Colombia: el Caso Uribe y la desestabilización regional
La principal habilidad del diablo es hacer creer que no existe...
18 de Agosto de 2020
La principal habilidad del diablo es hacer creer que no existe, dijo el Papa Francisco, en alguna oportunidad.
Y esa es también la principal habilidad de los comunistas que, ahora, disfrazados de benévolo socialismo o refinado progresismo, intentan volver al poder desde donde fueron desalojados tras dos décadas de pésimos gobiernos, ladronismo y represión a la libertad. Lo de Alvaro Uribe se inscribe en esa lucha; los efectos de su encarcelamiento trascienden la ebullición de cotarro político local, y sus ondas se extienden por el continente.
Basta con ver los titulares de la prensa, los pronunciamientos y las redes sociales en todos los países latinoamericanos. El galimatías jurídico que justifica la medida de aseguramiento, procede de unas muy desprestigiadas cortes, con un 85% de la opinión pública que no confía en ellas. Más que explicar la decisión, el farragoso auto intenta enviar un mensaje intimidatorio, exhibiendo un trofeo de guerra simbólico de esta lucha entre los valores y principios de nuestra cultura occidental y los de un globalismo que pretende convertirnos en abejas para 'salvar el mundo' y obligarnos a producir para unas pocas reinas en el panal. Obrerismo de fondo; miseria a la vista.
Como bien lo dijo el fiscal Alberto Nisman, 'suicidado' por el régimen de la Señora Kirchner, 'El presidente Uribe es el muro de contención que separa a Colombia del comunismo'. Ese muro desbarató sesenta años de una persistente intentona terrorista con miras a apoderarse de la joya de la corona de las débiles democracias liberales en Latinoamérica. En esta misma lucha actual se inscriben Donald Trump y Jair Bolsonaro. La gran prensa, pervertida por ambiciones monopólicas, muy difícilmente trasmitirá alguna buena noticia sobre estos tres personajes que enfrentan un ataque inédito y a muerte.
Mírese el peligroso escenario de los Estados Unidos de América con Antifa, con algunos de sus miembros vinculados al terrorismo sirio y con Black Lives Matter (BLM), y sus creadores declarados marxistas. Por estos lares, la alianza entre narcotráfico (Ernesto Samper) y comunismo (Iván Cepeda), patente en el Grupo de Puebla, satélite del Foro de Sao Paulo, promueven el narcosocialismo, mientras Caracas prohija el brazo armado de las narcoFARC. Pero, tanto en política como en física, a toda acción corresponde una reacción en dirección opuesta, y de igual intensidad. Todo el andamiaje jurídico de utilería contra Uribe está despertando una fuerte reacción de sus admiradores, que son mayoría -y de quienes no lo admiran, pero sufren la vergüenza de magistrados venales y corruptos. El temor aquí, que por momentos parece un deseo reprimido, es similar al del ciudadano estadounidense promedio frente a los ataques sinsentido de la Antifa y BLM: que se despierte una reacción irracional de la extrema derecha que pueda escalar a un conflicto mayor. En Estados Unidos se oyen voces advirtiendo una Guerra Civil.
En Colombia, se percibe la renovación de la cruda violencia de la cual no nos hemos alejado y que el mal acuerdo de La Habana renovó. En el tablero del juego regional, la narcocamarilla de Miraflores, siempre a punto del colapso, parece incólume a pesar del derrumbe del país; Evo Morales tiene alborotada a Bolivia, buscando regresar a su proyecto de incanato socialista; Cuba hormiguea en Colombia planeando calculadamente sus pasos para ayudar al éxito de los comunistas en el 2022; Irán-Hezbolá, aumenta su poder desde Venezuela; Rusia, China, Turquía, calculan cualquier movimiento, cualquier pronunciamiento, cualquier 'ayuda'. En su última renovación cuatrienal del Libro Blanco de la Defensa, Brasil contempla la posibilidad de su involucramiento en 'tensiones y crisis en el entorno estratégico' ante los cuales 'el país podrá verse motivado a contribuir a la solución de eventuales controversias o defender sus intereses'. Este giro en la política de seguridad exterior brasileña, ¿se trata de una diplomática alerta regional?
Los veredictos electorales en los EE.UU. y Bolivia, en los próximos meses, marcarán el rumbo político, económico y social de la región, un continente con vastos recursos naturales, fronteras incontrolables, altos índices de impunidad y de corrupción y con las mayores tasas de homicidio del mundo.
En esta cancha, urge la organización de poblaciones y sectores que no quieren perder su libertad en manos de populistas de izquierda, cuyo único trabajo ha sido incentivar el odio generado en la envidia del éxito del trabajo duro e inteligente. En Colombia, un rol protagónico cumplirá la Reserva Activa, misma que derrotó a los narcoterroristas con las armas legales y legítimas del Estado, y al que ahora deberá aplastar con la fuerza de los votos.
Lo de Uribe, pues, no es de talla menor, y se enmarca en una seria amenaza regional de desestabilización, alentada por la dictadura venezolana.
Y esa es también la principal habilidad de los comunistas que, ahora, disfrazados de benévolo socialismo o refinado progresismo, intentan volver al poder desde donde fueron desalojados tras dos décadas de pésimos gobiernos, ladronismo y represión a la libertad. Lo de Alvaro Uribe se inscribe en esa lucha; los efectos de su encarcelamiento trascienden la ebullición de cotarro político local, y sus ondas se extienden por el continente. Basta con ver los titulares de la prensa, los pronunciamientos y las redes sociales en todos los países latinoamericanos. El galimatías jurídico que justifica la medida de aseguramiento, procede de unas muy desprestigiadas cortes, con un 85% de la opinión pública que no confía en ellas. Más que explicar la decisión, el farragoso auto intenta enviar un mensaje intimidatorio, exhibiendo un trofeo de guerra simbólico de esta lucha entre los valores y principios de nuestra cultura occidental y los de un globalismo que pretende convertirnos en abejas para 'salvar el mundo' y obligarnos a producir para unas pocas reinas en el panal. Obrerismo de fondo; miseria a la vista.
Como bien lo dijo el fiscal Alberto Nisman, 'suicidado' por el régimen de la Señora Kirchner, 'El presidente Uribe es el muro de contención que separa a Colombia del comunismo'. Ese muro desbarató sesenta años de una persistente intentona terrorista con miras a apoderarse de la joya de la corona de las débiles democracias liberales en Latinoamérica. En esta misma lucha actual se inscriben Donald Trump y Jair Bolsonaro. La gran prensa, pervertida por ambiciones monopólicas, muy difícilmente trasmitirá alguna buena noticia sobre estos tres personajes que enfrentan un ataque inédito y a muerte.
Mírese el peligroso escenario de los Estados Unidos de América con Antifa, con algunos de sus miembros vinculados al terrorismo sirio y con Black Lives Matter (BLM), y sus creadores declarados marxistas. Por estos lares, la alianza entre narcotráfico (Ernesto Samper) y comunismo (Iván Cepeda), patente en el Grupo de Puebla, satélite del Foro de Sao Paulo, promueven el narcosocialismo, mientras Caracas prohija el brazo armado de las narcoFARC. Pero, tanto en política como en física, a toda acción corresponde una reacción en dirección opuesta, y de igual intensidad. Todo el andamiaje jurídico de utilería contra Uribe está despertando una fuerte reacción de sus admiradores, que son mayoría -y de quienes no lo admiran, pero sufren la vergüenza de magistrados venales y corruptos. El temor aquí, que por momentos parece un deseo reprimido, es similar al del ciudadano estadounidense promedio frente a los ataques sinsentido de la Antifa y BLM: que se despierte una reacción irracional de la extrema derecha que pueda escalar a un conflicto mayor. En Estados Unidos se oyen voces advirtiendo una Guerra Civil.
En Colombia, se percibe la renovación de la cruda violencia de la cual no nos hemos alejado y que el mal acuerdo de La Habana renovó. En el tablero del juego regional, la narcocamarilla de Miraflores, siempre a punto del colapso, parece incólume a pesar del derrumbe del país; Evo Morales tiene alborotada a Bolivia, buscando regresar a su proyecto de incanato socialista; Cuba hormiguea en Colombia planeando calculadamente sus pasos para ayudar al éxito de los comunistas en el 2022; Irán-Hezbolá, aumenta su poder desde Venezuela; Rusia, China, Turquía, calculan cualquier movimiento, cualquier pronunciamiento, cualquier 'ayuda'. En su última renovación cuatrienal del Libro Blanco de la Defensa, Brasil contempla la posibilidad de su involucramiento en 'tensiones y crisis en el entorno estratégico' ante los cuales 'el país podrá verse motivado a contribuir a la solución de eventuales controversias o defender sus intereses'. Este giro en la política de seguridad exterior brasileña, ¿se trata de una diplomática alerta regional?
Los veredictos electorales en los EE.UU. y Bolivia, en los próximos meses, marcarán el rumbo político, económico y social de la región, un continente con vastos recursos naturales, fronteras incontrolables, altos índices de impunidad y de corrupción y con las mayores tasas de homicidio del mundo.
En esta cancha, urge la organización de poblaciones y sectores que no quieren perder su libertad en manos de populistas de izquierda, cuyo único trabajo ha sido incentivar el odio generado en la envidia del éxito del trabajo duro e inteligente. En Colombia, un rol protagónico cumplirá la Reserva Activa, misma que derrotó a los narcoterroristas con las armas legales y legítimas del Estado, y al que ahora deberá aplastar con la fuerza de los votos.
Lo de Uribe, pues, no es de talla menor, y se enmarca en una seria amenaza regional de desestabilización, alentada por la dictadura venezolana.
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@JohnMarulandaM
Sobre John Marulanda
Licenciado en Filosofía e Historia de la Universidad Santo Tomás de Aquino, y Abogado de la Universidad de la Gran Colombia, Marulanda se desempeña como consultor internacional en seguridad y defensa. Es Coronel (R) del Ejército de Colombia.