Para los Estados Unidos, abandonar Africa no es una opción
El Secretario de Defensa de los Estados Unidos, Mark Esper, atrajo críticas desde el Congreso...
El Secretario de Defensa de los Estados Unidos, Mark Esper, atrajo críticas desde el Congreso y otros sitios, cuando informó que el Pentágono estaba reduciendo el volumen de sus compromisos en el continente africano. En efecto, sería erróneo que EE.UU. se alejara de ese territorio. Pero las acciones de Esper son reflejo de una triste realidad: la huella dejada por los Estados Unidos en Africa no es la ideal. El problema es que Esper no puede, en soledad, solucionarlo todo.
Estados Unidos desplegó un comando militar para Africa hace ya dos décadas. Esa fue la decisión acertada. Previo a AFRICOM, Africa se exhibía como el punto ciego de la estrategia estadounidense durante la Guerra Fría. AFRICOM es de utilidad a la hora de proporcionar información de advertencia temprana, al tiempo que oficia de socio regional para la cooperación americana en relación a temáticas de seguridad.
Infortunadamente, las operaciones contraterroristas se volvieron un trabajo de tiempo completo. Y ello solo empeoró luego de que EE.UU. aplastó al 'califato' del Estado Islámico en Siria e Irak. Esta acción forzó al elemento remanente de ISIS y de al-Qaeda a reagruparse hacia el sur, explorando nuevas oportunidades.
El terrorismo, particularmente en la región del Sahel, ha registrado una explosión en años recientes. Hasta nueve grupos terroristas islámicos operan hoy en ese cuadrante, en donde antes sólo había uno: AQIM.
Los ataques y la consecuente pérdida de vidas humanas no solo están incrementándose, sino que se extienden a más territorios. Naciones como Burkina Faso, que solían mostrarse inmunes, se encuentran ahora bajo asedio.
En cualquier momento, Estados Unidos cuenta con entre cinco mil y seis mil activos militares en Africa -muchos de los cuales se hallan abocados al esfuerzo antiterrorista, desde el entrenamiento de fuerzas locales hasta el comando de ataques con aeronaves no tripuladas (drones).
El Departamento de Defensa estadounidense se exhibe hoy reconfigurando el alcance de las acciones en Africa. Aún cuando el Pentágono quisiera redirigir mayores esfuerzos para lidiar con China, ese razonamiento no sería sólido si involucrara el retiro de fuerzas desplegadas en el continente africano. El Pentágono bien podría retirar hasta el último soldado de AFRICOM, pero ello no sería suficiente para retomar siquiera una única isla en el Pacífico.
Por otro lado, los elementos de AFRICOM desempeñan un rol indispensable en Africa, especialmente en el ya citado Sahel. Estados Unidos proporciona importante información de inteligencia, logística y capacidades de transporte aéreo a las abrumadas fuerzas locales y europeas que han estado combatiendo a núcleos terroristas.
Con todo, a Esper le asiste la razón. El rol estadounidense debe ser repensado; faena que no puede recaer en el Pentágono, en soledad.
Las actividades que hacen a la Defensa son un componente fundamental en el combate, pero no pueden solucionar por sí solas el problema del terrorismo en Africa (ni en geografía alguna). La supresión de organizaciones terroristas exige, en simultáneo, proceder a generar descrédito sobre la ideología islamista que sirve de motor a terroristas. Y sólo podrán asistir en ese capítulo aquellas personas de creencia musulmana interpreten la fe de manera tolerante.
Adicionalmente, derrotar al terrorismo necesita del funcionamiento responsable de parte de gobiernos locales, los cuales ofrezcan suficiente seguridad, justicia y esperanza a sus ciudadanos. Ello también deberá incluir la promesa de un futuro mejor, para que esa ciudadanía no vea incentivos en respaldar a grupos que se potencian con el terror. El principal desafío que involucra a la política exterior de los Estados Unidos hacia Africa es que el citado continente se halla repleto de gobiernos incompetentes y cleptocráticos.
China (cuando no se menciona a Rusia) solo contribuye a empeorar esos problemas. Las inversiones llevadas allí por Pekín fogonean la corrupción pública mucho más de lo que llevan prosperidad. Este factor hace que los malos gobiernos se vuelvan aún peores.
Esper comprende que Estados Unidos debe obrar en modos más sofisticados. EE.UU. necesita llevar a la práctica tres iniciativas (que ahora no están implementándose):
En primer lugar, coordinar el empleo de las capacidades estadounidenses, para que se concentren mejor en atender al referido desafío. Esto no es una frase hecha digna de sticker de paragolpes de automóvil y que involucre a 'todo un gobierno'. Lo que corresponde es reunir a las personas adecuadas, lograr que se arremanguen y atiendan a problemas específicos.
En segundo orden, la paz y la prosperidad en Africa es un asunto de importancia superior para los europeos. Cuando las cosas salen mal en Africa, las consecuencias se derraman sobre Europa. Estados Unidos y las naciones europeas deberán asociarse en este esfuerzo -nuevamente, poniendo un celoso foco en las problemáticas puntuales. Y será un desafío de magnitud. Ambas partes habrán de hacer a un lado sus diferencias políticas que tienen por costumbre alejarse de las soluciones.
Tercero y final, las operaciones estadounidenses deberán servir para morigerar la influencia desestabilizadora de la República Popular China.
Y hemos de ser claros: el noventa y nueve por ciento del objetivo que persigue convertir al Africa en una región de paz, libertad y prosperidad debe ser llevado a la práctica por los propios africanos. El empuje derivado del verdadero crecimiento económico de estas naciones deberá ser propiciado por un sector privado que tenga a la libertad económica como principal norte.
Lo que el mundo libre puede ofrecer, es un socio. Construir la sociedad correcta tiene mucho más que ver con un retiro de tropas desplegadas en suelo africano. Esper bien lo sabe. Lo que él necesita es un equipo que lo ayude a diseñar el rol ideal para los Estados Unidos en la región.
Artículo original, en inglés, en éste link
Poseedor de master y doctorado en la Universidad de Georgetown, Carafano es un reconocido experto en temáticas de seguridad nacional y desafíos en política exterior. Es vicepresidente de Estudios en Políticas de Defensa y de Política Exterior en la Fundación Heritage, y Director del Instituto Kathryn y Shelby Cullom Davis de Estudios Internacionales. Es también historiador e investigador; su publicación más reciente es "Wiki at War: Conflict in a Socially Networked World" ('Wiki en Guerra: el Conflicto en un Mundo Socialmente Interconectado', 2012), obra que examina el impacto revolucionario del Internet en la seguridad nacional. Es Teniente Coronel del Ejército de los Estados Unidos. Recientemente, se ha desempeñado -asesorando en temas sobre los cuales es experto- en el equipo de transición del presidente estadounidense Donald Trump.