Mensaje contundente en las elecciones europeas: el electorado exige un cambio
No habrá dudas: los vientos de cambio siguen soplando a través de Europa. Los partidos políticos tradicionales...
No habrá dudas: los vientos de cambio siguen soplando a través de Europa. Los partidos políticos tradicionales del centroderecha y del centroizquierda han acusado una marcada pérdida de sufragios en las recientes elecciones europeas, que tuvieron lugar en 28 países, entre el 23 de mayo y el 26 del mismo mes.
A lo largo de la Unión Europea, en contrapartida, se evidenció una significativa cosecha para los partidos nacionalistas y populistas, tanto en la izquierda como en la derecha. Sin embargo, la variada composición de esos núcleos y sus posiciones políticas discordantes terminará por diluir su influencia en términos generales.
El Partido del Pueblo Europeo (centroderecha) y la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas (centroizquierda) sufrieron ambas un golpe de magnitud, aunque continúan dominando a los grupos de mayor caudal en el Parlamento Europeo, en tanto seguirán influyendo sobre las designaciones en la Comisión Europea. Ambos grupos combinatos continúan en control del 45% de las bancas en el cuerpo legislativo.
Adicionalmente, la Alianza de Liberales y Demócratas por Europa (de centro), que incluye al Partido En Marche! (del presidente francés Emmanuel Macron), tiene ahora el 14% de los asientos.
Esas tres agrupaciones, que colectivamente tutelan un 60% de las bancas en el nuevo Parlamento, simpatizan ampliamente con el eurofederalismo.
El populismo de izquierda representado por los Verdes y la Alianza por una Europa Libre, que también pide por una integración más profunda con la UE, cuenta con 69 bancas, y pretende promocionar políticas ambientales de carácter estricto junto con prioridades vinculadas a la economía y las políticas sociales.
Hacia la derecha, en el Parlamento Europeo destacan los Conservadores Europeos y los Reformistas, que incluyen al Partido Ley y Justicia de Polonia, y al Partido Conservador del Reino Unido, a Europa por la Libertad y la Democracia Directa (liderado por Nigel Farage), y a Europa de Naciones y Libertad (que incluye al núcleo italiano Lega Nord).
También debería tomarse en consideración que el partido nacionalista Fidesz (del presidente húngaro Viktor Orban, que en su momento se hizo del 52% de los sufragios en Hungría) aún forma parte del Partido del Pueblo Europeo, aunque Orban está siendo cortejado por el Lega Nord de Matteo Salvini.
Los partidos euroescépticos constituyen ahora casi un tercio del Parlamento Europeo. En efecto, el viejo orden político en Europa está haciendo frente hoy a su mayor desafío, desde la fundación del Proyecto Europeo. Lo que también es palpable es la insoslayable sed de cambio. Muchos en Bruselas están celebrando el aumento en el porcentual de participación, desde el 42.6% de 2014 hasta el 50.5% de 2019. Sin embargo, ese incremento tiene mucho que ver con el sentimiento antiestablishment que se ha diseminado entre el electorado, esto es, un deseo en pos de enviarle un mensaje a los partidos políticos establecidos. Incluso la comentada 'Onda Verde' de los comicios de este año puede ser interpretada como un escenario en el que votantes de izquierda se volcaron a los partidos Verdes de filiación populista, antes que inclinarse por los partidos políticos tradicionales de la izquierda.
Las ramificaciones de las elecciones europeas ya se perciben, conforme la Canciller alemana Angela Merkel, representada por el Partido del Pueblo Europeo, y Macron, en representación de la Alianza de Liberales y Demócratas por Europa, han protagonizado una escaramuza en torno del maquillaje de la próxima Comisión Europea así como también otros roles de la UE, incluyendo al presidente a designarse para el Consejo Europeo.
Las elecciones parlamentarias europeas también deberían ser evaluadas a través del prisma de la política nacional, siendo que los votantes enviaron un mensaje -votación mediante- teniendo en cuenta consideraciones políticas de orden doméstico. Es aquí, a nivel del Estado-nación, donde las réplicas del pequeño terremoto de estos comicios están llamadas a hacer más ruido. Un ejemplo es el Reino Unido, que votó en junio de 2016 para abandonar la Unión Europea. El recientemente establecido Partido del Brexit, de Nigel Farage, se hizo del 32% de los sufragios: los 29 asientos que controla lo convierten en el más grande entre los pequeños partidos dentro del Parlamento Europeo.
Los Conservadores británicos, mientras tanto, tuvieron su peor performance en una elección nacional, en toda su historia: arribaron en el quinto puesto, ganando menos de un 10% de los votos, y haciéndose solamente de cuatro bancas. El impresionante éxito del Partido del Brexit, con toda probabilidad, garantizará que el nuevo liderazgo del Partido Conservador será alguien que respalde la posición del 'No acuerdo' con la UE, para el escenario en que la UE no se muestre dispuesta a renegociar el acuerdo en pos de la salida de la Gran Bretaña del bloque.
En Alemania, el colapso en los respaldos por la Unión Democrática (del centroizquierda), que cayó del 27% al 15,5%, invita a preguntarse por la estabilidad de la coalición de gobierno. La Unión Social Democrática es, actualmente, el único socio de la coalición junto a la Unión Cristiana Democrática, y su partido hermano basado en Bavaria -de doctrina conservadora- la Unión Cristiana Social.
El domingo de los comicios, la Unión Social Democrática perdió el control del gobierno en el estado alemán de Bremen, que había sido gobernado por la Unión Social Democrática durante 73 años. Ambas pérdidas podrían arrojar sombras sobre la elección federal alemana previo a 2021.
En Italia, el éxito de Lega Nord, que cosechó casi un 35% de los votos, ha eclipsado el respaldo por el Movimiento Cinco Estrellas -su principal socio en la coalición italiana de gobierno-, que se anotó un 17% de los sufragios. Esto podría adelantar una elección general.
Históricamente, los comicios europeos supieron traer aburrimiento pero, este año, terminaron conmocionando al mundo político en Bruselas, así como a través de varias capitales nacionales en toda Europa. Importantes cifras de votantes mudaron su apoyo, tras haberlo otorgado en el pasado a partidos políticos de centro, para obsequiárselo ahora a fuerzas populistas y nacionalistas situadas tanto en la izquierda y en la derecha del espectro, que prometen cambio y rápidas respuestas al público.
En el complemento, amén de afectar el resultado de los comicios a la trayectoria futura de la UE, los guarismos probablemente observen un impacto político de magnitud en muchos países del conjunto. Los ecos de las elecciones generales europeas de 2019 apenas están comenzando.
Artículo original, en inglés, aquí
Es Analista de política exterior en la Fundación Heritage, en Washington, D.C. Su trabajo es publicado también en el sitio web The Daily Signal.