En su discurso del pasado miércoles al país, el presidente estadounidense Donald Trump reafirmó -claramente y sin incertidumbre- su compromiso de desafiar al recurrente esfuerzo de Irán, que busca propiciar caos en Oriente Medio.
Mientras los críticos de Trump en los Estados Unidos exhiben la costumbre de criticar a sus políticas por ineptas e irresponsables, el régimen iraní sabía perfectamente lo que Trump declararía. Después de todo, Teherán le obsequió al mandatario estadounidense toda la información que aquél necesitaba para moldear su discurso.
En primer lugar,
Irán regaló a Trump un despliegue de fuegos de artificio -pensados para salvar las apariencias en la propia opinión pública iraní-, disparando más de una docena de misiles contra bases en Irak en donde han sido estacionadas fuerzas militares americanas. La '
réplica retaliatoria' en forma de ataque fue un intento muy transparente, de parte del régimen en Teherán, para
quedar bien con sus ciudadanos.
Desde lo técnico, los líderes iraníes podrán relatar a su cada vez más indiferente ciudadanía que están haciendo algo para vengar la muerte del Comandante General Qassem Soleimani, arquitecto en jefe terrorista de la República Islámica de Irán. Pero lo hecho por el liderato en Teherán se pareció, antes bien, a la nada.
A efectos de morigerar la eventualidad de una réplica armada desde Estados Unidos, los iraníes notificaron primero a Irak previo a que la lluvia de misiles tuviera lugar -mensaje que, naturalmente, habrá sido retransmitido a los estadounidenses y a otras fuerzas de coalición localizadas en las áreas-objetivo.
Tal como se buscó desde el inicio, los misiles provocaron daños menores. A partir de entonces, el régimen rápidamente anunció que la réplica había llegado a su fin. El mensaje no pudo ser más claro; es como si Teherán hubiese declarado ante sus ciudadanos: Damas y Caballeros; esto solo ha sido un show.
La respuesta de Trump fue equilibrada, responsable y proporcionada -tal como lo fue el ataque desde la aeronave no tripulada que mató a Soleimani.
No; dijo Trump. Estados Unidos no replicaría con fuego ante Irán, como si esto se tratara de un tiroteo en el Viejo Oeste. En lugar de ello, Estados Unidos continuará tomando medidas diseñadas para que Irán 'se comporte mejor' -acciones que aislarán y reprenderán cada vez más al régimen, dado su comportamiento desestabilizador.
Asimismo, la estrategia de Trump sigue siendo la misma: limitar la capacidad del régimen en Teherán de producir caos, al tiempo que se ofrece la alternativa de retornar a la mesa de negocaciones para construir un verdadero acuerdo; un convenio que verdaderamente involucre un tratamiento sobre el comportamiento más perturbador de los mulás.
Las chances consignaban que los iraníes tenían bien claro que éste sería el contenido del discurso del presidente estadounidense. El show iraní, que sirvió para nada, es un
pobre consuelo para Teherán.
Artículo original, en inglés, en éste link
