Palestinos pierden valiosa oportunidad, tras rechazar el plan de paz de Donald Trump
El presidente estadounidense Donald Trump dio a conocer su esperado plan de paz...
El presidente estadounidense Donald Trump dio a conocer su esperado plan de paz para israelíes y palestinos, hace pocos días, en una ceremonia llevada a cabo en la Casa Blanca, y de la que tomó parte el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu. Trump declaró que el referido plan 'presenta una oportunidad para ganar en todos los escenarios, para ambas partes; se trata de una solución realista para dos Estados que resuelve el riesgo inherente a la gobernancia palestina, llegando también a solucionar la seguridad de Israel'.
Con entusiasmo, Netanyahu se abrazó a la visión de Trump, proclamando entonces: 'Es un gran plan para Israel. Es una gigantesco plan para la paz'. A continuación, celebró a Trump, calificándolo como 'el mejor amigo que Israel jamás ha tenido en la Casa Blanca'.
En efecto, la visión del mandatario estadounidense frente a la paz remite a la iniciativa más pro-israelí que haya promocionado EE.UU. en su historia. El plan cita en alta prioridad a las necesidades de Tel Aviv en materia de seguridad, al tiempo que reconoce el interés vital de Israel en la retención de control de su frontera con Jordania, y allana el camino para que Washington reconozca la soberanía israelí en numerosos asentamientos y sitios sagrados judíos en la zona en disputa de Cisjordania.
La perspectiva de Trump, de igual manera, involucra una serie de importantísimos beneficios para los palestinos, a quienes se les ha ofrecido la oportunidad concreta de edificar un Estado propio, respaldado por un plan de desarrollo de US$ 50 mil millones para los territorios palestinos y para los Estados árabes vecinos.
Más de la mitad de esos US$ 50 mil millones serían invertidos en proyectos de infraestructura y de negocios en los territorios palestinos durante los primeros diez años, mientras que el remanente de esa cifra sería invertida en Egipto, Jordania y el Líbano.
Este programa económico, que ha sido comparado con el Plan Marshall, iniciativa que en su oportunidad asistiera en la estabilización de la Europa Occidental tras la Segunda Guerra Mundial, potenciaría la prosperidad entre los ciudadanos palestinos, liberándolos de su dependencia frente a limosnas otorgadas desde el extranjero, en tanto obsequiaría a sus hijos un futuro brillante y prometedor.
A pesar de los beneficios económicos y del sendero diplomático pergeñado para un futuro Estado palestino desde esa iniciativa, de inmediato, el liderato político de Palestina rechazó el plan. El Presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, denunció al 'plan del siglo' de Trump, catalogándolo como 'la bofetada del siglo'.
Sucede que, en la práctica, la visión de Trump se ha quedado corta a la hora de considerar las demandas máximas de la Autoridad Palestina en torno de un Estado soberano que controle la totalidad de los territorios en Gaza y Cisjordania, con una capital en Jerusalén Este, y el reconocimiento del 'derecho de retorno' para millones de refugiados palestinos hacia el Estado de Israel.
Sin embargo, esas demandas siempre se han visto teñidas de un carácter poco realista, en tanto consigna riesgos inaceptables para la seguridad de Tel Aviv.
La iniciativa de Trump pondera la eventualidad de edificar un Estado palestino más pequeño, compuesto por Gaza, por aproximadamente el 70% de Cisjordania, y por una serie de canje de territorios en poder de Israel a lo largo de su frontera con Egipto y el norte de Cisjordania.
A criterio de mitigar los riesgos de seguridad de Israel que surgieren de la existencia de ese Estado palestino, los ciudadanos palestinos tendrán la exigencia de renunciar al terrorismo, desarmando a Hamás y a otras franquicias dedicadas al accionar terrorista, reconocer a Israel como un Estado judío, y poner fin a los pagos realizados a familias de palestinos enviados a prisión o asesinados debido a su participación central en esos actos de terrorismo.
Oportunidades para la paz, perdidas
El paradigna del 'territorio de paz' encumbrada en los Acuerdos de Oslo de 1993 fracasaron, en gran parte debido a que la Autoridad Palestina no cumplió con la exigencia de poner fin al terrorismo contra Israel, particularmente, el concluir con el accionar violento de Hamás, rama palestina de la Hermandad Musulmana. Hamás rechaza cualquier negociación de paz con Tel Aviv, y continúa empeñado en lograr la destrucción de Israel.
Después de que Israel se retiró de Gaza en el año 2005, Hamás escenificó un sangriento golpe contra la Autoridad Palestina, tomó el control de Gaza, y convirtió a ese territorio en una base desde la cual atacar a Israel con cohetes, infiltraciones desde túneles subterráneos, y globos incendiarios.
Los israelíes, por su parte, cuentan con sobradas razones para sospechar que un retiro completo de sus fuerzas militares de Cisjordania podría resultar en un golpe implementado por Hamás en perjuicio de la frágil Autoridad Palestina, derivando ello en el establecimiento de otro frente terrorista que actúe contra Tel Aviv.
Los palestinos han empeorado el escenario, al rechazar una serie de convenios de paz propuestos por la Administración del ex presidente estadounidense Jimmy Carter en 1978, por la Administración Reagan en 1982, y por la Administración Clinton en 2000.
Desde 2014, los palestinos han venido rechazando sistemáticamente cualquier negociación con Israel, a menos que Tel Aviv congele por tiempo indeterminado su plan de asentamientos -condición que no ha sido incluída en las negociaciones por los acuerdos de Oslo¡.
La Autoridad Palestina rompió todo vínculo diplomático con Washington en diciembre de 2017, luego de que la Administración Trump reconociera a Jerusalén como la capital política de Israel, y luego de que EE.UU. decidiera mudar su embajada a Jerusalén, desde Tel Aviv.
La impostura de 'todo o nada' encarnada por los palestinos los ha dejado con ninguna posibilidad que les ofrezca esperanza de cara a un futuro mejor. Ahora, la posición palestina rechaza la visión ofrecida por Trump, a pesar del marcado potencial económico que la propuesta del mandatario estadounidense incorpora.
La estrategia de Trump
Aún cuando los palestinos han despreciado con firmeza a la iniciativa de Donald Trump, otros Estado árabes han respaldado el plan americano, compeliendo a los palestinos a no apresurarse.
Bahrein, Omán y los Emiratos Arabes Unidos han enviado a sus embajadroes al evento organizado por la Casa Blanca. Esos diplomáticos se unieron a los de Egipto, Qatar y Arabia Saudí, en lo que consignó una maniobra apelativa hacia los palestinos, a efectos de que éstos consideren los contenidos de la iniciativa como un marco para eventuales negociaciones.
Contar con el apoyo de esos Estados árabes resulta crítico para la estratagema de Donald Trump, la cual persigue sumar el respaldo de Estados árabes que ya han firmado la paz con Israel (como es el caso de Egipto y Jordania), así como también el de los Estados petroleros del Golfo que temen más a Irán que a Tel Aviv (es el caso de Arabia Saudí, los Emiratos Arabes Unidos, Bahrein y Kuwait).
Con todo, aún no queda claro el modo en que los líderes árabes de línea dura presionarán al liderato palestino con miras a que acepten el plan. Si de lo que se trata es de recurrir a una perspectiva realista, es improbable que el plan potencie el avance de conversaciones de paz si los palestinos no se involucran en aquél -lo cual, se insiste, no es probable. Se necesitan dos para bailar un tango, pero los líderes palestinos ciertamente han rechazado reiteradas invitaciones de parte de los Estados Unidos de América a criterio de tomar parte de esa danza.
En consecuencia, es poco probable que el plan de paz de Donald Trump motorice el reinicio de las paralizadas negociaciones para tal fin entre palestinos e israelíes.
Pero, aún si el plan no produjere resultados inmediatos, la propuesta de Trump servirá como un paso inicial útil para alentar a los palestinos para que se aferren a una postura más realista con miras a negociar en el futuro, optimizando los prospectos para la paz en el largo plazo.
Artículo original, en inglés, en éste link
Analista senior en el Centro Douglas y Sarah Allison para Estudios de Política Exterior en la Fundación Heritage. Ha desarrollado numerosos trabajos sobre asuntos relativos al Medio Oriente y sobre terrorismo internacional desde 1978. Es columnista en medios televisivos norteamericanos y ha testificado en comités del congreso estadounidense en relación a temáticas de seguridad internacional.