INTERNACIONALES: PHILIP GIRALDI | REALPOLITIK

Sobre el retroceso de Occidente: la educación en los EE.UU. se rinde ante la 'igualdad'

Será difícil -o quizás imposible- hacer retroceder al sistema educativo hacia uno basado en una disciplina que enseñe sobre trabajo duro y dedicación.

21 de Febrero de 2021


En los Estados Unidos, la educación pública -si ha de medirse por resultados- ha estado produciendo graduados cada vez menos competentes en capacidades idiomáticas, y dramáticamente inferior en ciencias y matemáticas desde 1964, cuando las Pruebas de Aptitud (Scholastic Aptitude Tests) alcanzaron su punto álgido. El retroceso en capacidades para las matemáticas y las ciencias se ha acelerado en la década pasada, de acuerdo a los ránkings de estudiantes estadounidenses, al compararse a este proceso con sus pares en el exterior. Una reciente evaluación, que data de 2015, colocó a los Estados Unidos en el puesto #38 sobre un total de 71 naciones, en escalafones de matemáticas, y en el puesto #24 en ciencias. Entre los 35 miembros de la Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo (OCDE), EE.UU. quedaron en el puesto #30 en matemáticas, y en el #19 en ciencias. Estos paupérrimos resultados deberían ser contemplados bajo un contexto en el cual los contribuyentes americanos están invirtiendo más dinero por estudiante que cualquier otro país del mundo; de tal suerte que la disponibilidad de recursos no es, necesariamente, un factor a considerar en el grueso de los distritos escolares.

Black Lives Matter, BLM, Progresismo, Antifa, Educación, Retroceso, Estados UnidosGran parte del citado retroceso se debe a avances técnicos que nivelan el campo de juego para maestros y profesores en todo el mundo; aunque uno deberá considerar el cambio de percepciones frente al rol de la educación en un contexto social dado. En los Estados Unidos en particular, la turbulencia política y cultural ciertamente han sido factores de relevancia. Pero, dicho esto y considerándose en proscenio, los Estados Unidos hoy están haciendo frente a una reevaluación de valores que, muy probablemente, alterarán para siempre a la educación tradicional, en tanto también convertirán a los estudiantes del país en menos competitivos frente a sus similares del extranjero.

Numerosas escuelas en los EE.UU. han dejado de otorgar títulos de grado de importancia, lo cual consigna que no existe ya manera de evaluar progresos concretos. Las pruebas nacionales tendientes a evaluar a alumnos para un eventual ingreso a la universidad están siendo eliminados casi en todas partes, conforme son tildados de 'racistas', en términos de cómo analizan el proceso de aprendizaje -y basándose estrictamente en la variable que explicita que a los afroamericanos no les va tan bien como a caucásicos y a asiáticos. Todo esto ha sido parte de una agenda que ha sido fuertemente promocionada, a efectos de eliminar todo vestigio de racismo en el espacio público. Asimismo, ha significado la destrucción o la remoción de monumentos históricos, impidiéndose cualquier conversación seria sobre la historia de los Estados Unidos. Como ejemplo, las escuelas de la ciudad de San Francisco han gastado más de US$ 1 millon, solo para cambiar los nombres de 44 escuelas que honraban a referentes históricos hoy juzgados bajo la lupa del 'racismo y la opresión'. Entre ellos, se cuenta a George Washington, Thomas Jefferson, Abraham Lincoln, y a Paul Revere.

El nuevo orden mundial educativo ha sido erigido bajo el concepto de la 'igualdad', en ocasiones descrito como la utilización del sistema de educación pública para 'garantizar resultados más igualitarios'. Sin embargo, el concepto contiene notables fallas de origen, en razón de que la búsqueda de igualdad implica tratar a todos los ciudadanos de manera no igualitaria, para garantizar que cada cual se gradúe de su escuela habiendo aprendido las mismas cosas. Esto es, por cierto, ridículo; y penaliza al buen estudiante, para garantizar que el malo sea promocionado a través del sistema, y termine con el mismo diploma.

Poco después, surge que la calidad general de la educación pública habrá de retroceder. Uno podría, razonablemente, obserrvar que la imposición de una 'igualdad' de raigambre totalitaria basada en la raza, inevitablemente dejará a los estudiantes académicamente mejor preparados fuera del sistema. Muchos de los mejores profesores y maestros también se mudarán a academias privadas, las cuales proliferarán debido a los reclamos de padres y estudiantes por igual. Otros, sencillamente dejarán de enseñar, al ser confrontados con la cuestión de la corrección política, a un nivel que, previo a 2020, será inimaginable. La calidad real de la educación sufrirá, para todos los involucrados.

Toda vez que aquéllo ha sido más que suficientemente negativo, el remate es que la referida transformación que se evidencia hoy en todo el país es alentada por gobiernos federales, estatales y locales; una vez que el nuevo régimen se afirme, será difícil -o quizás, imposible- volver a un sistema en el que el aprendizaje sea, en rigor, una disciplina basada en el trabajo duro y la dedicación. En no pocos distritos escolares, el proceso real de cambio está siendo financiado por el contribuyente. Una escuela local del condado de Virginia, gastó US$ 422.500 en una consultoría cuya intervención arengaba a implementar la denominada 'Teoría Racial Crítica' (CRT o Critical Race Theory), en un novedoso programa de instrucción que será obligatorio para todos los empleados, y que servirá como marco de enseñanza para todos los estudiantes. Cuando, eventualmente, las escuelas reabran, todos los niños del kindergarten, por ejemplo, recibirán instrucción que versará sobre 'justicia social', como parte de un curso diseñado por el controvertido Southern Poverty Law Center, y el 'entrenamiento en materia de diversidad' será integrado en otros niveles superiores. La enseñanza de lectura, escritura y arimética tendrá lugar bajo la batuta de la 'justicia social'.

La Teoría Racial Crítica, que es promocionada hoy como marco de instrucción para reorganizar las escuelas sobre la base de preferencias raciales, ha sido criticada con juticia, conforme pretende esgrimirse como un antídoto contra el racismo sistémico. No obstante, es racista en sí misma, por cuanto, desde su esencia, se opone a un sistema racial neutral que beneficie objetivamente a todos. Propone que el conjunto de los cuerpos gubernamentales y su infraestructura en los Estados Unidos, son racistas; y que respaldan la 'supremacía blanca'. En consecuencia, deben ser deconstruídos. Esto exige que todas las personas sean evaluadas a través del monóculo de un sistema de valores determinado por la política identitaria (identity politics, en inglés); al mismo tiempo, dictamina que las perspectivas de los ciudadanos blancos y de sus instituciones son insalvablemente corruptas -sino diabólicas.

Por fortuna, ha comenzado a evidenciarse una suerte de réplica contra este jacobinismo abrazado a la corrección política. En numerosos distritos, los padres han comenzado a asistir a los comités de las escuelas para exteriorizar su oposición; incluso algunos miembros de esos comités escolares son maestros y profesores que se rehúsan a cooperar con el modelo que busca imponerse. Los maestros hacen esto, asumiendo el riesgo de perder sus puestos. En la escuela privada Dalton, en la ciudad de Nueva York, los padres han enviado una carta a Jim Best, director del establecimiento, quejándose por el modo en que el nuevo currículum 'anti-racista' propuesto, se ha visto gravemente distorsionado por la Teoría Racial y por la búsqueda de 'igualdad', al punto en que ha incluído 'una letanía pesimista e inapropiada en todos los claustros. Hemos confundido el modelo pedagógico progresista con la política progresista. Aún para las personas que comparten la visión política de rigor, el rol de una escuela no es indoctrinar políticamente. Su meta es la de abrir las mentes de los alumnos a las maravillas del mundo, y al aprendizaje. La escuela Dalton que amamos, y que ha cambiado nuestras vidas, ya no existe. Y esta es una pérdida tremenda'.

Asimismo, la misiva expresó también: 'Todas y cada una de las clases durante este año se han caracterizado por un enfoque obsesivo en lo racial y la identidad, la reproducción del "policía racista" en clases de ciencias, el "recalcitrante carácter blanco" en las de arte, y el aprendizaje sobre supremacía blanca y la sexualidad en las clases de salud. Furiosamente inapropiadas para determinadas edades, muchas de estas clases se parecen más a un entrenamiento sobre sensibilidad corporativa en Zoom, que a un currículum de entrenamiento intelectual acostumbrado en la escuela Dalton'.

Irónicamente, gran parte del novedoso currículo escolar es hoy promocionado por un núcleo de miembros radicalizados de Dalton, quienes en diciembre pasado firmaron con miras a publicar un 'manifiesto anti-racista', que exigió que la escuela contratase a 'doce funcionarios expertos en diversidad para tiempo completo, se determine la abolición de los cursos de ingreso académicos si el desempeño de los estudiantes afroamericanos no va a la par de los blancos, y se exijan afirmaciones anti-racistas de parte de todos los miembros del personal'.

Inevitablemente, lo que está sucediendo hoy en la escuela Dalton y en otros sitios, también se desarrolla en las principales universidades estadounidenses; de tal suerte que el desbarajuste alcanzará a la próxima generación de estudiantes, que mañana se convertirán en maestros. Un profesor afroamericano de Princeton ha convocado a eliminar la totalidad de los departamentos de historia clásica, porque promocionan 'el racismo, la esclavitud y la supremacía blanca'.

El sistema educativo estadounidense supo, alguna vez, beneficiar a la nación y a sus ciudadanos. Ahora, asistimos a su defunción. Nadie espere que la Administración de Joe Biden haga nada para salvarlo. Sus referentes han tomado parte por los perpetradores del desquicio.


Artículo original, en inglés


 

Sobre Philip Giraldi

Especialista en contraterrorismo; ex oficial de inteligencia militar de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos de América (CIA). Se desempeña como columnista en medios estadounidenses, y como Director Ejecutivo en el Council for the National Interest. Giraldi es colaborador frecuente en Unz.com, Strategic Culture Foundation y otros. En español, sus trabajos son sindicados con permiso en El Ojo Digital.