Estados Unidos: cuando los recursos del Internet se convierten en armas
La presente campaña electoral en los Estados Unidos de América difiere de la de 2016...
La presente campaña electoral en los Estados Unidos de América difiere de la de 2016, instancia en la que los medios de comunicación -tanto en línea como convencionales- se percataron de su poder, y abiertamente han desempeñado un rol que bien podría consignar una victoria para el Partido Demócrata. Al menos tal es la expectativa, fogoneada por encuestas de opinión sospechosas que exhiben como inevitable un triunfo de Joe Biden y compañía, mientras que en simultáneo denigran al actual presidente Donald Trump, y encubren las tropelías de los Demócratas.
El grueso de los ciudadanos estadounidenses ya no confían en lo que se informa en los medios de comunicación tradicionales pero, cuando buscan información 'verídica', frecuentemente se vuelcan a fuentes en línea que creen presentan datos de manera más objetiva, políticamente hablando. Sin embargo, esto jamás ha sido cierto y, por lo general, lo que la audiencia busca es opinión y comentarios que más se aproximan a sus propias perspectivas. En rigor, las noticias proporcionadas casi siempre son sesgadas, distorsionadas e incluso bloqueadas por completo, y también ha de atenderse a la resistencia evidenciada frente a los sitios que despliegan detalles sobre las travesuras de Joe Biden.
Ahora mismo, el New York Post alega que una serie de correos electrónicos obtenidos de un ordenador portátil revelan que 'Hunter Biden presentó a su padre, el entonces vicepresidente Joe Biden, a un ejecutivo de primer nivel perteneciente a una firma ucraniana del rubro de la energía, menos de un año antes de que el veterano Biden presionara a funcionarios del gobierno de Ucrania con la posibilidad de despedir a un fiscal que estaba investigando a la citada compañía'.
Los correos incluyen una misiva de agradecimiento de parte de Vadym Pozharskyi, consejero para el directorio de la empresa Burisma, supuestamente remitida a Hunter Biden el 17 de abril de 2015, aproximadamente un año después de que Hunter se uniera al directorio de Burisma, percibiendo un salario de US$ 50 mil mensuales. 'Estimado Hunter, muchas gracias por invitarme a Washington, D.C., y por brindarme la oportunidad de conocer a tu padre, y de invertir algún tiempo juntos (sic). Es un verdadero honor, y un placer', reza el contenido del correo. Un email previo, datado en mayo de 2014, muestra a Pozharskyi, ejecutivo número tres de Burisma, consultando a Hunter respecto de 'algún consejo a partir del cual poder utilizar su influencia', para beneficio de la firma.
De ser auténtica, la correspondencia contradice la afirmación de Joe Biden al respecto de que él 'jamás habló con su hijo en relación a negocios ejecutados en el extranjero'. Alguien podría pensar que la historia estaría llamada a convertirse en un éxito, y que sería muy bienvenido por periodistas que se hicieren respetar. Pero la realidad es que los medios de comunicación tradicionales están haciendo todo lo posible para aniquilar a ese relato. Facebook y Twitter, por caso, han procedido a bloquear el contenido, y gran parte del resto de la prensa afiliada al progresismo han afirmado que se trata de un engaño.
De hecho, Facebook se ha convertido en un canal pionero a la hora de revertir su autopromoción frente a la libre difusión de ideas. Esa red ha eliminado a grandes cantidades de usuarios y a sitios pretendidamente sospechosos, al tiempo que ha obstaculizado cualquier 'negativa o acusación de distorsión' sobre el holocausto, bajo el argumento de que se tratarían de un reverdecer del antisemitismo. A tal efecto, Facebook ha contratado a un ex funcionario del gobierno israelí, a criterio de liderar el esfuerzo de censura en toda su red.
Toda vez que Facebook y Twitter son compañías privadas, pueden hacer lo que quieran a efectos de fijar las reglas para el uso de sus respectivos sitios. Pero, cuando las dos firmas más poderosas en el mundo de las redes sociales eligen censurar una historia de primera línea originada en un periódico, vinculada al supuesto hijo corrupto de un candidato a la presidencia semanas antes de los comicios, ello da lugar a sospechar la existencia de una agenda más siniestra. Claramente, ambas redes respaldan una victoria del Partido Demócrata, y esperan ser recompensadas después de verificado el resultado.
En efecto, debería asumirse que Facebook y los otros gigantes de las redes sociales están preparándose para un ambiente postelectoral, perfilándose como más política y económicamente indispensables para políticos que aspiren a cargos electivos. Esta predisposición para involucrarse con fuerzas políticamente poderosas ha llevado a un involucramiento superior de parte de movimientos de izquierda que han venido conmocionando a los Estados Unidos en los pasados cinco meses. Las estaciones de radio y televisión, así como también las corporaciones y las firmas de negocios locales, se han apresurado a financiar al núcleo Black Lives Matter, sin considerar el perjuicio que el grupo ha perpetrado contra la propiedad, y contra personas que han tenido la mala fortuna de cruzarse en su camino -sin mencionar el modo en que asisten a los objetivos más radicales, de largo plazo, de esa organización. Los individuos identificados como líderes de BLM han exigido que la población blanca sea reprogramada, y que se les apliquen reparaciones punitivas, para que devuelvan sus hogares a la comunidad afroamericana.
Algunos de los recientes prolegómenos son bastante peligrosos, allí donde destaca la compilación de listas de organizaciones e individuos categorizados como 'enemigos' del nuevo orden de justicia social que intenta capturar a los Estados Unidos de América. Se ha observado el deseo de venganza que se filtra a través de los comentarios compartidos en sitios tales como Facebook (que afirma que eliminará la palabra 'amenazas' de los posteos), incluyéndose también material que ha llamado a la 'eliminación' de aquellos ciudadanos estadounidenses que no se lleven bien con la nueva normalidad.
Una de las medidas más perturbadoras tomada en el mundo de las redes sociales se refleja en la reciente decisión de Yelp, de permitir que Antifa compile material en crudo sobre las que se denominan 'empresas fascistas', a incorporarse luego al listado intitulado 'Alerta sobre Empresas Acusadas de Comportamiento Racista' (Businesses Accused of Racist Behavior Alerts). En sí mismo, la confección de la lista fue propiciada con miras a apaciguar la oleada de pedidos proveniente del movimiento BLM.
Yelp es un sitio con aplicación para móviles que califica y comenta sobre una amplia gama de oferta de bienes y servicios, incluyendo a empresas que ofrecen servicio de catering al público. El potencial para el abuso es enorme, conforme Yelp es un espacio informativo sin capacidad para investigar si acaso los alegatos sobre 'racismo' son creíbles, mientras que Antifa, que al menos es en parte responsable por la destrucción en la ciudad de Portland, Oregon, está lejos de ser un observador imparcial. En rigor, esto es lo que Antifa ha publicado en relación a su novedoso rol, el cual permitirá que miembros de su núcleo envíen a la red la identidad de firmas 'no amistosas', definidas también como 'cualquier firma que cuelgue basura de color azul en sus comercios (N. del T.: señales de respaldo a fuerzas de policía), o cualquier otra cosa que se exprese en contra del movimiento BLM'.
Claramente, la intención de Antifa es ayudar a la clausura de tiendas y restaurantes no amistosos, de tal suerte que no se involucra en una crítica constructiva, ni en modificar comportamientos a través de alguna negociación. El empleo de la intimidación en forma de 'Alertas' comporta amenazas directas de violencia desde Antifa y BLM contra comercios, para que respalden las acciones de esos grupos. De alguna manera, el episodio remite a las viejas redes de protección de la vieja Mafia, allí donde nadie puede dudar que las exigencias en dinero seguirán de inmediato a las amenazas verbales.
El encumbramiento de los oligarcas del Internet podría, a ciencia cierta, inflingirle un serio daño a las libertades que aún sobreviven en los Estados Unidos, mucho más de lo que podrían inflingir una victoria de parte de Biden o del propio Trump. Los ciudadanos estadounidenses han acusado una serie de durísimos golpes, contra su forma de expresarse o de percibirse a sí mismos. Y esto solo puede ir a peor.
Especialista en contraterrorismo; ex oficial de inteligencia militar de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos de América (CIA). Se desempeña como columnista en medios estadounidenses, y como Director Ejecutivo en el Council for the National Interest. Giraldi es colaborador frecuente en Unz.com, Strategic Culture Foundation y otros. En español, sus trabajos son sindicados con permiso en El Ojo Digital.