Oriente Medio: la muerte de Qassem Soleimani y el cambio en las reglas de juego
El ataque estadounidense que el jueves pasado se cobrara la vida del General Qassem Soleimani...
El ataque estadounidense que el jueves pasado se cobrara la vida del General Qassem Soleimani fue atrevido, como también consignó un esfuerzo notorio a efectos de neutralizar a una figura clave de las fuerzas armadas iraníes y líder terrorista, en una instancia en la que Irán estaba llamado ya a escalar la crisis en Irak, al planear un 'ataque inminente', de acuerdo con el Secretario de Estado de los Estados Unidos de América, Mike Pompeo.
Soleimani fue el cerebro detrás de la guerra de baja intensidad y de la campaña terrorista propiciadas por Irán contra los EE.UU. y sus aliados, durante muchos años. En su rol de líder de la Fuerza Quds, ala de operaciones especiales de élite en la Guardia Islámica Revolucionaria de Irán (IRGC), esencialmente, Soleimani sirvió como virrey para Irak, Siria y el Líbano.
El ex militar llegó a la fama en Irán y en la región tras supervisar la expansión de las redes de milicias subsidiarias, de grupos terroristas, y de aliados islamistas en la región.
Su Fuerza Quds orquestó la formación, el armado, el entrenamiento y las operaciones de una legió foránea de grupos militantes iraquíes, libaneses, afganos, yemenitas y de otras geografías que Teherán supo desplegar, a efectos de promocionar su agenda imperialista y de exportar la revolución islámica de Teherán.
Durante mucho tiempo, Irán echó mano de milicias subsidiarias para completar su trabajo sucio en Irak. Uno de los terroristas neutralizados junto a Soleimani fue Abu Mahdi al-Muhandis, líder de la franquicia denominada Kata'ib Hezbolá ('Brigadas del Partido de Dios').
Al igual que Soleimani, al-Muhandis había sido designado como activo terrorista por los Estados Unidos. Al-Muhandis fue sentenciado y condenado a muerte in absentia en Kuwait, tras probarse su involucramiento en los atentados con explosivos -registrados en 1983- contra las embajadas de los EE.UU. y de Francia en Kuwait City.
Esta milicia extremista iraquí -moldeada bajo el ejemplo de la milicia terrorista Hezbolá (en cuya constitución también Soleimani colaboró)- fue formada en 2007 como grupo subsidiario bajo el comando directo de la Fuerza Quds tutelada por Soleimani. Kata'ib Hezbolá era una de las milicias iraquíes que la Fuerza Quds empleó para asesinar a más de seiscientos soldados estadounidenses en Irak, desde 2003 hasta 2011, de acuerdo con estimaciones del Pentágono.
Asimismo, Kata'ib Hezbolá fue responsable de la ejecución de numerosos ataques con cohetes sobre tropas americanas en Irak, incluyendo el ataque con misiles del pasado 27 de diciembre, que se cobró la vida de un ciudadano estadounidense y que dio lugar a la presente crisis. Estados Unidos replicó a ese ataque con ataques aéreos contra cinco bases de Bata'ib Hezbolá, y contra sitios de almacenamiento de armamento en Irak y Siria, el pasado 29 de diciembre.
Esta réplica propició que Kata'ib Hezbolá y otras milicias respaldadas por Teherán movilizaran una turba que puso bajo sitio a la embajada estadounidense en Bagdad los días 30 y 31 de diciembre, luego de lo cual se intentó incendiar el edificio. Soleimani aterrizó en el aeropuerto de Bagdad poco después de ese episodio, sin lugar a dudas, con la intención de orquestar otra oleada de peligrosos ataques contra personal estadounidense en territorio iraquí.
La muerte de Soleimani consigna una dura pérdida para el régimen iraní, y para sus subsidiarios o proxies iraquíes. De igual manera, representa una victoria operacional y psicológica de magnitud para Washington.
La dura réplica militar americana y la probada capacidad a la hora de identificar, rastrear y poner en la mira los movimientos de Soleimani, deberían consolidar la capacidad retaliatoria de los EE.UU. en el largo plazo, aún cuando es probable que Irán se decida a incrementar los ataques en Irak y en otras geografías, poco después de la muerte de su general.
No obstante, y a tono con las declaraciones del Secretario de Defensa americano Mark Esper el pasado jueves, previo al ataque: 'Las reglas de juego han cambiado'. Washington ya no tolerará ataques perpetrados por grupos subsidiarios de Teherán sin inflingirles duras pérdidas no solo a ellos sino también a Irán, país que, históricamente, ha actuado con notoria impunidad, desarrollando una guerra en las sombras a través de sus proxies.
La presente política estadounidense, esto es, la de responsabilizar a Teherán por los ataques que sus subsidiarios pudieren perpetrar, fue anunciada en un comunicado de la Casa Blanca durante 2018, luego de que milicias respaldadas por Irán ejercitaran ataques contra instalaciones diplomáticas americanas en suelo iraquí:
A lo largo de los últimos días, hemos visto una serie de ataques que pusieron en peligro a las vidas de personas en Irak, incluyendo uno contra el consulado estadounidense en Basora, y otro contra el edificio de la embajada estadounidense en Bagdad. Irán no actuó con el fin de impedir que sus subsidiarios realizaran estos ataques en Irak; a aquéllos, les brindó financiamiento, entrenamiento y armamento.
Estados Unidos hará responsable al régimen de Teherán, ante cualquier ataque que resulte en personal herido o en daños contra instalaciones estadounidenses. Estados Unidos responderá rápida y decisivamente, en defensa de las vidas de ciudadanos estadounidenses.
En reiteradas oportunidades, el presidente Donald Trump había advertido a líderes políticos iraníes frente a las consecuencias potenciales de cualquier acción contra ciudadanos americanos. No debería ser sorpresa, entonces, que la Casa Blanca haya decidido reforzar la implementación de esa 'línea roja'.
La exitosa réplica militar contra Soleimani consigna un poderosos mensaje al liderato político iraní, al respecto de que sus antiguas tácticas de 'combatir hasta el último iraquí' en una guerra en las sombras contra los Estados Unidos, conducirá desde ahora a mayores riesgos y costos. De ser sostenido este conflicto a lo largo del tiempo, ello podría alterar la relación y los cálculos costo-beneficio, llevando a Teherán y a sus socios a moderar sus políticas agresivas y de índole hostil.
Pero, en medio de las consecuencias de la muerte de Soleimani, es probable que Teherán replique con numerosos ataques, como ha sido su costumbre. Por un lado, explotará una imagen de autovictimización, y buscará movilizar a sus subsidiarios iraquíes para eyectar a la presencia militar estadounidense a través de alguna legislación aprobada por el parlamento iraquí, o por pedido directo del gobierno de coalición en Bagdad -el cual ha sido infiltrado por los amigos iraquíes de Teherán.
En otro andarivel, es probable que la Fuerza Quds recurra a su red de subsidiarios en una miríada de frentes, a criterio de ejecutar ataques terroristas u operaciones de secuestro, para tomar de rehenes a ciudadanos estadounidenses.
Adicionalmente, Irán podría elegir amplificar su escalada de ataques cibernéticos, ataques contra buques petroleros, y ataques con misiles contra la infraestructura energética en el Golfo Pérsico, o bien acelerar la violación de sus compromisos enmarcados en los convenios de no proliferación nuclear.
Sin embargo, todas estas posibilidades se han vuelto cada vez más riesgosas. Es improbable que ellas resulten en beneficios significativos para Teherán, al tiempo que, sin dudas, darán lugar a acciones más firmes de parte de la Administración Trump.
El conflicto con Irán continuará; aunque las reglas del juego están llamadas a modificarse.
Artículo original, en inglés, en éste link
Analista senior en el Centro Douglas y Sarah Allison para Estudios de Política Exterior en la Fundación Heritage. Ha desarrollado numerosos trabajos sobre asuntos relativos al Medio Oriente y sobre terrorismo internacional desde 1978. Es columnista en medios televisivos norteamericanos y ha testificado en comités del congreso estadounidense en relación a temáticas de seguridad internacional.