Ciertamente, los detractores del presidente estadounidense Donald Trump no tuvieron una buena velada de Acción de Gracias (Thanksgiving, en inglés), conforme el jefe de Estado americano se trasladó, como parte de un periplo sorpresa, a Afganistán. La novedad certifica que el eslogan 'Estados Unidos, primero' no es un lenguaje codificado para promocionar aislacionismo.
La visita del mandatario a tropas estadounidenses desplegadas allí, su cónclave junto al presidente afgano
Ashraf Ghani, y su anuncio al respecto de que Estados Unidos ha reinaugurado las conversaciones de paz con el Talibán, son muestras de que Estados Unidos está lejos de retroceder -como algunos insisten en mencionar.
Por ahora, debería quedar claro para todos que las acusaciones que tildaban a Trump de aislacionista son tonterías.
Más recientemente, cuando Trump anunció un cambio de rumbo en la política oficial hacia Siria, el presidente estadounidense fue acusado de 'abandonar a Oriente Medio'. Con el correr del tiempo, los hechos en el terreno descalificaron esa afirmación.
Ahora, sabemos que Estados Unidos gestionó un cese al fuego entre fuerzas sirias y kurdas que, sin lugar a dudas, ayudaron a evitar un innecesario baño de sangre. Washington continúa combatiendo al grupo terrorista conocido como Estado Islámico y trabajando con los kurdos; ningún adversario ha podido cosechar beneficios a partir del cambio de rumbo implementado por la Administración estadounidense.
¿Aún creen algunos que la etiqueta de aislacionista le cabe a Trump? Pues, entonces, ¿cómo cuaja ello con la firma presidencial para la legislación que, desde el congreso americano, defenderá al pueblo de Hong Kong en su enfrentamiento con China?
Ahora mismo, Estados Unidos toma debida y detallada nota, a criterio de respaldar el esfuerzo de los ciudadanos hongkoneses a retener las libertades económicas que Pekín prometió honrar, cuando el Reino Unido retornó el territorio a manos chinas, en 1997.
Donald Trump ha sufrido acentuadas presiones desde Pekín, a efectos de que vetara esa legislación. Pero no lo hizo. Realidad que no es coherente con la noción que promociona que Trump busca darle la espalda al mundo libre.
El viaje del mandatario americano a Afganistán fue otro recordatorio de su compromiso de viajar hasta los confines del globo para resguardar los intereses estadounidenses. El evitar que el Talibán controle Afganistán es crítico para la paz y la estabilidad en el Sur de Asia, y para impedir que se produzca un resurgimiento de núcleos similares a al-Qaeda.
Trump se distingue de sus predecesores en el hecho de que él no busca resolver los problemas del mundo, como tampoco pretende ignorar las genuinas amenazas que intentan esmerilar los intereses estadounidenses. Lo que Donald Trump intenta lograr es dejar una huella creíble y sostenible en el concierto mundial, que deje en claro a los adversarios que Estados Unidos no recula, y que no es una nación pusilánime.
A tal efecto, Trump ha presionado para que amigos y aliados de EE.UU. aporten lo que corresponde, a la hora de comprometerse con la responsabilidad de mantener la paz y la estabilidad. El jefe de Estado americano ha liderado a las fuerzas estadounidenses hacia adelante, pero no a criterio de combatir en guerras interminables ni para que funcionen como una policía mundial, sino para salvaguardar los intereses de los Estados Unidos, y para asociarnos con aquellos que compartan nuestra visión de cara a la consolidación de una paz próspera, global y duradera.
Afganistán, entonces, es un caso testigo para lo que puede calificarse como la Doctrina Trump. El presidente estadounidense modificó la misión de las fuerzas militares americanas, llevándolas del combate en guerra, al ofrecimiento global de consultoría y respaldo para el pueblo afgano. Trump hizo un compromiso de no abandonar a esos ciudadanos. Y ofreció al Talibán una salida al conflicto.
Si el Talibán se muestra sinceramente predispuesto a mantener conversaciones de paz con el gobierno afgano, sólo en ese caso, Estados Unidos también estará dispuesto a tomar parte del proceso -pero, en el mientras tanto, EE.UU. continuará ofreciendo apoyo militar para Kabul, y ejecutando operaciones contraterroristas.
Donald Trump ha compartido idénticos ofrecimientos a la totalidad de los competidores de Estados Unidos: Irán, Rusia, China y Corea del Norte.
El periplo del presidente a Afganistán subraya su firmeza a la hora de estar atento a los desarrollos domésticos. Sin dudas, Trump también ocupó su tiempo en compartir con los militares a quienes respeta y aprecia, demostrándoles su agradecimiento y el de su país, por el esfuerzo y el sacrificio que esas tropas realizan.
La Doctrina Trump -y cualquier esfuerzo responsable en materia de política exterior- no puede tener éxito sin nuestros
valientes hombres y mujeres de uniforme. Claramente, el presidente aprecia el
patriotismo por aquéllos exhibido, y todo lo que hacen por los Estados Unidos de América.
Artículo original, en inglés, en éste link