'Gracias por haber servido'. Los militares estadounidenses tienen por costumbre oír esta respuesta de parte de sus conciudadanos, pero eso no sucede solamente durante las Fiestas. En rigor, la gratitud de la sociedad podría ser aún más profunda. En tal sentido, podemos agradecer que nuestros militares no están combatiendo hoy en 'guerras sin fin'.
Los pedidos para poner término a las pretendidas 'guerras interminables' pueden sonar atractivos, pero son una mera excusa retórica como para construir a partir de aquéllos, una política exterior seria.
En efecto, existen numerosos conflictos alrededor del mundo. Pero no es eso lo que define al despliegue militar actual de los Estados Unidos. Y, si los críticos del presidente
Donald Trump se tomaran el tiempo para atender a los hechos, liberados de comentarios políticamente sesgados, comprobarían que la presente Administración ha hecho un excelente trabajo, alineando la huella global estadounidense con los intereses nacionales del país.
La Casa Blanca ha recibido gruesas críticas a partir de las operaciones ejecutadas en Siria, territorio que, sin lugar a dudas, continúa emparentado con una nación fracturada, repleta de inestabilidad y conflicto en los años por venir.
Para decirlo en limpio, esa no es una guerra que nos compete. Sin embargo, las críticas contra el presidente no mermaron. Como tampoco nadie se retractó de esmerilar a la Administración, cuando ésta dejó en claro que, mientras no pretendía tomar partido en ese conflicto, tampoco busca abandonar las propias responsabilidades.
Por estas horas, Estados Unidos se encuentra ajustando los términos de su presencia global, a efectos de mantenerse en el combate contra el Estado Islámico -conocido también como ISIS-, y para contribuir positivamente con cualquier alternativa que minimice los conflictos que afectan a amigos y a aliados. Lo que el presidente Donald Trump está haciendo en Oriente Medio es marchar hacia una transición que conduzca a una postura sostenible; una que comparta equitativamente la carga de costos involucrados mientras se mantiene la presión contra ISIS e Irán -principales promotores de desestabilización en la citada región.
De igual manera, Estados Unidos aún mantiene fuerzas en Afganistán. Pero no para combatir en una guerra. En un esfuerzo mancomunado con sus aliados de OTAN, Estados Unidos proporciona consultoría y apoyo para el pueblo afgano, que ha tomado en sus manos la responsabilidad de defenderse a sí mismo.
Los afganos no desean vivir bajo la opresión del Talibán. Respaldarlos no solo es una misión noble, sino que también sirve al interés estadounidense. Si el Talibán se hiciera del control de Afganistán una vez más, pues entonces, ello nos depositaría en el peligroso contexto al que debimos hacer frente el 11 de septiembre de 2001.
En Europa occidental, la Administración Trump en rigor ha incrementado el poder militar propio -tampoco con el fin de combatir en un conflicto bélico, sino para disuadir ante la eventual ocurrencia de uno. Bajo el mandato del presidente estadounidense, ni siquiera un centímetro cuadrado de suelo europeo ha pasado a las manos del presidente ruso Vladimir Putin. Este récord solo le correspondía a dos presidentes en la historia americana.
En Asia, la República Popular China se halla inmersa en un expansionismo militar sin precedentes. Nadie fuera de Pekín entiende que eso hará del mundo un sitio más seguro. No hay dudas de que Estados Unidos, en permanente consulta con sus aliados, necesita potenciar este esfuerzo y contrarrestar esa ambición expansionista.
Y esto nada tiene que ver con llamar a la guerra. Respaldar ese esfuerzo también es una responsabilidad bipartidista, reconociéndose en el proceso que Estados Unidos debe hacer más, si de lo que se trata es de garantizar su futuro como una potencia en el cuadrante Indo-Pacífico.
En otras geografías alrededor del mundo, las fuerzas militares estadounidenses han sido desplegadas en cifras importantes, como también pequeñas. Este elemento militar no tiene por objeto buscar conflictos. Tampoco portan la meta de adueñarse de un pie cuadrado de territorio. Están allí, porque Estados Unidos es una potencia global, con responsabilidades igualmente globales.
Las tropas estadounidenses no son la policía del mundo; sin embargo, su objetivo es resguardar los intereses de los Estados Unidos de América en la totalidad del orbe. Son parte de la exportación más destacada de EE.UU.: una fuerza en pos de la paz y la estabilidad.
De tal suerte que, al tiempo que hacemos honores a nuestros soldados en estas Fiestas, ellos lo agradecen; tal como lo hiciera en su oportunidad el ejército continental cuando se dirigió a su campamento de invierno en Valley Forge. Siempre hemos de tener bien presente por qué debemos estar profundamente agradecidos.