INTERNACIONALES: DR. JAMES JAY CARAFANO

Irán y Donald Trump: el verdadero trasfondo de los hechos

Existen guerras y rumores de guerra.

20 de Junio de 2019


Existen guerras y rumores de guerra. Y también está el tema de la política del presidente estadounidense Donald Trump hacia Irán, que alimenta una inacabable especulación.

Estrecho de Hormuz, Oriente Medio, Seguridad internacionalA pesar de lo mucho que se ha escrito respecto del anuncio de las mil tropas adicionales que el Pentágono ha decidido desplegar en la región del Golfo Pérsico, no existen indicios de que Estados Unidos se proponga escalar su duelo con la República Islámica de Irán.

En lo personal, me desempeñé en el Ejército de los Estados Unidos durante 25 años, pero debe decirse que no es necesario contar con una carrera militar ni con un diploma de colegio de guerra para analizar lo que está sucediendo en el presente contexto.

Comencemos, entonces, con las cifras.

Mil soldados no constituyen una fuerza invasora.

Aún contándose a las tropas adicionales desplegadas el pasado mes, con el objeto de fortalecer las actividades de recolección de inteligencia en torno de la (potencial) amenaza iraní contra fuerzas y activos de los EE.UU. en Oriente Medio, el número de soldados americanos en el terreno son extremadamente pequeños para que de allí surja un esbozo de acción ofensiva de magnitud.

Ahora, bien; tomemos nota sobre la categoría y el tamaño de las tropas que se han enviado a la zona.

Esas variables son en todo coherentes con lo que se requiere para una 'fuerza de protección' -esto es, defender a las fuerzas estadounidenses en la región, así como también ejercer actividades de vigilancia en el Estrecho de Hormuz contra cualquier malicioso intento de ataque contra el tránsito de buques petroleros.

A continuación, consideremos a la fuente.

Los refurerzos están siendo enviados como requisito del Comando Central de los EE.UU., respaldado ese pedido en una evaluación de lo que los comandantes en tierra entienden que es necesario. Estas no son tropas despachadas por la Casa Blanca para incrementar la presión sobre Teherán.

Finalmente, compartamos algún apunte sobre el cuadro más amplio.

A la distancia, la posición de los Estados Unidos en Oriente Medio es coherente. Modestamente, el Pentágono ha optimizado su capacidad con miras a: resguardar a las fuerzas estadounidenses ya presentes allí; preservar la libertad de las operaciones en el mar; y responder ante cualquier amenaza.

El punto mencionado al final involucrará, de ser necesario, ataques de naturaleza proporcionalmente punitiva contra cualquier factor que amenace las rutas de buques petroleros.

Y, mientras se pondera esa mirada más abarcativa, volvamos a concentrarnos en Irán.

Por lo que podemos decir hasta el momento, Teherán no ha introducido variantes que conmuevan el escenario. El régimen continúa negando estar detrás de cualquier incidente en las rutas marítimas.

En tanto sí ha anunciado planes con el objeto de enriquecer sus actividades de enriquecimiento de uranio y aunque ha aceptado restricciones sobre esa actividad, lo cierto es que no ha cedido por completo en tales compromisos.

Más aún, las actividades de Teherán en torno del enriquecimiento de ese material se han quedado cortas, si es que mantenía su propósito de consolidar logros nucleares de importancia.

Por su parte, Europa tampoco ha modificado su rumbo. Cada vez es más claro que Gran Bretaña está rompiendo vínculos con otras potencias del Viejo Continente y ayudando a los Estados Unidos. En tal sentido, no sería sorpresa que un nuevo gobierno conservador en Londres abandone, como ya lo hizo Washington, el convenio nuclear con Irán.

Sin embargo, el resto de Europa parece haberse paralizado: sin capacidad para ceder al fantasma representado por el acuerdo con Teherán que propusiera Barack Obama; estupefacta ante la actividad recurrentemente beligerante de Teherán; y poco dispuesta a condenar los ataques iraníes contra buques petroleros.

Esas naciones europeas actúan como el niño de la novela de Stephen King 'El Resplandor'. El joven protagonista, si cerraba los ojos fuertemente, esperaba que, al abrirlos, el monstruo hubiese desaparecido.

Dado que todas las partes se mantienen en sus posturas, las preocupaciones en torno de una escalada del conflicto son hoy exageradas.

En efecto, algunos han exigido que Estados Unidos reprendan a Irán con acciones militares, pero ese paso hoy carece de sentido.

Mientras más tiempo Washington ponga en práctica su sistema de restricciones, más revelará Irán que el problema es su régimen. El hecho de que los mullás amenacen con enriquecer uranio es el punto a tener en cuenta.

Los críticos del acuerdo nuclear con Irán defendieron, durante mucho tiempo, su argumento de que el acuerdo atómico no interpuso verdaderos obstáculos al programa nuclear iraní.

Esas voces advirtieron que el convenio permitió a Irán continuar sus actividades donde las había suspendido y, en el mientras tanto, el régimen pudo seguir adelante con su comportamiento alejado de la legislación internacional.

Y tenían razón. En gran medida, Teherán se ha ocupado de transparentar que el acuerdo era endeble.

Adicionalmente, mientras el actual escenario continúe bajo este andarivel, y mientras Irán exhiba un comportamiento más agresivo, surgirá más evidencia contundente que certificará que ese gobierno no tiene respeto alguno por las normas internacionales.

Irán está ayudando al presidente Trump a consolidar su caso. Y así debería seguir comportándose.

En el ínterin, Estados Unidos cuenta con otra serie de opciones de carácter defensivo, con capacidad de desplegar.

Al desarrollarse la 'guerra de buques petroleros' en los años ochenta, EE.UU. permitió que buques extranjeros utilicen la bandera estadounidense. Complementariamente, EE.UU. adaptó las plataformas petroleras en el Golfo para que puedan ser utilizadas como puestos de monitoreo, ejercitando vigilancia y respondiendo ante posibles amenazas contra el transporte de crudo.

Todo esto, para certificar que Estados Unidos puede establecer una presencia sostenida en el Golfo Pérsico, sin que ello potencie riesgos. Y puede hacerlo a costos razonables, manteniendo las rutas libres para el tránsito, por siempre.

Irán sabe que no puede ganar una guerra de intimidación en el Golfo. ¿Por qué parece molestarle? Pues, bien; se trata de un vecindario difícil. Si Teherán no sobreactúa la amenaza, entonces perderá toda credibilidad.

Más todavía; los mullás recuerdan en buen agrado las épocas en que la toma de rehenes estadounidenses ayudó a negarle un segundo período presidencial a Jimmy Carter.

Puede ser que los iraníes estén actuando para, en la búsqueda de reiterar aquel escenario, evitar que Donald Trump logre ser reelegido en 2020 y, recién entonces, el régimen iraní pueda tratar con un reemplazo que más se ajuste a sus necesidades.



Artículo original, en inglés, aquí

 

 

Sobre Dr. James Jay Carafano

Poseedor de master y doctorado en la Universidad de Georgetown, Carafano es un reconocido experto en temáticas de seguridad nacional y desafíos en política exterior. Es vicepresidente de Estudios en Políticas de Defensa y de Política Exterior en la Fundación Heritage, y Director del Instituto Kathryn y Shelby Cullom Davis de Estudios Internacionales. Es también historiador e investigador; su publicación más reciente es "Wiki at War: Conflict in a Socially Networked World" ('Wiki en Guerra: el Conflicto en un Mundo Socialmente Interconectado', 2012), obra que examina el impacto revolucionario del Internet en la seguridad nacional. Es Teniente Coronel del Ejército de los Estados Unidos. Recientemente, se ha desempeñado -asesorando en temas sobre los cuales es experto- en el equipo de transición del presidente estadounidense Donald Trump.