Paraguay: un senado servil ante el Poder Ejecutivo

La reciente media sanción en el Senado de la República del Paraguay, en torno de la reforma (o 'deforma') tributaria, derivó en un rotundo éxito para el Poder Ejecutivo (en tanto la iniciativa fue votada por amplia mayoría). Sin embargo, la propuesta no fue analizada ni debatida con la profundidad necesaria, haciéndose a un lado los intereses de la ciudadanía, esto es, de los hombres y mujeres de a pie -principales protagonistas y destinatarios del problema tributario. 

 

El cuerpo colegiado conocido como Cámara de Senadores actúo de oficio y, se comportó como una corporación obediente ante la voluntad del Ejecutivo. En el proceso, no ha podido torcer la intención de poder administrador, cuando que mucho tenía que hacer y decir en favor de los ciudadanos. ¿Contamos hoy con un mejor sistema educativo, con un sistema sanitario superior, con seguridad y con otros servicios en su momento establecidos desde la Constitución? La respuesta debe rastrearse en lo que cada día se percibe pues, ni gobiernos locales ni municipios construyen calles ni plazas, como tampoco garantizan la recolección de basura y desperdicios en tiempo y forma. 

 

Si los ciudadanos en su carácter de contribuyentes carecen de lo se llama contraprestación por lo pagado, esto significa que el Estado carece de legitimidad a efectos de exigir lo que él mismo es incapaz de cumplir, más allá de las multimillonarias sumas de dinero que tiene a su disposición.  

 

Gran responsabilidad sobre ello reposa en los dos partidos políticos más importantes del país, el Partido Colorado y el Partido Radical Auténtico. La complicidad con el Ejecutivo es tan aviesa como deplorable, al punto en que en ningún momento dieron a conocer comunicados de tan solo media página; muchos menos algún escueto borrado sobre el particular. Menos podía esperarse que estuvieran evaluando el proyecto. 

 

El escenario es tal que pareciera ser que el Ejecutivo nacional asumiera, en simultáneo, las responsabilidades destinadas al Poder Legislativo. En mucho menos tiempo del que llevaría evaluar propuestas de inferior complejidad e importancia, el gobierno nacional consolidó una media sanción legislativa para la reforma tributaria.

 

¿Desconocen acaso los senadores que cualquier modificación de la legislación tributaria implicará una mayor intromisión estatal sobre la vida de los contribuyentes? ¿Comprenderán esos mismos legisladores que su labor como representantes del pueblo es la de velar por los intereses de los ciudadanos honestos y trabajadores, en lugar de defender los intereses del fisco? 

 

Lo que aquí ha tenido lugar es la abdicación del Senado ante la funesta creencia tecnocrática de que la administración de la hacienda pública se encuentra por encima de los individuos y de las empresas del sector privado. Los senadores cedieron en su responsabilidad, anteponiendo los privilegios estatales, en tanto también se verificó que el Poder Ejecutivo presentó el referido proyecto, sin mediar una mínima planificación frente a cómo optimizar el gasto público. Los senadores que votaron en favor de esta 'reforma' ya no son representantes del pueblo; en la práctica, representan a los intereses del mismísimo Ejecutivo. 

 

La manifiesta ausencia de una contrapartida de responsabilidad y de gestión de calidad en la enajenación de los recursos tributarios no es un tema baladí. Se trata de una cuestión vital para el control del poder. Esto, en razón de que, si el gobierno de turno no atiende en lo más mínimo a sus responsabilidades que hacen a la contraprestación y la rendición de cuentas, esto significa que el Congreso -los Señores Senadores, en este caso- han dejado de tener razón de ser, por cuanto han destruído el principio de su naturaleza política.