Qué implica, para los Estados Unidos, la nueva misión lunar china Chang'e 4
Análisis en torno de los detalles de la novedosa misión de la República Popular China a la luna, que ha sido bautizada como 'Chang'e-4'.
Este sábado, el gobierno de la República Popular China se aprestaba a lanzar la sona lunar Chang’e-4. El hecho remitió a la primer misión del mundo que alunizará en el lado oculto del satélite de la Tierra (no existe una 'cara oculta' de la Luna, en rigor, y más allá de Pink Floyd).
Los chinos comandarán el alunizaje de la sonda en el polo sur lunar, en la Cuenca Aitken, que es la cuenca más antigua. Este cuadrante es particularmente significativo, porque se cree que contiene uno de los reservorios de agua helada más grande en la Luna, en secciones de un cráter que se halla en la más completa y permanente oscuridad. La misión involucra alunizar y desplegar un pequeño rover, el cual tomará muestras del suelo.
La misión porta consigo una importancia tremenda, debido a numerosas razones.
En primer término, se trata de un avance científico de magnitud. A pesar de ser el cuerpo celeste más cercano a la Tierra, grandes porciones de la Luna continúan inexploradas. El lado alejado del satélite, por ejemplo, solo ha sido fotografiado -pero nunca examinado físicamente. Las imágenes dejan en claro que esa sección de la Luna es esencialmente diferente de la faz que puede verse desde la Tierra; a pesar de conocerse muchas teorías al respecto, en esta oportunidad, el examen de los datos obtenidos será físico.
El rover a bordo de la anterior sonda lunar china, Chang’e-3, descubrió un novedoso tipo de roca lunar en el lado más cercano de la Luna, de tal suerte que la probabilidad de registrarse nuevos descubrimientos en esta nueva misión, es elevada.
Parte de la razón por la cual no se han enviado misiones al lado más alejado de la Luna, es que las comunicaciones con cualquier vehículo que pretenda aterrizar son muy difíciles. El lado más alejado de la Luna siempre mira hacia el lado opuesto de la Tierra, de forma tal que cualquier sistema de comunicación exige el despliegue de un satélite repetidor o de relay.
A tal efecto, la República Popular China ha desplegado el satélite repetidor Queqiao en el Punto Lagrange 2 (L-2), a criterio de que Chang’e-4 pueda informar sus resultados a la estación terrestre. Este satélite repetidor no solo es una variable crítica en la misión, sino que refleja un interés de largo plazo por parte de los chinos en lo que respecta a los puntos Lagrange, conforme ya se asiste a la tercera oportunidad en que un satélite chino es desplegado en L-2.
Los cinco puntos Lagrange existentes son un componente crítico en el sistema gravitacional de la Tierra. Se trata de aquellos puntos en donde las numerosas fuerzas gravitacionales interactúan, produciendo una suerte de 'sitio de estacionamiento' en el espacio exterior. Un satélite que sea desplegado en alguno de estos puntos podrá permanecer allí durante extendidos períodos de tiempo, solo utilizando cantidades mínimas de combustibles -ergo, maximizando su ciclo de vida.
Más aún, los puntos Lagrange se sitúan más allá del cinturón geosincrónico (franja en donde un satélite permanece sobre la Tierra con una trayectoria anclada). En tanto las órbitas más bajas se exhiben cada vez más congestionadas y disputadas a lo largo del tiempo, el interés en pos de colocar objetos en órbitas superiores se ha visto incrementado.
Algunas investigaciones han sugerido que la combinación de tales órbitas exteriores y un cambio hacia el empleo de nuevas frecuencias—lo cual allanaría el camino para un mayor volumen de transmisión de datos—podría revolucionar las comunicaciones espaciales. China parece estar posicionándose con el objetivo de explotar este potencial.
Pero deviene en igualmente importante el hecho de que la apertura de este vasto cuadrante en el espacio, terminaría exacerbando las exigencias interpuestas a la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, NASA y a otras agencias espaciales estadounidenses, a criterio de que mantengan un seguimiento de objetos espaciales y sistemas en órbita. El Comando Espacial de la Fuerza Aérea de EE.UU., por ejemplo, ya se encuentra ampliamente sobrecargado en sus responsabilidades, por cuanto ejercita actividades de monitoreo sobre más de 24 mil objetos situados en el espacio, durante las 24 horas.
Recordatorio, a fin de cuentas, que explicita los crecientes desafíos con los que Estados Unidos habrá de hacer frente en materia espacial. Allí donde la República Popular China trabaja activamente para desplegar satélites repetidores y de comunicaciones en órbitas superiores, EE.UU. apenas ha mostrado un interés limitado en hacerlo. Hasta el momento, el grueso de los satélites occidentales y estadounidenses desplegados en esta región llevan consigo cargamento dedicado a la investigación científica. De igual manera, la decisión de China en torno de desplegar un vehículo en el área alejada de la Luna, revela un compromiso con la exploración espacial que ahora mismo rivaliza con los Estados Unidos en más de un sentido.
A lo largo de la próxima década, y con toda probabilidad, Pekín y Washington intensificarán sus esfuerzos con miras a explotar este nuevo y estratégico 'terreno elevado'.
Y China está dejando muy en claro que pretende emerger victoriosa de esta competencia.
Artículo original, en inglés, aquí
Analista e Investigador en la Fundación Heritage (The Heritage Foundation), Washington, D.C., en temas políticos y de seguridad. Como experto en capacidades militares y espaciales de la República Popular China, Cheng se ha especializado también en el estudio de la política exterior y de Defensa chinas, en particular sobre la relación de Pekín con el resto de Asia y con los Estados Unidos de América.