De cómo Irán tiene en la mira al Estrecho de Hormuz
La Guardia Revolucionaria Iraní se encuentra reforzando sus activos de la armada, en cercanías del Estrecho de Hormuz.
La Guardia Revolucionaria Iraní se encuentra reforzando sus activos de la armada, en cercanías del Estrecho de Hormuz. La agresiva presencia de este país en una de las regiones más importantes del globo consigna una recurrente amenaza contra la comunidad internacional, que es menester no ignorar. Es posible evitar un costoso conflicto futuro, simplemente prestando atención a las señales que refieren a una escalada de la situación, hoy.
El referido núcleo de las fuerzas armadas iraníes inauguró, el pasado 23 de septiembre, una nueva base naval, en la entrada oriental del Estrecho de Hormuz. Este brazo conecta al Golfo Pérsico con el Mar de Omán, ampliándose solo 40 kilómetros en su punto más estrecho.
La novedosa instalación, bautizada como Shaheed Rahbari, se sitúa en torno del crítico nodo para el transporte marítimo, y exhibe el objetivo de dotar de una mayor capacidad a la Guardia Islámica para monitorear el tráfico naval de la zona.
A criterio de impedir que tenga lugar un conflicto de imprevisibles consecuencias, Estados Unidos habrá de llevar atención frente a la creciente capacidad naval de la Guardia Revolucionaria Iraní en ese cuadrante. Pero, si el esfuerzo disuasivo ha de ser efectivo, otros países deberán respaldar la responsabilidad que les compete.
El Estrecho de Hormuz es es pasaje naval más transitado en el mundo para buques tanqueros, y se presenta como un cruce vital para navíos que portan contenedores. En 2018, un promedio de 21 millones de barriles de crudo atravesaron el Estrecho con rigor diario. Casi el 20% del consumo global de petróleo depende del tránsito del citado pasaje. La armada de la Guardia Revolucionaria Iraní ha amenaza, en reiteradas oportunidades, con clausurar el Estrecho, con tomar como rehén al comercio internnacional, y con atacar a los navíos mercantes -todo ello, bajo la prerrogativa de explotar estas variables para consolidar las demandas de Teherán.
El Indice Anual de Poderío Militar de los Estados Unidos, desarrollado por el think tank estadounidense The Heritage Foundation, y cuya próxima edición se prepara para el 17 de noviembre, recuerda que la Guardia Revolucionaria Iraní debe ser reconocida por lo que verdaderamente es, a saber, como una amenaza potencial en perjuicio de la actividad económica pacífica en el Estrecho de Hormuz.
Irán ya ha procedido a atacar a navíos mercantes en el Estrecho. En su oportunidad, Teherán sancionó el despliegue de minas marítimas contra buques transportadores de crudo, durante la 'Guerra de Buques Tanqueros' de los años ochenta. Ya en mayo de 2019, la GRI ejecutó ataques contra cuatro buques comerciales e inflingiéndoles daño material, para luego reiterar esas acciones contra otras dos naves, al mes siguiente.
En julio de 2019, la GRI confiscó un buque tanquero de bandera británica y un navío de los Emiratos Arabes, en dos acciones separadas. Las tensiones entre Washington y Teherán se dispararon a partir de entonces, llegando a su cénit cuando la Guardia derribó una aeronave no tripulada estadounidense que sobrevolaba el Estrecho.
La nueva base naval de referencia certifica el patrón seguido por Teherán al respecto de sus amenazas contra el Golfo, y aumentando las inversiones para favorecer a la Guardia Revolucionaria -en particular, a su armada. Durante la década pasada, la GRI aumentó notablemente su arsenal de UAVs Made in Iran y de misiles, los cuales consignan una amenaza significativa contra buques tanqueros y navíos de guerra.
Tal como ya lo enfatizaron expertos de Heritage, la respuesta ante las provocaciones de la GRI en la periferia del Estrecho de Hormuz deberán cobrar forma en un esfuerzo colectivo, que atienda a cuestiones específicas y también genéricas.
Por un lado, Estados Unidos deberá llevar atención a la variable que hace la recurrente dotación de misiles y UAVs para la GRI, en encuentros de seguridad bilaterales. Para las operaciones de la armada de la GRI, su arsenal de misiles balísticos antibuque y los drones son críticos.
Asimismo, Teherán también canaliza este tipor de armamento hacia las milicias que controla, como sucede con Kataib Hezbolá en Irak, y con los hutíes en Yemén, factor que convierte a estos proxies en todavía más peligrosos, dadas las acciones de desestabilización ejecutadas en otros conflictos.
Las sanciones estadounidenses no pueden, en solitario, restringir el mayor involucramiento iraní en el Golfo, como tampoco pueden neutralizar por completo el respaldo ofrecido por Teherán a los citados proxies.
La campaña iraní de intimidación marítima en el Golfo Pérsico subraya la necesidad de consolidar un esfuerzo multinacional de cooperación, a la hora de lidiar con Teherán en todos los frentes.
Las naciones europeas y los Estados del Golfo tienen mucho más para perder si se desarrollara una crisis de seguridad; de tal suerte que deberán ser protagonistas en cualquier formato de solución frente al problema.
Aún cuando estos eventos no llegan todavía a los titulares de mayor importancia, la inversión estratégica ejercitada por Irán a efectos de posicionar a la GRI en el Estrecho de Hormuz amerita centrar la atención internacional en este particular, así como también la configuración de una réplica global.
Toda vez que se proceda a ignorar los hechos, episodios menores podrían, eventualmente, convertirse en factores que escalen en una crisis internacional.
Artículo original, en inglés
* Desarrollado con la colaboración de Janae Díaz
Di Pane se desempeña como asistente investigativo en el Instituto Davis para la Seguridad Nacional y la Política Exterior, en el think tank estadounidense The Heritage Foundation, en Washington, D.C. Sus informes son publicados regularmente en el sitio web The Daily Signal.