Mike Pompeo compartió el mensaje que los británicos esperaban oír
Al dirigirse este miércoles a una audiencia nucleada en el Centro de Estudios sobre Política Pública (Centre for Policy Studies) en Londres...
Al dirigirse este miércoles a una audiencia nucleada en el Centro de Estudios sobre Política Pública (Centre for Policy Studies, distinguido think tank fundado por Margaret Thatcher) en Londres, el Secretario de Estado americano Mike Pompeo personificó la ponencia anual Margaret Thatcher. Allí, compartió comentarios que, precisamente, Gran Bretaña precisaba oir. La esencia de los comentarios del funcionario estadounidense se sintetizaron en que el Reino Unido es una potencia de magnitud y de proyección global, con la cual los Estados Unidos de América mantienen una relación especial, y que este aspecto debe recordarse permanentemente. A lo largo de su presentación, el Secretario fue cuidadoso de no caer en la trampa de decirle al pueblo británico lo que debe hacer. En lugar de ello, recordó a los presentes las fortalezas de este país, sus intereses, y los de sus amigos, permitiendo que el Reino Unido saque sus propias conclusiones.
La relación especial entre Washington y Londres suele ser ignorada, e incluso subestimada. Pero, conforme el propio Pompeo lo señaló, ese vínculo se respalda en la historia, en la cultura, en objetivos de seguridad e inteligencia compartidos, en turismo, y en una inmensa cooperación económica.
El hecho de que los diplomáticos británicos 'tienen absoluta libertad para ingresar a nuestras oficinas en Washington, D.C., portando las mismas placas que nosotros' es un símbolo que ilustra una realidad bastante más amplia. Como en el caso de un iceberg, ha de consignarse que gran parte de esa relación especial subyace bajo la superficie. Y que está allí, presente, sin importar lo que suceda.
El Secretario de Estado no cometió el error de evitar temas medulosos. Estados Unidos y la Gran Bretaña son similares en una multitud de aspectos, mas no son idénticos y, como naciones diferentes que son, es natural que exista disenso, de tanto en tanto. El respeto recíproco exige no incurrir en simplismos, sino que uno ha de conducirse de manera cortés y clara a la hora de explicitar diferencias. Un punto en el que ambos países disienten hoy día tiene que ver con la aproximación que se hace frente a la firma china Huawei, así como a otras compañías de tecnología con cercanía a Pekín. El pasado mes, Gran Bretaña acordó otorgar a Huawei un rol limitado en la construcción de módulos que darán lugar a la comentada red de telecomunicaciones 5G.
En tal sentido, Pompeo recordó a Gran Bretaña los riesgos que involucra tal iniciativa:
Conforme lo tipifica la legislación china, el gobierno de Pekín cuenta con el derecho de exigir acceso a la información que fluya a través de los sistemas de Huawei y ZTE. ¿Por qué alguien garantizará tremendo poder a un régimen que ya ha incurrido en serias violaciones en el ámbito del ciberespacio? ¿Qué puede hacer el gobierno de Su Majestad, a criterio de garantizar que tecnologías sensibles no se conviertan en puertas abiertas para los expertos en espionaje con que cuenta Pekín?
En igual sentido, Estados Unidos y el Reino Unido mantienen diferencia de opiniones en relación a Irán, aunque estas discrepancias -conforme lo apuntó el Secretario de Estado- son pequeñas y se encuentran claramente definidas, al comparárselas con las diferencias frente a la cuestión china. El foco de Pompeo aquí fue cristalino: la única cosa que Gran Bretaña tiene para ganar si acuerda con Irán es comercio, y existen maneras preferibles y mejores de abrir el mercado iraní, que comerciar con aquellos que regentean el poder en Teherán en la actualidad.
Pompeo también arengó a que el Reino Unido se abrace a la revolución en la explotación de gas que ha ayudado a construir el boom de la producción petrolera estadounidense -Pompeo la etiquetó como una 'revolución americana a la que, esta vez sí, los británicos pueden darle la bienvenida', tales fueron sus conceptos.
Acaso el segmento más destacable en la exposición de Mike Pompeo sobrevino hacia el final de la misma. El Secretario dejó en claro que el reconocimiento sobre la decisión que la Gran Bretaña tome de cara al Brexit, quedará en manos del propio pueblo británico. De tal suerte que el funcionario americano remató afirmando 'Nuestra relación ha sido estupenda y sólida previo al Brexit, y seguirá siéndolo después de éste'. No obstante, Pompeo enfatizó que Estados Unidos se muestra predispuesto 'para construir un nuevo acuerdo de libre comercio que llevará nuestra destacada relación comercial a ilimitadas y novedosas alturas. Y he conversado con el Secretario de Relaciones Exteriores Hunt y con la Primer Ministro Theresa May sobre esto, durante esta mañana. Hemos completado todos los formularios que hemos podido, en este punto; y estamos listos para avanzar'.
El funcionario de la Administración Trump finalizó sus comentarios, aludiendo a la ingenua expresión compartida por el ex presidente Barack Obama, quien supo decir que, si la Gran Bretaña abandonaba la Unión Europea, quedaría último en la fila de los interesados por firmar un convenio de libre comercio con los Estados Unidos. 'A la postre, y cuando el proceso esté concluído, el Reino Unido será el primero en la lista para firmar un tratado de libre comercio, nunca al final de la fila'. Naturalmente, y como Pompeo debe haberse percatado, el Reino Unido no está en capacidad de formular un acuerdo de libre comercio con los Estados Unidos, hasta tanto abandone por completo la Unión Aduanera con la UE. De forma tal que el balón se halla, ahora, del lado británico del court.
Estados Unidos ha echado mano de una claridad difícil de igualar. En efecto, le ha sugerido a la Gran Bretaña que se arroje a la piscina, dado que el agua fuera de la Unión Europea se encuentra en calma. Estados Unidos ha expresado, una y otra vez y en el lenguaje más llano posible, que se propone consolidar un convenio comercial con el Reino Unido -y que muchos de los amigos de Londres en todo el mundo han expresado lo mismo. Sencillamente, no existen argumentos para afirmar que Gran Bretaña no podría prosperar fuera de la Unión Europea. Después de todo, si Estados Unidos puede progresar fuera de la UE, también puede hacerlo el Reino Unido.
Ha de congratularse a Pompeo por haber ofrecido un discurso más que correcto -uno que hasta incluyó interesantes citas y apreciables bromas-, equilibrando apropiadamente la entretención con la seriedad. El funcionario estadounidense habló con contundencia y en formato amable, diciendo a Gran Bretaña precisamente aquello que necesitaba oír: Tenemos nuestras diferencias, pero también los respaldamos en un ciento por ciento.
Lo que el Reino Unido necesita, por sobre todas las cosas, es creer en aquello que EE.UU. ya cree, a saber, que el país puede florecer entre sus socios y amigos, de manera independiente, democrática, y como nación plenamente soberana.
Artículo original, en inglés, aquí
Egresado de la Universidad de Yale y con un doctorado obtenido en esa casa de estudios, es Analista Senior en Relaciones Británico-estadounidenses. Se unió a la Fundación Heritage (Washington, D.C.) en 2008, luego de oficiar como director asociado de Estudios de Seguridad Internacional en Yale, un centro de investigación y enseñanza dedicado a historia de la estrategia, temas militares y diplomáticos. Ha brindado numerosas conferencias en Historia y, desde 2004, sobre asuntos internacionales. Sus artículos y análisis son publicados regularmente en The Daily Signal.