ECONOMIA INTERNACIONAL: ROBERTO CACHANOSKY

Argentina: el mayor error de Fernando De la Rúa

Recuerdo que, durante las elecciones de 1999 en la República Argentina, cuando Fernando De la Rúa...

12 de Julio de 2019

 

Recuerdo que, durante las elecciones de 1999 en la República Argentina, cuando Fernando De la Rúa salió electo presidente, voté en blanco; porque no me sentía representado por ninguno de los candidatos. No obstante, cuando De la Rúa anticipó cuál iba a ser su Gabinete, tuve una sensación de optimismo. Es que había gente muy valiosa en ese gabinete que iba a asumir poco tiempo más tarde.
 
Ricardo López MurphyAdalberto Rodríguez Giavarini en Relaciones Exteriores, era un lujo. Ricardo López Murphy en Defensa, era otro lujo. Juan Llach en Educación, me parecía muy atinado. El que claramente tenía una tendencia más alfonsinista era José Luis Machinea. Evidentemente, De la Rúa tenía que hacer equilibrio político con un vicepresidente peronista como fue Carlos Chacho Alvarez y el alfonsinismo, que siempre tuvo una tendencia socialdemócrata, pero muy retrasada en su visión económica.
 
Si bien la herencia económica que recibía De la Rúa no era nada fácil, claramente no era comparable con la que luego le dejó el kirchnerismo a Mauricio Macri. El gasto público consolidado de ese momento era del 34% del PBI, el déficit fiscal consolidado era de 4,51% del PBI y la Nación tenía un déficit de 2,1% del PBI.
 
Infortunadamente, las medidas anunciadas de inicio generaron más complicaciones que soluciones. En lugar de atacarse el problema fiscal por el lado del gasto, Machinea anunció un impuestazo con ganancias. Esta decisión fue muy negativa, dado que abortó el leve proceso de reactivación que venía registrándose desde mediados de 1999.
 
Recordemos que, en enero de ese año, Brasil, nuestro principal socio en el MERCOSUR, había devaluado su moneda, afectando el comercio exterior argentino. Por otro lado, la economía venía de soportar la crisis del Tequila de 1995, la crisis del sudeste asiático de 1997 y el default ruso de 1998. El mundo no jugaba a favor de Argentina y a De la Rúa le tocó gobernar con una soja promedio de US$ 170 la tonelada.
 
Ese plan de ajustar vía el sector privado no iba a funcionar y, efectivamente, no funcionó, al punto que, hacia octubre o noviembre de 2000, consiguió un firme respaldo del Fondo Monetario Internacional (FMI) que periodísticamente se dio en llamar blindaje. Erróneamente, creyeron que el endeudamiento era sustituto de las reformas estructurales.
 
La oportunidad que tuvo De la Rúa de salir airoso fue con Ricardo López Murphy, cuando este fue designado ministro de Economía. Su política de reducir el gasto público en unos US$ 3 mil millones de ese momento, con el 1 a 1, fue atacada por los medios de comunicación y por el propio radicalismo. López Murphy, que había formado un equipo de lujo junto a Daniel Artana y Manuel Solanet, podría haber modificado el rumbo de la economía argentina. Por desgracia, la falta de apoyo político lo forzó a renunciar y el ajuste que luego padecería la economía argentina fue brutalmente superior a los US$ 3 mil millones que López Murphy se proponía recortar en el gasto público.
 
Años después, en un cóctel, recuerdo que, conversando en un aparte con De la Rúa, me comentaba que, en aquella instancia, todo el partido radical le pedía desesperadamente que reemplazara a López Murphy por Cavallo, quien finalmente asumió. Creo que el error que cometió el economista fue considerar que su sola presencia como ministro iba a cambiar las expectativas de los agentes económicos, y que no sería necesario ajuste alguno del gasto público. Es más: de entrada, Domingo Felipe Cavallo esbozó una salida de la convertibilidad, anunciando el factor de empalme, algo que el mercado tomó como una futura devaluación.
 
La desconfianza ya había ganado a los agentes económicos y, al sancionarse la ley de intangibilidad de los depósitos, se dio el mensaje que, justamente, podían llegar a tocarlos. Depósitos que eran en dólares estadounidenses. La corrida financiera fue tal, que finalmente se llegó al corralito, medida que generó la reacción de los sectores medios de la población que se veía imposibilitada de retirar su dinero de los bancos.
 
La salida de De la Rúa en helicóptero quedará grabada para siempre en la historia, pero sus errores económicos fueron aprovechados por propios y adversarios para derrocarlo. Recuerdo que, en oportunidad de una entrevista en televisión que le hicieron a la entonces legisladora Cristina Fernández de Kirchner, le preguntaron si no había forma de lograr que De la Rúa continuara en el poder. Muy suelta de cuerpo, respondió que la revocatoria popular había sido muy contundente. Es decir, ya anticipaba sus inclinaciones poco afectas a la democracia republicana.
 
Insisto: Fernando De la Rúa cometió numerosos errores de política económica, pero, en mi opinión, fue injustamente tratado, incluso luego de su mandato, porque quienes lo sucedieron le propinaron un daño extremo a la economía, y a las instituciones. Aún permanece fresca, en la memoria de muchos argentinos, aquella noche en que Rodríguez Saá declaraba el default, y una mayoría de los diputados y senadores aplaudían de pie.

Luego, Eduardo Duhalde salió de la convertibilidad devaluando el peso, aplicando el corralón, pesificando los depósitos y haciendo cuanta barbaridad económica pueda imaginarse. 

No es menor la jugada, a mi juicio poco ética, de Carlos Álvarez, su vicepresidente, que sin haberse demostrado ninguna culpabilidad por el tema de la Banelco, renunció y debilitó aún más el escaso poder de De la Rúa. Recordemos que, en 2012, todos los imputados fueron absueltos, fallo que fue confirmado por la Cámara Federal de Casación, porque nunca logró probarse tal caso de corrupción.
 
Y he de subrayar: no voté a De la Rúa; critiqué su política económica en los medios, salvo el período en que estuvo López Murphy en el ministerio. Considero que De la Rúa no hizo un buen gobierno, pero el grueso de los males que luego vinieron no son su culpa ni responsabilidad, sino del peronismo que llevó a la práctica un salvaje ajuste en medio de una devaluación, generando una llamarada inflacionaria, confiscando los ahorros de la gente, ingresando en default y disparando la pobreza hacia el 50%.
 
A De la Rúa pueden adjudicársele numerosos errores, pero no el descalabro económico que vino después de su gestión, el cual que fue significativamente peor a la baja del gasto público que en su oportunidad se propuso implementar Ricardo López Murphy. El error más grueso del ex presidente consistió, precisamente, en no respaldar a su ministro de Economía.

Muy distinta hubiese sido la historia de la República Argentina, de no haber incurrido en aquél error.


 
Sobre Roberto Cachanosky

Profesor titular de Economía Aplicada en el Master de Economía y Administración de ESEADE, y profesor titular de Teoría Macroeconómica en el Master de Economía y Administración de CEYCE. Columnista de temas económicos en el diario La Nación (Argentina). Publica regularmente en el reconocido sitio web Economía Para Todos.