INTERNACIONALES: MAIYA CLARK

El Pentágono y su respuesta ante la amenaza del COVID-19 contra la industria de la Defensa

El coronavirus está propiciando un efecto disruptivo en todos los sectores...

29 de Abril de 2020

 

El coronavirus está propiciando un efecto disruptivo en todos los sectores de la economía de los Estados Unidos, y la base industrial para la defensa no es una excepción.

General David Goldfein, Coronavirus, PentágonoA efectos de minimizar el impacto en los niveles de preparación de las fuerzas armadas estadounidenses, el Departamento de Defensa está intentando morigerar los amenazantes efectos que se ciernen sobre la cadena de suministros que alimenta a la industria de la defensa -ya fuere que esos recursos se localicen en territorio continental de los EE.UU. o en el exterior.

En los hechos, la base industrial para la defensa en los Estados Unidos es un sofisticado ecosistema, que contabilizar numerosos andariveles de proveedores. El sistema es en extremo complejo, como lo son los productos que crea.

Uno de los ejemplos más exquisitos de esa complejidad hace al jet de combate F-35; la aeronave cuenta unas 300 mil piezas individuales que proceden de más de 1.400 proveedores geográficamente situados en 48 estados de la Unión, en Puerto Rico, y en siete naciones asociadas al programa.

No obstante, esa complejidad se vuelve vulnerable en tiempos de pandemia. Si un proveedor se ve perentoriamente forzado a paralizar su producción, o si debe clausurar directamente, el impacto genera oleadas a través de la cadena de aprovisionamiento, dando lugar a demoras en programas de localización de fondos de marcada importancia -trátese del F-35 o del portaviones clase Ford.

El Departamento de Defensa de los Estados Unidos ha tomado nota sobre este espectro de vulnerabilidades surgidas a consecuencia del COVID-19, y actuó en consecuencia para hacerle frente.

Comenzó por discriminar al detalle la base industrial para la defensa -incluyendo la totalidad de los proveedores. no solo a sus contratistas de primera línea, como es el caso de Lockheed Martin y General Dynamics-, designando a estos proveedores como parte de la infraestructura crítica.

Esta pronta reacción permitió que los estados del país excluyeran de las cuarentenas o confinamientos obligatorios a los proveedores de la industria, permitiendo que esas firmas mantuvieran abiertas y en funcionamiento sus líneas de producción.

Sin embargo, el virus ha obligado a ciertos proveedores a interrumpir operaciones, a pesar de esa designación como pertenecientes a la infraestructura central del proceso. En algunos casos, el virus ha forzado a trabajadores a permanecer en sus domicilios, ya fuere debido a que exhibían síntomas, o porque tenían la preocupación de contraer la dolencia.

Numerosos proveedores y pequeños negocios no pueden, en la práctica, interrumpir su funcionamiento durante semanas -ni siquiera, durante meses. A efectos de lidiar con esta problemática, la cual afecta el flujo de caja de los involucrados, el Pentágono anunció -el pasado 20 de marzo- que incrementaría los pagos en proceso para contratistas de primer escalafón, a US$ 3 mil millones, con la expectativa de que ese nivel de contratistas distribuyan ese dinero a lo largo de sus cadenas de aprovisionamiento.

Normalmente, los pagos en proceso a contratistas se efectúan con rigor mensual, para que éstos puedan asumir los costos y trabajos que surgen de determinado contrato. Esos pagos son realizados bajo un formato porcentual sobre el costo total, el balance final es abonado al momento de completarse el contrato. La tasa es, ordinariamente, del 80%; pero ésta ha alcanzado el 90% para las grandes firmas, y al 95% para las más pequeñas.

Por su parte, Lockheed Martin y Boeing ya han anunciado planes con miras a acelerar el flujo de esos fondos, hacia sus respectivos proveedores.

Los proveedores de orden doméstico no son, sin embargo, el único asunto a ser atendido en la base industrial para la defensa. Los proveedores internacionales son igualmente críticos para los programas de localización de partidas presupuestarias en la defensa de los Estados Unidos; y el Pentágono tiene menos influencia sobre la capacidad de estos proveedores para no interrumpir su producción.

México no ha eximido a su industria de la defensa de los confinamientos forzados; esto ha dado lugar a la ocurrencia de demoras en ciertos programas estadounidenses (particularmente en el sector aeroespacial) que suelen respaldarse en componentes mexicanos.

Ellen Lord, Subsecretario para Compras y Mantenimiento, declaró el pasado lunes que se dirigiría por carta a Marcelo Ebrard, canciller de México, para solicitarse que permita la reapertura de proveedores críticos para los Estados Unidos.

De igual modo, existe la preocupación frente a que el impacto del COVID-19 en la cadena de aprovisionamiento para el F-35 termine arrojando como resultado una demora en el programa. El General David Goldfein (foto), Jefe del Estado Mayor de la Fuerza Aérea de los EE.UU., afirma que se han previsto demoras en el programa F-35 a partir del virus, y ya ha tomado medidas junto a sus contrapartes en las naciones asociadas al programa, para mitigar los mencionados efectos en el conjunto de la cadena.

'Hemos iniciado una sólida conversación con los jefes de los estados mayores en otros países', dijo Goldfein el pasado miércoles, para agregar luego que ya había mantenido comunicación al respecto con sus contrapartes en la Fuerza Aérea de Italia, y la Fuerza Aérea del Canada.

Pero Goldfein no solo se preocupa por la necesidad de lograr que los proveedores continúen funcionando. Antes bien, desea trabajar junto a los aliados de EE.UU. para que ponderen debidamente una pregunta: '¿Cómo podríamos colaborar, a efectos de que los proveedores de segundo y tercer escalafón sigan operando saludablemente a través de este período de COVID-19, de tal suerte que, al final del proceso, nuestra base industrial se caracterice por un funcionamiento óptimo?'.

Probablemente, el impacto de la pandemia de coronavirus en la cadena de aprovisionamiento comporte un efecto marginal positivo; esto es, aumentar las chances de optimizar la visibilidad de la cadena de aprovisionamiento del Departamento de Defensa, y que el conocimiento obtenido en el ínterin sea prioritario en tiempos futuros.

El pasado lunes, Lord fue consultada, en su conferencia de prensa, qué había aprendido el Pentágono -o no- sobre su propia cadena de suministros, y cómo ella podría ayudar a modificar ese escenario. Ford afirmó que su equipo se había estado 'enfocando en la totalidad de los instrumentos de la cadena de aprovisionamiento, a lo largo de las dos últimas semanas'.

Sin lugar a dudas, esas variables habrán de beneficiar al Pentágono en el futuro, más allá de la duración de la pandemia de coronavirus.



Artículo original, en inglés