Contrastes en la Asamblea de la OEA: democracia frente a totalitarismo

El siglo XXI, el de la Cuarta Revolución Industrial, de la iniciativa de la República Popular China en el marco de su nueva Ruta de la Seda, de las economías emergentes, de la construcción de aerotrópolis en Londres, Tokio y Dubai, del auge de la digitalización y automatización, de los trenes de alta velocidad y de levitación magnética; en fin, el de mayor prosperidad y avances en la historia humana, es también el de la proliferación de regímenes liberticidas en el orbe internacional.

La liberalización económica y política, portadora de un rol preeminente en la modernización de las sociedades, ha alcanzado a numerosas geografías del planeta que, durante los años noventa, se hallaban inmersas en cruentos conflictos intestinos, con Estados colapsados y sumidos en la más absoluta anarquía. A ellos, les llegó la estabilidad política, en compañía del crecimiento económico, de la promoción de la iniciativa privada, la inversión extranjera y la expansión de la clase media. Sin embargo, en otras nacioens ha sucedido precisamente lo contrario: de la bonanza económica y la armonía social, se registró un tránsito hacia un caos generalizado, quedando muchos de esos Estados rehenes de cleptocracias, organizaciones criminales y redes terroristas de proyección global.

En conformidadcon el informe Libertad en el Mundo 2019 (Freedom in the World 2019), del internacionalmente reconocido think tank Freedom House, se conoció que 68 países experimentaron un retroceso en la garantía y protección de las libertades políticas y civiles durante el año 2018, frente a 50 que consolidaron marcados avances. Entre los peor calificados se encuentra, naturalmente, Venezuela, con una puntuación de 19 sobre 100, nación que comparte su ignominiosa posición con Uzbekistán, República Centroafricana, Libia, Siria, Corea del Norte, Cuba, y otras tantas. La represión sistemática de la oposición legítima, de la protesta pacífica en las calles, la tortura como principal instrumento de la policía política del Servicio Bolivariano de Inteligencia (SEBIN), la destrucción del aparato productivo a través de la persecución a la libertad de empresa, han situado al régimen de Nicolás Maduro Moros en el tristemente célebre club de las tiranías.

En oportunidad de desarrollarse la cuadragésimonovena Asamblea General de la Organización de Estados Americanos, en la ciudad de Medellín (Colombia), la dramática situación de Venezuela fue presentada como una de las cuestiones centrales de la minuta. En tal sentido, los debates han girado en torno de la corrupción en América Latina, la lucha contra el contrabando de estupefacientes y la criminalidad organizada, el progreso económico de la región y la ampliación regional de la democracia. El presidente de la República de Colombia, Iván Duque Márquez, fue enfático y contundente a la hora de denunciar los graves abusos de poder por parte de la dictadura madurista, destacando en su ponencia la presión de la organización y de los líderes del continente en pos de la liberación de Venezuela.

No obstante, parece no ser tan obvio que el compromiso debería ser con las libertades políticas, civiles y económicas de los ciudadanos, con la promoción de sociedades abiertas y con la generación de oportunidades en la economía de mercado, como insistió Duque. En contraste con este planteamiento, los delegados de los gobiernos de México, Nicaragua, Bolivia y Uruguay decidieron retirarse de las sesiones, por el reconocimiento que, en virtud de los considerandos de la Carta Democrática Interamericana, se hizo a Juan Guaidó como presidente encargado de Venezuela, y de la representación diplomática por él designada.

Y al tiempo que, por fin, en la OEA se habla sin miramientos de la dictadura cubana, al correo electrónico personal de quien esto escribe, arribó un boletín de CLACSO (Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales), extendiendo una invitación para tomar parte, en La Habana, del evento Cuba en Revolución: 60 Años de Transformaciones. Toda una celebración de seis décadas de barbarie totalitaria.