Reino Unido: tres años después del voto en favor del Brexit, los malos augurios económicos se equivocaron
Encuestadores y analistas compartieron sus pronósticos en junio de 2016, mientras...
Encuestadores y analistas compartieron sus pronósticos en junio de 2016, mientras el pueblo británico se expresaba en las urnas en favor de abandonar la Unión Europea.
Numerosos medios de comunicación contribuyeron a diseminar una especulativa histeria en relación a la economía británica, en una oleada de comentarios negativos que se extendieron más rápido que un incendio. Tres años después de aquel referendo del 23 de junio, el establishment de Westminster se muestra abiertamente incapaz de reconocer que estaba en un error.
La realidad explicita que la incertidumbre en torno del Brexit tuvo efectos nulos sobre la economía de la Gran Bretaña.
A pesar de las funestas predicciones, desde registrado el voto pro-Brexit, la economía británica en nada coincidió con las expectativas presentadas por los críticos del movimiento, en tanto las cifras macroeconómicas refieren que el país se ha desempeñado mejor que otras naciones de la Unión Europea.
De acuerdo con el Indice de Libertad Económica (desarrollado por el think tank estadounidense Heritage Foundation, em Washington, D.C.), el Reino Unido cuenta hoy con la séptima economía más libre del planeta, en tanto incrementó su puntaje en diez unidades más que el promedio continental.
Desde la concepción del Mercado Común Europeo, tres destacadas economías que se integraron plenamente al bloque -Alemania, Francia e Italia-, en contraste, ocuparon los puestos #24, #71, y #80, respectivamente.
La economía del Reino Unido creció a una tasa anual promedio del 1.4%, durante el primer cuatrimestre de 2019. A primera vista, ese guarismo no es particularmente sorprendente, pero rápidamente se convierte en un factor digno de atención al comparárselo con la performance económica allende el Canal de la Mancha, y con las obscuras predicciones planteadas inicialmente.
Francia, por su parte, creció un 0.9%, y Alemania registró un crecimiento del 0.6% durante el primer cuatrimestre, mientras que Italia no cosechó crecimiento porcentual alguno. El bloque completo de la eurozona creció un magro 1.1%. Amén de las predicciones en torno de un retroceso del PBI cercano o superior a un 5%, la economía de la Gran Bretaña ha consolidado un porcentual de crecimiento en cada cuatrimestre desde acontecido el referendo.
El desempleo se ha anclado por debajo del 4%, lo que consigna la cifra más baja desde los albores de los años setenta, acuerdo a la Oficina Nacional de Estadísticas. La tasa de desempleo en el Reino Unido representa la mitad de la registrada en la eurozona (que es del 7.8%), y menor a la mitad que la compartida por Italia y Francia, del 10.2% y del 8.8%, respectivamente.
Desde conocidos los resultados del Brexit, el Reino Unido ha agregado un aproximado de 800 mil empleos a la economía, amén de las predicciones del Tesoro británico, que anticipaban una pérdida de puestos de trabajo en una cifra lindante con los 500 mil, luego de que la ciudadanía se inclinara por la opción de abandonar el bloque.
Así, pues, el Reino Unido se hizo del podio en un reciente estudio de opinión llevado a cabo por EY, una firma internacional de consultoría, en donde el país superaba a los Estados Unidos de América en tendencias de inversión, tras verificar un incremento del 6% en inversión extranjera directa durante 2017. Frente a Europa, Gran Bretaña ostenta un 18% del market share en inversión foránea directa.
En conformidad con ese estudio, la inversión extranjera directa ha contribuído a la creación de más de 50 mil puestos de trabajo en el Reino Unido -un total de 19 mil más que en Alemania, y más del doble que en Francia.
En rigor, el Reino Unido merece (y debería) convertirse en un nodo global más dinámico, en razón de que el comercio y la inversión no solo tienen que ver con la apertura de mercados -aún cuando este factor deviene en crucial. En la práctica, la captura de inversiones se relaciona con el Estado de derecho, con la eficiencia regulatoria y con el tamaño del Estado, andariveles en donde Gran Bretaña supera claramente en beneficios a sus competidores regionales.
Eventualmente, eliminado el anclaje regulatorio del cual la UE es responsable, el Reino Unido se convertirá, sin lugar a dudas, en un extremadamente atractivo socio comercial para incontables naciones en el orbe occidental.
En el complemento, un Brexit exitoso y que respete tiempos y oportunidad, no solo garantizará la consolidación de una Gran Bretaña soberana y con una mayor proyección transnacional. En simultáneo, tal escenario propiciará un gigantesco incentivo para la firma de un acuerdo de libre comercio o TLC entre los Estados Unidos de América y el Reino Unido, variable que potenciará marcadamente la libertad económica a ambos lados del Atlántico.
De igual manera, esa oportunidad motorizará aún más la relación entre dos de las economías más libres del planeta.
Así lo ha sentenciado el analista Kim Holmes, vicepresidente ejecutivo en la Heritage Foundation estadounidense, en un comentario compartido recientemente:
En el siglo XIX, el libre comercio se constituyó en la causa primordial para la Gran Bretaña. Hoy día, ese mismo propósito debería liderar el respaldo de conservadores y libertarios por igual, en ambos países.
Un tratado de libre comercio británico-estadounidense ofrece una inmejorable oportunidad para volver a dotar de vigor a la agenda de libre comercio, en todo el mundo.
Y esa oportunidad no debe desaprovecharse.
El momento de actuar, es ahora.
Artículo original, en inglés, aquí
Es investigador de temas económicos en la Fundación Heritage, Washington, D.C., con foco en librecomercio y libertad económica. Como analista senior de libertad económica en el Centro para el Comercio Internacional y la Economía (CITE), Kim es responsable principal de coordinación para la preparación del Indice de Libertad Económica. Sus trabajos son publicados en el sitio web The Daily Signal.