Más mentiras sobre Irán: surgen nuevos datos
Como ya es bien sabido, el ciclo de las noticias en los Estados Unidos rara vez exhibe...
Como ya es bien sabido, el ciclo de las noticias en los Estados Unidos rara vez exhibe más de veinticuatro horas de duración, aunque este dato no debería servir como excusa cuando una historia de importancia que contradice lo afirmado por la Administración Trump emerge y, de súbito, se diuye. El público específico que sabe realizar un seguimiento de las noticias bien podrá recordar que, algo más de un mes atrás, Estados Unidos asesinó a un oficial iraní de carrera, de nombre Qassem Soleimani. El matar abiertamente a alguien que pertenece al gobierno de un país con el que no se está en guerra es -como mínimo- inusual, particularmente cuando el delito es perpetrado en un tercer país, con el cual tanto el ejecutor del mismo como la víctima mantienen vínculos amistosos. La justificación ofrecida por el Secretario de Estado Mike Pompeo, al hablar en nombre de la Administración, fue que Soleimani se hallaba en Irak planeando un 'inminente' y masivo asesinato de ciudadanos estadounidenses, para lo cual no se ha proporcionado evidencia adicional -ni entonces, ni hasta el momento.
Rápidamente, se supo que el ciudadano iraní de referencia se hallaba de hecho en Irak, para conversar con el primer ministro Adel Abdul Mahdi, al respecto de un plan que hubiese llevado a la morigeración de las hostilidades recurrentes entre Arabia Saudita e Irán, como parte de un cónclave que la Casa Blanca en apariencia conocía de antemano y que pudo haber aprobado. De ser éste el caso, los eventos tal como se desarrollaron sugieren que el gobierno de los Estados Unidos habría alentado a Soleimani para que hiciera ese periplo, de tal suerte de que se le pudiera tender una trampa, para ser eliminado luego. Más tarde, Donald Trump descartó la ausencia de cualquier tipo de colaboración frente al relato sobre la 'amenaza inminente' promocionada por Pompeo, expresando que no importaba si Soleimani era o no un terrorista que merecía morir.
El incidnte que dio inicio al ciclo de asesinatos que eventualmente incluyeron el del propio Soleimani consistió de un ataque, fechado el 27 de diciembre pasado, contra una base estadounidense en Irak -episodio en el que perdieron la vida dos soldados estadounidenses, mientras que dos iraquíes resultaron heridos. En ese hecho, falleció un contratista estadounidense que, nativo de Irak, se desempeñaba como traductor. De inmediato, Estados Unidos responsabilizó a Irán, afirmando que el evento había sido perpetrado por una milicia chiíta respaldada por Teherán, y conocida como Kata'ib Hezbolá. No se ofreció evidencia para respaldar esa afirmación, en tanto se procedió con una represalia contra una base de Kata'ib; en consecuencia, perecieron allí 25 iraquíes que se hallaban en el terreno, combatiendo contra elementos residuales del Estado Islámico (EI). Los milicianos habían sido incorporados al Ejercito Iraquí, y esta réplica desproporcionada llevó a la ocurrencia de tumultos en los extramuros de la embajada estadounidense en Bagdad, episodio por el que también se responsabilizó a Irán desde EE.UU. A continuación, pues, se sucedieron los asesinatos de Soleimani y de nueve oficiales de carrero en las fuerzas armadas iraquíes. Irán respondió, por su parte, disparando misiles contra fuerzas estadounidenses, hiriendo a más de un centenar de soldados, y luego derribó por error a una aeronave comercial de pasajeros, pereciendo allí 176 personas más. Como consecuencia del asesinato, a manos americanas, de 34 iraquíes en ambos incidentes, el parlamento de Irak votó por la expulsión de la totalidad de las fuerzas militares de los Estados Unidos de su territorio.
Ahora, pareciera ser que la muerte originaria del contratista estadounidense que dio inicio a la seguidilla de réplicas no fue, en lo absoluto, perpetrado por Kata'ib Hezbolá. Un equipo de investigaciones del Ejército Iraquí ha reunido convincente evidencias, al respecto de que el ataque fue escenificado por el Estado Islámico. En rigor, el gobierno de Irak ha probado que Kata'ib al Hezbolá no contaba con presencia en la provincia de Kirkuk -sitio donde el ataque tuvo lugar-, desde al menos 2014. Ese cuadrante es ciento por ciento sunita y, como es lógico, los chiítas no son bienvenidos allí, mientras que se le da la bienvenida a todo elemento sunita del EI. Finalmente, esa geografía es una de las que protagonizó el surgimiento del núcleo que luego sería dado en llamar Estado Islámico.
Este novedoso desarrollo fue informado por el matutino estadounidense New York Times, en un artículo intitulado '¿Se equivocó Estados Unidos en el ataque que casi dio inicio a una guerra con Irán?. Oficiales militares y de inteligencia iraquíes han planteado sus dudas al respecto de quién disparó realmente los cohetes que iniciaron una peligrosa espiral de eventos'. A pesar de la naturaleza sensacionalista del informe, lo cierto es que el material ha sido ignorado por los canales de noticias y por otros espacios de los medios de comunicación tradicionales, permitiendo que la Administración Trump se saliera con la suya con otra gran mentira, una que sencillamente podía haber comenzado un conflicto bélico con Teherán.
Los investigadores iraquíes detectaron e identificaron a la camioneta Kia abandonada, la cual portaba un lanzador improvisado de cohetes Katyusha -vectores empleados para el ataque. Se llegó a ella tras detectarla en un camino desértico cercano a la periferia de la base militar conjunta americano-iraquí K-1, que fuera golpeada por al menos una decena de misiles en diciembre pasado, la mayoría de los cuales impactó en el sector estadounidense.
No existen evidencias que directamente vinculen el referido ataque con un grupo en particular, mientras que la improvisada camioneta Kia es utilizada por todos los beligerantes en combates regionales, aunque los oficiales iraquíes se han enfocado en el hecho de que fue el Estado Islámico el núcleo que ejecutó tres ataques por separado en cercanías de la base en los diez días que precedieron al 27 de diciembre. Adicionalmente, se conocen informes de la inteligencia iraquí -compartidos en su momento con el comando estadounidense-, en donde se advetía que podría tener lugar un ataque del EI contra la base K-1 específicamente; K-1 es una base aérea que Irak comparte con fuerzas de los Estados Unidos.
La información de inteligencia recopilada sobre el ataque fue compartida con investigadores estadounidenses, que también llegaron a examinar la camioneta de rigor. El Times informó que el Comando de los EE.UU. en Irak sigue insistiendo en que el ataque fue perpetrado por Kata'ib, respaldándose en información (y, según han dicho, en comunicaciones interceptadas que se rehúsa a hacer públicas). Las fuerzas militares estadounidenses pudieron no haber compartido con sus pares iraquíes la información de inteligencia que poseían, frente a preocupaciones de que ella podría ser trasladada luego a Irán. Sin embargo, los oficiales militares iraquíes no dejan de mostrarse perplejos por la reticencia de su aliado a confiar en ellos.
Si la investigación iraquí sobre los hecohs en torno del ataque contra K-1 de diciembre es confiable, pues entonces las acciones desaprensivas de Donald Trump en Irak de fines de diciembre y comienzos de enero no podrían justificarse. Peor aún, todo ello pareciera exhibir que la Casa Blanca estaba buscando una excusa con tal de ultimar a un oficial iraní de carrera con el fin de remitir algún tipo de mensaje, provocación que fácilmente pudo haber resultado en una guerra que no hubiese arrojado beneficios para nadie. En honor a la verdad, la Administración Trump ha mentido en torno de falsos datos vinculados a Oriente Medio, y lo ha hecho tantas veces que ya no será sencillo atribuírle confianza. Infortunadamente, exigirle cualquier tipo de rendición de cuentas al equipo Trump exigiría contar con un Congreso dispuesto a reconocer su responsabilidad por la verdad en el andarivel gubernamental. Y ese Congreso debería contar con medios de comunicación dispuestos a criticar a una Administration que, periódicamente, reprende a cualquier persona o entidad que se atreva a desafiarla. Esta es la infortunada realidad de los Estados Unidos en la actualidad.
Artículo original, en inglés, en éste link | Traducido con permiso del autor; republicado desde Strategic Culture Foundation (Estados Unidos)
Especialista en contraterrorismo; ex oficial de inteligencia militar de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos de América (CIA). Se desempeña como columnista en medios estadounidenses, y como Director Ejecutivo en el Council for the National Interest. Giraldi es colaborador frecuente en Unz.com, Strategic Culture Foundation y otros. En español, sus trabajos son sindicados con permiso en El Ojo Digital.