Atacar a Irán
Falsos titulares (fake news) en torno de acusaciones vinculadas a terrorismo, podrían servir como pretexto para una guerra.
En general, los observadores de los desarrollos que tienen lugar en Oriente Medio los han interpretado apuntando que Estados Unidos e Israel suelen buscar excusas para atacar a Irán. La conferencia recientemente finalizada, y que tuviera lugar en Varsovia, tuvo a ese objetivo como meta, y ello fue claramente expresado por el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu -aunque fracasó a la hora de sumar a la causa a Estados europeos y de Oriente Medio. Al contrario, se registró un poderoso sentimiento -proveniente de Europa en particular- al respecto de que la normalización de las relaciones con Irán, en el contexto de las conversaciones multipartitas del acuerdo nuclear de 2015, era el sendero preferido a efectos de evitar una guerra de magnitud, y también para reducir todo margen de proliferación nuclear.
Existen fundaciones en Washington, todas ellas íntimamente emparentadas con Israel y con su lobby en los Estados Unidos, siempre dedicadas a construir un caso bélico contra Irán. Aquéllas rastrean pretextos en los rincones más obscuros, incluyendo el reparo en afirmaciones al respecto de que Irán hace trampas en lo que tiene que ver con su plan nuclear, que está desarrollando misiles balísticos con capacidad para detonar cabezas nucleares secretas en objetivos en territorio europeo e incluso en los Estados Unidos continental, que es un régimen opresivo, y que es un gobierno dictatorial que debe ser sujeto a los términos del cambio de régimen, a los efectos de liberar al pueblo iraní y obsequiarles democracia. Y, de manera acaso más estridente, afirman esas fundaciones y grupos que Teherán provoca y respalda guerras y amenaas contra los aliados de los Estados Unidos a través de Oriente Medio.
Al diseccionarse apropiadamente las afirmaciones que se hacen respecto de Irán, uno podría, razonablemente, argumentar que las rigurosas inspecciones ejercitadas por la Agencia Internacional de Energía Atómica de Naciones Unidas (AIEA) confirman que Teherán no cuenta con un programa de armas nucleares, perspectiva que es respaldada por la comunidad de inteligencia estadounidense en su reciente Evaluación Global de Amenazas (Worldwide Threat Assessment). Más allá de ello, el limitado programa misilístico de Irán puede ser descripto como de carácter defensivo, dadas las recurrentes amenazas que recibe desde Israel y desde EE.UU., y uno bien podría aceptar que la remoción del gobierno iraní actual es una tarea cuya responsabilidad le cabe al pueblo de Irán, factor que no debe ser administrado a partir de una intervención militar de parte de una potencia extranjera que ha estado hambreando a ese país por intermedio de una guerra económica. Y, a la hora de ponderarse las provocaciones bélicas en Oriente Medio, lo más aconsejable es mirar a los Estados Unidos y a Israel -no a Irán.
De tal suerte que los halcones en Washington, en donde uno debe mencionar al Consejero de Seguridad Nacional John Bolton, al Secretario de Estado Mike Pompeo y, en apariencia, al propio presidente Donald Trump cuando el tema bajo tratamiento es Irán, estos se han visto frustrados de cara a la ausencia de un claro casus belli al que puedan aferrarse. Sin lugar a dudas, apadrinados por Netanyahu, aquéllos han, aparentemente, revivido un viejo relato con el objeto de tener lo que precisamente desean, incluso yendo tan lejos como para desarrollar un argumento que justificaría un ataque contra Teherán sin mediar una declaración de guerra, mientras que no cuentan con una amenaza iraní inminente que justifique un ataque preventivo.
La que podría ser eventualmente la nueva política hacia Irán fue recientemente subrayada en un artículo del matutino Washington Times, el cual, infortunadamente, ha recibido escasa atención de parte de los medios, de los comentaristas, y de los tomadores de decisión que, con intermitencia, han sido ligeramente críticos frente a la propensión de Washington a atacar primero y preguntarse por las consecuencias después.
El artículo se intitula, en inglés, 'Exclusive: Iran-al Qaeda alliance May Provide Legal Rationale for U.S. military strikes' (Exclusivo: alianza iraní con al-Qaeda podría aportar lógica para ataques militares estadounidenses'. Los puntos fundantes del texto deberían ser tomados muy en serio por cualquiera genuinamente preocupado por lo que podría tener lugar en el Golfo Pérsico, porque no se trata de cuestiones corrientes que suelen emanar de las exteriorizaciones asentadas en síndrome de Hubris de algún think tank, aún cuando incluye algo de eso. Asimismo, el artículo cita a funcionarios del gobierno por su nombre, y a otros que no son identificados, pero que claramente están activos en la Administración.
En mi rol de ex oficial de casos de la CIA, que se desempeñó en el departamento Irán durante algunos años, me vi sorprendido con el artículo del Times, principalmente porque sonaba como una reiteración de material de inteligencia prefabricado que fue empleado tanto en Irak como en Irán, entre 2001 y 2003. Se basa en la premisa de que la guerra con Irán es deseable para los Estados Unidos y para, actuando tras bambalinas, Israel, de forma tal que es necesario arribar con una excusa para darle inicio. Provisto que la amenaza del terrorismo siempre se esgrime como buena táctica para convencer al público estadounidense al respecto de que algo debe hacerse, esto es precisamente lo que el texto persigue, y resulta particularmente desalentador leerlo, conforme parece reflejar la opinión de la Casa Blanca.
Siendo que últimamente he escrito de forma crítica sobre la CIA y Oriente Medio por algún tiempo ya, estoy acostumbrado a recibir réplicas de parte de ex colegas. Pero, en este caso, los llamados y los correos electrónicos que he recibido de parte de ex oficiales de inteligencia que compartieron mi experiencia en Oriente Medio y que leyeron el artículo, condenaron el empleo tanto de inteligencia falsa como fabricada que busca dar inicio a una guerra innecesaria.
El artículo de referencia expresa que Irán está respaldando hoy a al-Qaeda, proporcionándole dinero, armamento y santuario a lo largo de Oriente Medio, a efectos de que el núcleo ejecute nuevos ataques terroristas. Y que hace todo eso a pesar de diferencias ideológicas, porque ambos lados tienen un enemigo común: los Estados Unidos. En conformidad con el texto y sus fuentes, la connivencia Irán-al-Qaeda ha 'evolucionado ahora en una inaceptable amenaza global contra la seguridad', con la Casa Blanca 'intentando establecer una eventual justificación legal para ejercitar ataques militares preventivos contra Irán o sus subsidiarios/proxies'.
Con razón, podría uno preguntarse por qué a los Estados Unidos les interesa si Irán asiste a al-Qaeda, siendo que ambos ya son enemigos que están poniendo la cabeza bajo un hacha que está a punto de caer. La razón remite al Autorización para el Empleo de Fuerza Militar, originalmente diseñada post 11 de septiembre de 2001 a criterio de proporcionar una cobertura legal desde la cual perseguir a al-Qaeda en todo el mundo, aunque desde entonces fue modificada para permitir que esa fuerza sea empleada para perseguir a 'grupos asociados'. Si Irán es, plausiblemente, un grupo asociado, pues entonces el presidente Trump y su pandilla de maniáticos nacidos de Netanyahu pueden gritar '¡Bombas fuera, Señor Ayatolá!'. Y, si Israel está involucrado, se multiplicarán las bendiciones desde el Congreso y desde los medios de comunicación. Finalmente, ¿es esta Administración capaz de iniciar una guerra de magnitud basada en mentiras? Apueste Usted a que sí.
El Times sugiere que todo funcionará del siguiente modo: 'Fuentes del Congreso y fuentes legales afirman que la legislación podría, desde ahora, ofrecer una lógica legal para atacar territorio iraní o a sus proxies si el presidente Trump decidiera que Irán personifica una amenaza a futuro para los Estados Unidos o para Israel, y que las sanciones económicas no son los suficientemente fuertes como para neutralizar la amenaza'. El periódico ni se molesta en explicar qué es lo que constituye una 'amenaza a futuro' para los Estados Unidos de parte de Irán, pero es suficiente observar que Israel, como ya es costumbre, está en el medio de todo y, ejercitando su opción de recurrente victimización, en apariencia se ve amenazado a pesar de contar con un arsenal nuclear y con una sobrecogedora superioridad militar, garantizada en acto por el Congreso de los Estados Unidos.
Curiosamente, y aún cuando numerosos funcionarios de la Administración se muestran personeros de línea dura contra Irán porque es 'el principal patrocinador mundial de terrorismo' y se mostraron predispuestos a ofrecer sus opiniones sobre el eje Irán-al-Qaeda, los autores de la reciente Evaluación Global de Amenazas (emitida por la comunidad de inteligencia) parecen jamás haber oído nada sobre lo primero. Mientras tanto, el Departamento de Estado ve una suerte de oleoducto iraní que moviliza hombres y dinero hacia al-Qaeda, hacia objetivos en Asia Central y el Sur de Asia, aunque la citada evaluación no repara en el hecho de que el único ataque reciente de importancia atribuído a al-Qaeda fue ejecutado el 13 de febrero en el sureste de Irán, contra la Guardia Revolucionaria de ese país, en un ataque con explosivos que aniquiló a 27 elementos de esa fuerza.
La evaluación anual que efectúa el Departamento de Estado también condena particularmente a Irán, por financiar a grupos como Hezbolá y Hamás, los cuales son, no coincidentalmente, enemigos de Israel. A esos grupos nada les interesa menos que 'amenazar' a los Estados Unidos, salvo porque EE.UU. constantemente se involucra en Oriente Medio para defender a Tel Aviv.
Y, cuando hay dudas, los autores del artículo se respaldan en la 'vieja y confiable' Fundación para la Defensa de las Democracias (FDD), think tank neoconservador que, por cierto, trabaja íntimamente con el gobierno israelí y nunca, nunca, ha criticado el estado de la democracia en esa nación. Uno de sus voceros rápidamente fue al punto: 'La Administración Trump tiene razón al centrar su mira en el alcance completo de las actividades malignas de Teherán, y eso debería incluir atención sobre el extensivo apoyo brindado por Teherñan a al-Qaeda'.
En efecto, el único experto citado en el relato del Times y que en realidad es un experto, que también ha examinado documentos originales antes que temas de conversación del think tank previamente aprobados por el gobierno, contradijo la narrativa que versaba sobre la cercanía entre Irán y al-Qaeda: 'Nelly Lahoud, ex analista sobre terrorismo en la Academia Militar de Estados Unidos, y hoy devenida en fellow de la Fundación Nueva América, fue una de las primeras en revisar los documentos confiscados en el escondite de bin Laden en Abbottabad, Paquistán. Ella escribió, en un análisis para el Atlantic Council en el pasado otoño, que los archivos de bin Laden revelaron un profundo atisbo de escepticismo y hostilidad hacia el régimen iraní, combinados estos sentimientos con un reconocimiento a los líderes de al-Qaeda y su necesidad de evitar una ruptura total con Teherán. En ninguno de los documentos, que datan de 2004 hasta pocos días antes del deceso de bin Laden, 'hallé referencias que apuntaran hacia una colaboración entre al-Qaeda e Irán para perpetrar actos de terrorismo', concluyó la analista'.
Tras lo cual, de lo que se trata el juego es de ir por Irán, sin importar que el relato sobre al-Qaeda sea básicamente falsa. Las apuestas son hoy de alto vuelo y, lo que sea que vaya a producirse, concluírse o justificarse con miras a una guerra, tiene valor. ¿Irán junto a terroristas? Estupendo. Vayamos por ese camino porque, después de todo, invadir Irán podría ser como un paseo por el parque, y el pueblo de ese país festejará que nuestros tanques transiten por sus calles. ¿Qué podría salir mal?
Artículo original, en inglés, aquí | Traducido y republicado con permiso del autor y del Editor en The Unz Review (Estados Unidos)
Especialista en contraterrorismo; ex oficial de inteligencia militar de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos de América (CIA). Se desempeña como columnista en medios estadounidenses, y como Director Ejecutivo en el Council for the National Interest. Giraldi es colaborador frecuente en Unz.com, Strategic Culture Foundation y otros. En español, sus trabajos son sindicados con permiso en El Ojo Digital.