Ecuador y la revolución liberal de Guayaquil
El 9 de octubre, Ecuador conmemoró los doscientos años de la revolución civil y liberal de 1820.
El 9 de octubre, Ecuador conmemoró los doscientos años de la revolución civil y liberal de 1820. Peculiar revolución dentro del escenario de los movimientos americanos en pos de la independencia frente al imperio español: no fue liderada por militares ni caudillos, y se llevó a cabo casi sin derramamiento de sangre. Se inspiró en la igualdad ante la ley, un gobierno limitado, y el respeto de los derechos individuales. Sobresalen, como arquitectos intelectuales y ejecutores de esta gran gesta, José Joaquín de Olmedo y Vicente Rocafuerte.
Las revoluciones se inician en los corazones y mentes de los individuos, y pocos hicieron más que Rocafuerte a la hora de promover el ideario que inspiraró la revolución. Lo que no escribió, lo financió y comisionó. Desde México, La Habana, Inglaterra, España y los Estados Unidos, escribió y editó libros, revistas, periódicos, artículos, y ensayos. Deseaba promocionar 'los progresos de la libertad política, religiosa y mercantil'. Tanto él como Olmedo no respaldaron la asonada del 10 de agosto de 1809, conforme aún no se creía posible consolidar una autonomía e igualdad ante la ley dentro del imperio español. Rocafuerte temía a las revoluciones como la francesa que, lejos de liberar a los individuos, terminaban sometiéndolos a los supuestos 'liberadores'.
En tal virtud, estimaba propicio preparar el terreno para una revolución, promoviendo las ideas de la libertad, las cuales sintetizaba de esta manera: 'El espíritu mercantil es enemigo de privilegios, de monopolios, de compañías reales y de realismo. El comercio es el compañero inseparable de la libertad y de la riqueza nacional (...) La libertad no existe tampoco sin la tolerancia, (...) sin aquella necesaria indulgencia para vivir y tratar con individuos de opiniones diferentes, y aún opuestas a las nuestras'.
Rocafuerte entendía que en las repúblicas federadas el poder estaba fraccionado todavía más que en las unitarias debido al contrapeso de los gobiernos locales frente al nacional, limitando así el campo de acción de aquellos con ambición de poder. Si los gobiernos locales retenían el poder de establecer y recaudar los impuestos, determinar el gasto público, habría un mejor cuidado de los fondos públicos, poniendo así un 'coto a las dilapidaciones'.
Olmedo no dejó mucha obra escrita sobre su pensamiento político, aunque es posible observar, a través de sus cartas y del ejercicio de distintos cargos públicos, que era un compañero de lucha de Rocafuerte. Invirtió más de tres décadas luchando por la autonomía del entonces Departamento de Guayaquil: primero, frente al centralismo del imperio español; luego, frente al de Bogotá. Finalmente, frente al de Quito.
Como líder de la Provincia Libre de Guayaquil, uno de sus primeros actos fue conformar la 'División Protectora de Quito'. Aún cuando las finanzas de la provincia fueron arruinadas por la posterior guerra con las fuerzas del imperio español, Olmedo mantuvo su resolución de liberar a los quiteños y dio a Sucre la mayor parte del financiamiento que le hizo posible triunfar en la Batalla del Pichincha.
Esta historia de la cercana cooperación entre guayaquileños y quiteños, de un ideario liberal que hizo posible el triunfo de una revolución civil y pacífica en Guayaquil, la cual pretendía establecer una república liberal y federal, es muchas veces opacada por el regionalismo y la preferencia por el caudillismo de no pocos historiadores ecuatorianos.
Es Magister en Comercio y Política Internacional de la George Mason University y graduada con un título de Ciencias Políticas con concentración en Relaciones Internacionales de la York College of Pennsylvania. Se desempeña como Editora de ElCato.org. investigadora del Cato Institute y columnista de El Universo (Ecuador) desde enero del 2006. Sus artículos y papers son publicados regularmente en otros periódicos de Latinoamérica y España.