Con el inicio de la pandemia del coronavirus, las monedas de todo el mundo se hundieron profundamente. Para nombrar algunos damnificados: la Argentina, Brasil, Colombia, Irán, Líbano, México, Nigeria, Rusia, Sudáfrica, Siria, Turquía, Venezuela y Zimbabue. No solo se ha desmoronado el valor de la moneda en estos países, sino que la carga de sus deudas externas también se ha disparado. La inestabilidad del tipo de cambio es una maldición.
De hecho, la inestabilidad monetaria, las
crisis bancarias, el aumento de la
inflación, los
incumplimientos de la
deuda externa, y los auges y las caídas económicas tienen una fuente en común: la inestabilidad del tipo de cambio. Los males inducidos por la inestabilidad del tipo de cambio traen consigo llamados a reformas políticas.
Karl Schiller, ministro de Finanzas alemán entre 1966 y 1972, comprendió este simple hecho. El mantra de Schiller era claro y firme: '
La estabilidad no lo es todo pero, sin estabilidad, todo es nada'. Pues, bien; el
mantra de Schiller es mi
mantra.
En mis análisis, propongo un cambio de régimen que mejoraría la estabilidad en la esfera monetaria internacional: las cajas de conversión privadas. ¿Qué es una caja de conversión exactamente?
Una caja de conversión emite billetes y monedas convertibles bajo demanda a una moneda extranjera de anclaje y a una tasa de cambio fija. Como reservas, cuenta con bonos de bajo riesgo que devengan intereses y están denominados en la moneda de anclaje y, típicamente, algo de oro. Los niveles de reserva (tanto su piso como su techo) son establecidos por ley y equivalen a un 100% o un poco más de sus pasivos monetarios (billetes, monedas, y, si está permitido, depósitos). Una caja de conversión genera ganancias (señoreaje), en virtud de la diferencia entre el interés que gana sobre sus activos de reserva y el gasto de mantener sus pasivos. Por diseño, una caja de conversión no tiene poderes monetarios discrecionales, y no puede participar en la emisión de dinero fiduciario. Tiene una política de tipo de cambio (el tipo de cambio es fijo), pero no tiene una política monetaria. Las operaciones de una caja de conversión son pasivas y automáticas: su única función es cambiar la moneda nacional que emite por una moneda ancla a una tasa fija. En consecuencia, la cantidad de moneda nacional en circulación está determinada por las fuerzas del mercado; es decir, la demanda de la moneda nacional.
Una caja de conversión no puede emitir crédito. No puede actuar como prestamista de última instancia, ni otorgar crédito al sistema bancario. Tampoco puede otorgar préstamos a las autoridades fiscales y a las empresas estatales. En consecuencia, dicho régimen impone disciplina a la economía, a través de una firme restricción al presupuesto. Como resultado, en comparación con los países que emplean la banca central, los países con caja de conversión tienen déficits fiscales más bajos, un nivel de deuda pública en relación al PIB más bajo, tasas de inflación inferiores y un crecimiento más rápido.
Históricamente, las cajas de conversión han existido en aproximadamente 70 países, y ninguna ha fallado –incluída la caja de conversión del norte de Rusia, instalada el 11 de noviembre de 1918, durante la guerra civil que siguió la revolución bolchevique. Su arquitecto fue John Maynard Keynes, quien era un funcionario del Tesoro Británico en ese entonces. Hoy, la caja de conversión más notable es la de Hong Kong. Lo que todas las cajas de conversión, pasadas y presentes, tienen en común es que son instituciones estatales. Sin embargo, no existe el requisito de que las cajas de conversión sean de propiedad estatal.
Durante muchos años, mi colaborador Kurt Schuler y yo hemos abogado por las cajas de conversión privadas. En nuestro proyecto de ley para dicho régimen, propusimos que las oficinas y reservas estuvieran localizadas en Suiza, y gobernadas bajo la ley suiza. Con el advenimiento de las criptomonedas, la perspectiva de nuestra idea, o algo similar a ella, esta por convertirse en una realidad. De hecho, el papel blanco emitido por la Asociación Libra en 2019 establece explícitamente que la criptomoneda Libra se parecería a una caja de conversión. Si bien eso es correcto en términos generales, la Libra salió a trompicones, y aún no es una realidad.
Los bancos centrales muy claramente sienten la amenaza que presenta el prospecto de cajas de conversión privadas, como Libra. De hecho, un informe del 2019 sobre monedas digitales del Foro Oficial de Instituciones Monetarias y Financieras en Londres e IBM presenta los resultados de 23 bancos centrales. La mitad de los encuestados respondieron que percibían el uso generalizado de monedas descentralizadas, privadas y digitales como una amenaza real. Conforme lo expresaron los banqueros centrales, las monedas privadas podrían potencialmente 'perturbar el sistema financiero global y quebrantar la soberanía de las autoridades monetarias'. Pero tal afirmación carece de sentido. Lo que realmente preocupa a las autoridades de la banca central es la competencia de por parte de monedas privadas y estables.
El prospecto de tener cajas de conversión privadas –que se encuentren respaldadas por monedas fiduciarias estables u oro– es prometedor. Las fuerzas competitivas desatadas por las monedas privadas sería un gran factor estabilizador.