INTERNACIONALES: DR. JAMES JAY CARAFANO

¿Se encamina Irán hacia un cambio de régimen?

Si los astrólogos se proponen realizar futurología, eso está bien. Pero lo cierto es que nunca hay certezas...

24 de Enero de 2020

 

Si los astrólogos se proponen realizar futurología, eso está bien. Pero lo cierto es que nunca hay certezas en torno de lo que traerá el futuro. Esto es incluso cierto para cuestiones vinculadas a la seguridad nacional -y suele suceder que las apuestas están a la orden del día.

Ali Khamenei, IránConsidérese a Irán. No hay negocio más arriesgado que predecir el momento en que un régimen autoritario colapsará, bajo el peso de su propia putrefacción. Natan Sharansky comparte una excelente explicación alrededor de este fenómeno, en su libro 'Un Estudio sobre la Democracia' -“The Case for Democracy”, de 2004.

Dada la naturaleza que les es propia, estos regímenes son opacos. Sus líderes ocultan la realidad a su pueblo -incluso entre ellos mismos.

Al mismo tiempo, controlan cada aspecto vinculado al gobierno, a la sociedad civil, a los militares, y a los medios de comunicación. Esto hace realmente difícil que puedan percibirse grietas que eventualmente conduzcan hacia el fracaso y el colapso.

Más aún, no existen en estos sistemas mecanismos que toleren el disenso o el cambio. Cuando se encuentran bajo asedio externo y doméstico, este tipo de regímenes pueden convertirse en una olla a presión hasta que la misma estalla -acaso a partir de un fallo catastrófico que tome a todos por sorpresa.

Qué tan cerca se halla hoy el régimen en Teherán de ese punto de implosión, es un enigma. Hoy, Irán asiste a la peor pesadilla para cualquier sistema autoritario: una intensa presión desde el interior, y desde el frente externo.

Los regímenes de este tipo destacan en el modo de regentear cada uno de aquellos escenarios. Al ser presionados, movilizan a la gente e incluso utilizan la amenaza externa como pretexto para reprimir al disenso con una dureza cada vez mayor. Al ser amenazados desde el frente interno, reprimen crudamente toda voz de oposición.

Pero, cuando estos sisstemas de gobierno acusan golpes desde ambos frentes, luchan por la supervivencia.

Por estas horas, Teherán padece un sinnúmero de presiones, y no solo desde la Administración del presidente estadounidense Donald Trump. Los cancilleres de relaciones exteriores de Alemania, el Reino Unida y Francia se han unido en una condena contra Teherán por no cumplimiento del acuerdo nuclear, denunciando las acciones del régimen por inaceptables.

Irán se encamina hacia un horizonte de mayores padecimientos, a partir de sanciones más profundas, e incapacitantes.

Mientras tanto, en el seno de Irán, los ciudadanos se impacientan. Acaso la pista más evidente de ello, y de cómo las cosas han cambiado desde la revolución de 1979, tiene que ver con los videos de estudiantes iraníes marchando por las calles, deliberadamente rehusándose a pisotear las banderas de Israel y de los Estados Unidos que habían sido dispuestas sobre el pavimento.

¿Quién hubiera pensado asistir a semejante espectáculo en estos tiempos? La imagen podría no ser contundente como las que evidenciaron la ruptura del muro de Berlín, pero no dejan de ser sorprendentes.

Los manifestantes no son el único desafío planteado al régimen iraní. La economía del país se desmorona. Las fuerzas militares subsidiarias de Teherán -que llevan muerte e inestabilidad desde Siria hasta Yemén, Irak, y otras geografías más- se hallan ahora bajo ataque a lo largo de Oriente Medio. Y su líder supremo, Ali Khamenei, no es un novato.

Nadie espera que el octogenario ayatolá resista por mucho tiempo más -en tanto todas las apuestas sugieren que, tras su eventual caída, se desatará una puja por el poder.

Pero esto no equivale a decir que la libertad se halla a la vuelta de la esquina para Irán.

Subsiste aquí un duro núcleo de ayatolás. Ellos han cargado el peso de la revolución sobre sus hombros durante más de medio siglo, y no muestran signos de ceder o perder el control. Han decidido doblar su apuesta a la hora de suprimir todo disenso interno, y se muestran recalcitrantes incluso en su duelo versus Donald Trump.

Las probabilidades explicitan que el gobierno no solo colapsará, ni que Irán se convertirá en un Estado 'normal' como Noruega, como le gusta decir al Secretario de Estado americano, Mike Pompeo.

El escenario más probable es que el régimen exhiba un poco más de aversión al riesgo, mensurando su aventurismo foráneo, de tal suerte que pueda enfocarse en garantizar la seguridad interna. Esto es lo que el régimen ha hecho en el pasado, cuando la revolución parecía mostrarse en jaque.

Sin embargo, es complejo anticipar qué pasos podría tomar Irán -y Estados Unidos no debería intentar adivinarlo. Las consecuencias de anticipar y equivocarse podrían ser verdaderamente negativas.

Por el momento, el mejor curso de acción para Trump es mantenerse aferrado a su estrategia actual, por la sencilla razón de que se trata de una estratagema idóneamente calculada para salvaguardar los intereses estadounidenses.

Estados Unidos no debería presionar por un cambio de régimen. Por principio, no está claro que ese objetivo sea viable. En segunda instancia, aún se está lejos de poder anticipar lo que vendrá después. Probablemente, de este escenario surja una nueva serie de desafíos.

Si el pueblo iraní se inclina por un cambio de régimen (y nadie podría culparlo), eso es su problema. La ciudadanía iraní tiene todo el derecho de gritar 'libertad'. Si logran despojarse de los mulás, Estados Unidos y el resto del mundo deberán lidiar con el resultado.

Si el régimen logra mantenerse, los mulás deberán aprender a vivir siendo un Estado paria, o bien deberán tomar la valiente decisión de abrazarse a los consejos de Pompeo, depositando a Irán en el concierto de las naciones responsables del mundo.



Artículo original, en inglés, en éste link

 

Sobre Dr. James Jay Carafano

Poseedor de master y doctorado en la Universidad de Georgetown, Carafano es un reconocido experto en temáticas de seguridad nacional y desafíos en política exterior. Es vicepresidente de Estudios en Políticas de Defensa y de Política Exterior en la Fundación Heritage, y Director del Instituto Kathryn y Shelby Cullom Davis de Estudios Internacionales. Es también historiador e investigador; su publicación más reciente es "Wiki at War: Conflict in a Socially Networked World" ('Wiki en Guerra: el Conflicto en un Mundo Socialmente Interconectado', 2012), obra que examina el impacto revolucionario del Internet en la seguridad nacional. Es Teniente Coronel del Ejército de los Estados Unidos. Recientemente, se ha desempeñado -asesorando en temas sobre los cuales es experto- en el equipo de transición del presidente estadounidense Donald Trump.