Yemén: el voto del senado estadounidense compromete intereses de Washington, mientras fortalece a Irán
El laberinto geopolítico del que toman parte el homicidio del periodista Khasshogi, la guerra civil en Yemén, y la República Islámica de Irán.
El pasado jueves, el senado estadounidense votó, en dos oportunidades, con el objetivo de desafiar la política exterior de la Administración Trump en Arabia Saudita, y en la guerra liderada por Riad en territorio yemení.
En lo que consignó una votación unánime, el senado hizo responsable al Príncipe de la Corona saudí, Mohammed bin Salman, por el homicidio del periodista saudita Jamal Khasshogi, registrado el 2 de octubre. En rigor, esta declaratoria de la cámara del parlamento de los Estados Unidos ha ido más allá de lo que la propia Administración deseaba ir en lo que respecta al crimen, y señala, asimismo, que es probable que el congreso americano vuelva a sobrevolar la cuestión durante 2019. De igual manera, los senadores votaron (por 56 votos contra 41) en favor de poner fin a la campaña militar que Arabia Saudí lleva adelante en Yemén, contra los rebeldes hutíes que allí operan -con respaldo iraní. El voto de referencia cobró particular empuje, provisto que se trató de la primera oportunidad en la que una cámara del congreso de los Estados Unidos aprobó una medida que invocó el Acta de Poderes de Guerra (War Powers Act). A la postre, y más allá de eso, la votación no comporta carácter vinculante, porque es poco probable que la Cámara de Representantes vote sobre ninguno de ambos asuntos previo al final del parlamento que se exhibe a la vuelta de la esquina de renovarse [N. del T.: lame duck congress, en el original].
Más aún, la Administración Trump ha advertido que vetará la medida, de darse el caso en que sea aprobada en ambas cámaras legislativas. No obstante, las acciones del senado americano sientan hoy las bases en torno de un debate legislativo más amplio y profundo en relación a los dos temas de referencia, ni bien el nuevo congreso asuma en el mes de enero.
El Congreso precisa contar con respuestas de cara a preguntas de importancia
El Senador Mike Lee (Republicano por Utah), quien en su momento co-patrocinara la resolución en favor de la guerra en Yemén, se ha hecho una pregunta crítica: '¿Por qué deberíamos continuar respaldando la guerra de Arabia Saudita en Yemén, cuando el reino está asesinando a nuestros residentes y mintiendo sobre ello?' (naturalmente, la ponencia del legislador se refirió a la muerte de Khasshoghi, ciudadano saudita con residencia en el estado americano de Virginia). La Administración Trump habrá de llevar a cabo un esfuerzo superador a la hora de explicar por qué estas dos importantes temáticas no deberían ser emparentadas.
La resolución en torno de la guerra en Yemén es un instrumento romo que podría inflingir un serio daño colateral en perjuicio de una amplia gama de intereses nacionales de los Estados Unidos de América en Oriente Medio. Castigaría no solo a Arabia Saudita, sino también a los gobiernos de Yemén, de los Emiratos Arabes Unidos, y a los gobiernos de otros países que actualmente combaten contra los rebeldes hutíes como parte funcional de la coalición liderada por Riad. Una interrupción de la ayuda estadounidense incluso podría beneciar a la República Islámica de Irán, país que oficia de jefatura y de primordial fuente de apoyo para los rebeldes hutíes. Irán ha buscado transformar al movimiento Houthi Ansar Allah en el 'Hezbolá de Yemén' -esto es, en una amenaza permanente para la estabilidad regional y para la estabilidad, todo lo cual se contrapone con los intereses de los Estados Unidos.
Por su parte, el Senador Marco Rubio (Republicano por Florida) ha advertido: 'Mientras que los sauditas habrán de responder por el homicidio de Khassoghi, los esfuerzos de este Congreso a los efectos de limitar o de poner fin a la cooperación de los Estados Unidos de América con la coalición liderada por Riad en Yemén, arriesga con envalentonar a Irán y con potenciar el sufrimiento del pueblo yemení'. Clifford May, presidente de la Fundación para la Defensa de las Democracias (FDD), ha observado: 'El reprender a la realeza saudí recompensando a los ayatolás de Irán, no tiene el menor sentido'.
Previo a que se tomen medidas respecto de la guerra en Yemén, el Congreso de los Estados Unidos debería hallar respuestas ciertamente satisfactorias para las siguientes preguntas:
- ¿Acaso cercenar el respaldo estadounidense para Arabia Saudita y para otras naciones aliadas que hoy combaten en Yemén asistirá o bien interrumpirá los esfuerzos en torno de alcanzar un acuerdo político que podría poner fin a la guerra y detener los padecimientos humanitarios de la población en Yemén?
- ¿Acaso el hecho de que Estados Unidos abandone a sus aliados que combaten para defender lo que ellos evalúan como intereses nacionales, servirá para promocionar los intereses nacionales de largo plazo de los propios Estados Unidos, o acaso tal decisión beneficiará a los intereses de largo plazo de la República Islámica de Irán?
- ¿Cómo puede el Congreso de los Estados Unidos tomar por responsable a Arabia Saudí por la muerte de Khashoggi, sin que ello signifique demoler los vínculos de seguridad entre Riad y Washington, los cuales promocionan los intereses de los Estados Unidos?
Ahora que el Senado ha tomado una firme decisión contra el involucramiento de Arabia Saudí en la muerte de Khasshogi, pues entonces debería divorciar a este tema de la otra variable de importancia, esto es, el qué hacer con la guerra en Yemén.
Conforme los relatos discrepantes explicitados en la votación del Congreso lo indican, es más sencillo elaborar una declaración sobre los valores estadounidenses en lo que respecta a los derechos humanos y el Estado de derecho, que formular una política que resguarde los intereses de los Estados Unidos de América en los delicados y complejos conflictos que se registran en el siempre volátil y peligroso Oriente Medio.
Artículo original, en inglés, aquí
Analista senior en el Centro Douglas y Sarah Allison para Estudios de Política Exterior en la Fundación Heritage. Ha desarrollado numerosos trabajos sobre asuntos relativos al Medio Oriente y sobre terrorismo internacional desde 1978. Es columnista en medios televisivos norteamericanos y ha testificado en comités del congreso estadounidense en relación a temáticas de seguridad internacional.