, pues, las autoridades ecuatorianas han anunciado que las erogaciones disminuirán pero, si comparamos el gasto ejecutado frente al propuesto para el siguiente año —como debe ser—, observaremos que se plantea un incremento de 2% para 2019 frente al gasto real de 2018. Esto tiene lugar después de que, durante 2018, se gastó un 10% más que en 2017. ¿Dónde está, entonces, la austeridad anunciada por la Administración? Quizás en la significativa caída de la inversión pública, o en la reducción mínima de la masa salarial de la burocracia. Pero lo que interesa es el resultado final: la brecha de financiamiento se mantiene entre $9.000 y $10.000 millones al año.

 

Gran parte del incremento en el gasto público se debe a obligaciones acumuladas por el gobierno anterior. Los pagos de intereses han venido creciendo. Jaime Carrera, del Observatorio de Política Fiscal, explicitó que aquéllos se incrementaron en un 12,9% en 2018, frente a 2017 y que, en 2019, aumentarán un 18,4%. Carrera también señala que se continúa con prácticas mañosas tales como sobreestimar el PIB del año con el objeto de reducir el porcentaje del déficit. A ello, se sumarán nuevos trucos, como contabilizar el ingreso de $1.000 millones por concesiones como un ingreso permanente.

 

El liderazgo que el presidente Lenín Moreno ha demostrado en realizar reformas políticas está ausente en el campo de la política fiscal. Las autoridades tienen miedo de que el país se torne ingobernable, pero lo cierto es que también deviene en insostenible una Administración que condena al país a 4 o 5 años más de estancamiento.

 

El liderazgo en el ámbito económico también interesa. Un ejemplo de esto es aquel de Sir John James Cowperthwaite quien, entre 1941 y 1971, fue el arquitecto de la política económica Hong Kong. Él explicaba que el progreso veloz de la isla se debía a: 'una moneda estable, tributación directa baja, la libertad de empresa, y la ausencia del control estatal o de la interferencia con la interacción libre de las fuerzas del mercado. Estos han sido y continúan siendo los pre-requisitos de nuestra habilidad de superar las desventajas que la naturaleza y la geografía nos han impuesto' (Hong Kong es hoy la economía más libre del mundo, como Chile lo es en América Latina, de acuerdo al Indice de Libertad Económica del Fraser Institute, mientras que Ecuador es una de las economías menos libres: se sitúa en el puesto #127 entre 162 países analizados).

 

Cowperthwaite solía ser criticado por subestimar los ingresos y sobreestimar los egresos. Pero la suya fue una política fiscalmente conservadora que le permitió a Hong Kong capitalizar su economía, hasta llegar a contar hoy con un ingreso per cápita promedio superior al de los habitantes del Reino Unido.

 

A diferencia de los funcionarios públicos tradicionales, Cowperthwaite consideraba que al dinero 'debería permitírsele (...) "dar fruto en los bolsillos del contribuyente"'. Advertía también que una alta deuda pública es la señal más certera de que se vienen impuestos más altos y que esto, al igual que un nivel de tributación elevado, espanta inversores.

 

Algunos dirán que lo de Hong Kong fue posible porque no había electores. Pero la historia reciente de los países bálticos muestra que se pueden hacer importantes reformas económicas sin que un gobierno se desmorone.