INTERNACIONALES: JUAN DAVID GARCIA RAMIREZ

¿Cómo derrotar al terrorismo?

¿Qué es el terrorismo y cómo entenderlo? ¿Es factible derrotarlo?

22 de Marzo de 2019
¿Qué es el terrorismo y cómo entenderlo? ¿Es factible derrotarlo? Estas y muchas más preguntas se han vuelto recurrentes entre los gobernantes, los servicios de información y la propia ciudadanía, particularmente entre aquellos sistemas pertenecientes a sociedades democráticas que han padecido con mayor crueldad este cáncer.

Terrorismo internacional, Europa, Occidente, Nueva ZelandaEntendidos en el fenómeno del terrorismo, como es el caso de los notables periodistas-investigadores españoles Pedro Rivas Nieto (Terrorismo y Antiterrorismo en el Mundo Contemporáneo) y Fernando Reinares -del Instituto Real Elcano- (ETA: Patriotas de la Muerte), han alcanzado un nivel de profundidad tal en la definición y descripción del terrorismo y de sus perpetradores, que asisten en la misión de comprender con mayor profundidad esta realidad. Entre otros destacados, estos autores ofrecen una verdadera lección a timoratos y desprevenidos, sobre todo a aquellos que, durante años, han tenido por costumbre presentar al accionar terrorista como una suerte de 'guerra de los pobres' -acaso para justificar y dotar de sentido a la voladura de trenes y aeronaves comerciales, o al empleo de vehículos para arremeter contra gentíos (caso Rambla de Barcelona), tirotear a los pasajeros del tranvía en Utrecht, o abrir fuego contra los asistentes a las mezquitas de Al Noor y Linwood, en Nueva Zelanda
 
Aún cuando el terrorismo porta consigo objetivos e intereses en extremo diversos, su esencia es siempre la misma: se recurre a un accionar violento a partir de la propia frustración que emana de no hallar espacio en una sociedad libre y abierta, la cual cierra las puertas a ambiciones totalitarias. Asimismo, los perpetradores del terrorismo comparten una característica fundamental: sus protagonistas centrales constituyen siempre una minoría. Estado Islámico, por caso, no representa al grueso del mundo musulmán, y ETA no ha sido ni será jamás el portaestandarte de la voluntad política del pueblo vasco. Sin importar que algunos partidos políticos y movimientos que le secundan (como Sortu, Bildu o Podemos) intenten hacerse un lugar en la democracia española y buscar, denodada y subrepticiamente, su implosión
 
Sin embargo, podría consignarse que esta categoría de organizaciones está consolidando su cometido principal, esto es, el propiciar un entorno de miedo generalizado entre el público, de impotencia y de parálisis institucional. Aquí reside el éxito del terrorismo, que ha puesto en aprietos a Occidente y, en general, a todos los Estados democráticos en una u otra instancia de la historia. Así, pues, ¿cómo perseguir a un enemigo difuso pero potente, que emplea todos los medios del mundo libre para proyectar su odio contra lo que éste significa y representa? ¿Son acaso suficientes las medidas que los sistemas estatales han implementado en la lucha antiterrorista? La arenga que tiene por objeto implementar mayores restricciones al porte y uso de armas en el espacio público, conforme lo sancionara esta semana la primera ministro de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, solo servirían para desarmar a los civiles y para incrementar la impotencia ciudadana frente a los enemigos declarados de la sociedad abierta. La evidencia general sobre cualquier legislación que promocione el desarme civil consigna que los hechos de violencia con armas de guerra se multiplican, precisamente, allí donde el ciudadano común carece de medios para defenderse físicamente y donde, en cambio, el criminal cuenta con múltiples caminos para diseminar violencia. 
 
Desde luego que es factible derrotar el terrorismo, pero quizás las tácticas más efectivas tengan más que ver con modelos y legislaciones que supriman los incentivos que alimentan ese accionar; nunca cediendo ni negociando ante situaciones inaceptables; y poniéndose siempre del lado de la ciudadanía. En síntesis: no ofrecer margen ni espacios para el dictado de la corrección política. Necesariamente, este escenario conduce a la necesidad de no ponderar a las organizaciones terroristas como interlocutores válidos en un sistema democrático, ni aún cuando se presenten bajo un formato de partido político o de iniciativas ciudadanas de pleno derecho. Si los Estados democráticos y las sociedades libres insistieren en actuar de este modo, pues entonces estarán cayendo en la trampa de los promotores de la violencia.

Este sendero nos acercaría, finalmente, al reconocimiento de la carencia de legitimidad de nuestras instituciones, por un lado, y a la devaluación de la importancia que hace a nuestros derechos y libertades. 

 
Sobre Juan David García Ramírez

Columnista regular en el periódico El Colombiano (Medellín) y en El Quindiano (Armenia, Colombia). También se desempeña como analista político para diversos programas radiales y televisivos en América Latina, compartiendo apuntes y notas sobre temas políticos vinculados a Colombia, y asuntos internacionales.