Hong Kong y los ecos de la represión policial
Las manifestaciones en Hong Kong cobraron vigor y vieron potenciados los episodios de violencia...
Las manifestaciones en Hong Kong cobraron vigor y vieron potenciados los episodios de violencia este último martes, día que consignó el septuagésimo aniversario del sistema comunista en China.
Y, por primera vez desde que las protestas ciudadanas comenzaron en los albores de 2019, un oficial de policía de Hong Kong disparó e hirió con su arma reglamentaria a un manifestante, en medio de un choque entre ciudadano y las fuerzas de seguridad. Rápidamente, el video del disparo se difundió en el internet. Afortunadamente, el estudiante recibió tratamiento médico y se encuentra en situación estable.
En sí mismo, el disparo con arma de fuego representó el cénit de la violencia, desde que se iniciaran las marchas. Pero las manifestaciones del lunes pasado por la noche también se contaron como las más violentas, en abierto contraste con lo que habían demostrado hasta el momento los esfuerzos pacíficos para garantizar la preservación de los derechos individuales fundamentales en Hong Kong.
El agente de policía que disparó alegó defensa propia, afirmando que entendió que su vida se hallaba en peligro. Según se informara en los medios, el oficial efectuó el disparo en un enfrentamiento con manifestantes que habían atacado a los agentes con barras de hierro, mientras que otros -nuevamente, de acuerdo a informes- habían apaleado a otro agente del cuerpo antimotines de la policía local.
Amén del incidente de referencia, numerosas agencias de noticias consignaron un crescendo en los episodios de violencia, con los manifestantes arrojando cócteles Molotov en estaciones del subterráneo, arrojando piedras contra ventanas y dañando propiedad privada.
Con independencia de las circunstancias que llevaron a que el estudiante de dieciocho años de edad recibiera un disparo policial, muchos observadores en Hong Kong y en la comunidad internacional evaluarán el hecho como un evento brutalidad policial, con uso excesivo de la fuerza.
El disparo, con algo de fortuna, forzará a las autoridades políticas de la región administrativa especial a, finalmente, poner en marcha una investigación genuinamente independiente sobre los hechos que ilustran sobre brutalidad policíaca. En reiteradas ocasiones, los propios manifestantes predicaron en torno de la necesidad de que ello se investigara, a efectos de llevar calma al concierto de desorden generalizado.
Así, pues, los ciudadanos en manifestación tomaron las calles a comienzos del año en curso, en respuesta a la propuesta oficial de extradición a China. De haber sido aprobada, ella hubiese habilitado a que ciudadanos honkoneses fueran eventualmente extraditados a China, a pedido de Pekín.
La enmienda propuesta -que terminaría siendo archivada y luego retirada definitivamente por la jefe ejecutivo del territorio, Carrie Lam- consignó una amenaza existencial contra el Estado de derecho en Hong Kong.
El retiro de la propuesta fue, en rigor, un éxito de primera magnitud para los manifestantes, aunque llegó a último minuto y fue percibida como insuficiente por muchos en la ciudad. A pesar del retiro de la misma, las marchas prosiguieron. Y, a medida que las manifestaciones se incrementaban, las exigencias de la ciudadanía se potenciaron.
Mientras que, inicialmente, los manifestantes apenas exigían el retiro de la propuesta de extradición, su listado de demandas se amplió hasta llegar a cinco ítems. Ahora mismo, exigen una investigación independiente sobre la violencia policial, una amnistía para todos los manifestantes, sufragio universal, y un pedido para que las manifestaciones no sean calificadas por el gobierno como 'turbas'.
Otros incluso han pedido que Carrie Lam sea eyectada de su puesto.
En tal contexto, el gobierno de los Estados Unidos de América deberá respaldar la realización de manifestaciones pacíficas, y exigir que ambas partes se abstengan de potenciar los efectos negativos de sus imposturas.
La violencia rara vez sirve como instrumento eficaz para garantizar las libertades individuales, y los manifestantes que se han tomado las calles y avenidas de Hong Kong en defensa del Estado de derecho y las libertades individuales ciertamente desmerecen su reclamo cuando, por propia cuenta, amenazan a ese citado Estado de derecho.
Asimismo, la comunidad internacional deberá compartir un mensaje unívoco y que no ofrezca margen para interpretaciones erróneas, al respecto de que no se tolerará la violencia policial en Hong Kong. En tal sentido, su mejor aporte coincidiría con exigir investigaciones independientes en torno del asunto.
A lo largo de las últimas semanas y meses, se han registrado episodios en donde los manifestantes acusaron serios daños a manos de las fuerzas policiales de Hong Kong. En rigor, se asiste a un escenario complejo, y las pasiones desempeñan un rol desafortunadamente crítico.
Cualesquiera hayan sido los síntmos que llevaron a la actual impasse entre manifestantes y fuerzas de policía, sin embargo, es importante que la reputación y credibilidad de las fuerzas del orden se vean restauradas.
Sin que se proceda a atender a los problemas que el reclamo ciudadano potenció, será difícil recuperar esa credibilidad para las autoridades.
Artículo original, en inglés, aquí
Es asistente en investigación en el Centro de Estudios Asiáticos en la Fundación Heritage, Washington, D.C. Sus artículos se publican en el sitio web The Daily Signal (Estados Unidos).