Las pérdidas 'económicas' de China no se explican a partir del éxito comercial de los Estados Unidos
El crecimiento económico de China se ha ralentizado, pero este fenómeno ya estaba teniendo lugar...
El crecimiento económico de China se ha ralentizado, pero este fenómeno ya estaba teniendo lugar previo a que Donald Trump arribara a la Casa Blanca; y el crecimiento chino continuará retrocediendo, con independencia de la continuidad que exhiba la guerra comercial entre Washington y Pekín. Los simpatizantes de las políticas comerciales de Trump en los Estados Unidos suelen citar la declinación que ha venido caracterizando al mercado de valores de la República Popular, el Shanghai Stock Exchange, como termómetro para la debilidad 'económica' de Pekín. Esta debilidad, en apariencia, es una razón por las cuales Estados Unidos podría ganarle una guerra comercial a China, aunque es importante subrayar que los mercados de valores no se encuentran dentro de la economía.
Hace poco, Trump en persona echó mano de esa comparación, observando: 'Nuestro país lo ha estado haciendo muy bien, y China, como Ustedes saben, no puede decir lo mismo. Ellos han retrocedido un 30, un 32 por ciento. Han caído de manera muy pronunciada'. Pero el recurrir al mercado de valores para mensurar el fracaso o el éxito económico puede ser engañoso. En rigor, los mercados de valores no presentan una instantánea de la actividad económica de las firmas no listadas en un panel, mucho menos refieren la totalidad de la actividad económica de una nación -y menos todavía en China que en los Estados Unidos. El Shanghai Stock Exchange ha sido valuado, someramente, en más de cuatro billones de dólares. El PBI de la República Popular China remite a más de 12.2 billones de dólares.
Más todavía, la comparación de los mercados de valores de China y los Estados Unidos equivale a comparar peras con manzanas. El NYSE (New York Stock Exchange) ha sido valuado en más de US$ 28 billones, mientras que el PBI de los EE.UU. ha sido 'tasado' en US$ 19 billones. No solo los mercados de valores en China representan un movimiento inferior al de la actividad económica; sino que son menos eficientes, se caracterizan por una enorme volatilidad, y son más permeables a la interferencia gubernamental. Desde enero pasado, el Indice Composite de Shanghai ha retrocedido, aproximadamente, en un 30 por ciento, al ser medido desde su valuación más alta a la más baja. Pero esta ni siquiera es una instantánea de lo que realmente estaría sucediendo.
Al comparárselo con treinta meses atrás, el Composite de Shanghai ha perdido hoy un aproximado del 1% de su valor. Si se lo compara con cuatro años atrás, en realidad ha ganado un 9% de su valor total. Y, al comparárselo con veinte años atrás, ha subido en casi un 110%. La pérdida actual de valor del mercado de valores de Shanghai se deriva de una miríada de explicaciones, y no está limitada al incremento de los aranceles interpuesto por la Administración Trump en perjuicio de los productos importados desde China. De hecho, la primera rueda de aranceles ni siquiera dio inicio hasta llegado el próximo-pasado mes de julio.
Sin embargo, existen preocupaciones en torno de los crecientes pasivos de China, y también ante una serie de escándalos industriales que han perjudicado la confianza de los inversores durante 2018.
Y, en lo que respecta a la relación comercial entre Washington y Pekín, lo cierto es que las cifras relatan una historia bien distinta. Mientras que el PBI estadounidense ha crecido, la tendencia del PBI de China ha ido a la baja. El crecimiento económico anual chino fue el más bajo de 25 años, situándose en el +6.7 por ciento. Apenas ha logrado incrementarse desde entonces, e incluso podría mantenerse en un 6.7% este año. Pero el crecimiento económico de China continuará ralentizándose, aún cuando es probable que se mantenga por encima del 6% anual hasta 2022.
A pesar de todo, la relación comercial entre China y los Estados Unidos ha crecido. En septiembre solamente, los estadounidenses adquirieron una cifra récord de US$ 50 mil millones en bienes procedentes de la República Popular China. Los ciudadanos chinos, por su parte, adquirieron bienes Made in USA por US$ 9.8 mil millones.
Los estadounidenses que se respaldan en productos chinos ya incrementaban sus importaciones previo a que la Casa Blanca de Trump impusiera la siguiente rueda de aranceles. Y, debido a que la economía estadounidense es sólida, los ciudadanos pueden adquirir más en importaciones. Tras años de recurrente interferencia gubernamental -la cual no ha permitido que la locación de recursos fluyera con libertad-, la economía china ha crecido, en rigor, demasiado rápidamente para lo que convenía a su beneficio. Ahora mismo, la economía de Pekín ha comenzado a corregirse, y esto es algo que ciertamente se verá reflejado en el PBI chino y en sus mercados de valores.
Factores de similar índole pueden contribuir tanto al crecimiento económico como al crecimiento de los mercados de valores. Por ejemplo, la confianza de compañías e inversores puede llevar a nuevas inversiones, haciendo repuntar el crecimiento. Otro ejemplo: es muy probable que, cuando Trump y el presidente chino Xi Jinping se reúnan en la Cumbre del G20 en Buenos Aires, Argentina, hacia finales de este mes, ingresen en una nueva rueda de negociaciones que pueda poner fin a la cuasi-guerra comercial que tiene lugar entre los Estados Unidos y China. Fueren o no exitosas tales negociaciones, el sólo hecho de fijar una tregua consignará un empujón de corto plazo para los mercados de valores en EE.UU. y en la República Popular.
Con todo, los mercados de valores no son la economía, y ha de recordarse que nadie gana en una guerra comercial. No hemos de sobreestimar el impacto que los aranceles tienen en la reforma de la economía de China.
Artículo original, en inglés, aquí
Riley Walters es Asistente Investigativo en el Instituto Davis para la Seguridad Nacional y la Política Exterior en el think tank estadounidense The Heritage Foundation (Washington, D.C.). Es colaborador regular en el medio The Daily Signal.