Colombia: ¿sin candidatos para el Ministerio de Defensa en las reservas activas?
En la Escuela Militar de Cadetes General José María Córdova, el pasado sábado 6 de febrero...
03 de Marzo de 2021
En la Escuela Militar de Cadetes General José María Córdova, el pasado sábado 6 de febrero se posesionó, como nuevo Ministro de Defensa, Diego Molano Aponte, en reemplazo de Carlos Holmes Trujillo García -fallecido el 26 de enero del presente año. En ceremonia castrense encabezada por el presidente Iván Duque y la vicepresidente Marta Lucía Ramírez, asumió oficialmente la responsabilidad y el compromiso de liderar la fuerza pública, bajo la premisa de trabajar sólidamente sobre la seguridad nacional, talón de Aquiles de todos los gobiernos en los últimos sesenta años en Colombia.
De acuerdo con el matutino El Tiempo, la descripción del nuevo ministro de defensa refiere al hecho puntual de que es hijo de militar, ostentando en su palmarés el título de administrador de empresas de la Universidad del Rosario; especialización en Relaciones Internacionales de la Universidad Javeriana, y una maestría en administración pública de la Universidad de Columbia (EE. UU.). Fue concejal de Bogotá /2016-2019), destacado por el programa 'Concejo Cómo Vamos' como el mejor en ese cargo en el 2016.
¿Será éste el perfil adecuado para un profesional a quien le compete asumir un cargo de semejante calibre? ¿No deberían primar la idoneidad y las competencias necesarias de personas que cumplan con un mínimo de capacidades para ser partícipes en la toma de decisiones en la alta estrategia, tanto en lo relacionado con la seguridad y la defensa?
Respondiendo a este interrogante, basta con recordar lo que falsamente estimaron las reservas activas de Colombia, en ocasión de la campaña presidencial de Iván Duque, a saber, que -por vez primera- un jefe de Estado les dispensaría el respeto y el status que aquéllas merecen, que un militar o un policía pudiera asumir el ministerio de defensa como los únicos entrenados, formados y capacitados para afrontar estos cargos, contando con estudios en ciencias militares y policiales, cursos de Estado Mayor, entrenamiento táctico con ejércitos extranjeros, experiencia de combate, etcéteras. La descripción previa remite, por supuesto, a los estándares mínimos de conocimiento para ejercer el cargo, entendiéndose, a todas luces, que el actual ministro no cuenta con la idoneidad necesaria.
Antes, bien; el puesto de referencia fue ocupado anteriormente con ciudadanos no aptos, pero designados como canje por favores de campaña electoral o, como se le conoce desde las ciencias políticas, en función del 'servilismo político'.
La realidad corrobora que no existe, en Colombia, respeto para las reservas activas, y esto puede explicarse a partir de la incapacidad probada de este gremio a la hora de asociarse de manera eficiente para, poco después, consolidar un frente común desde el cual sus integrantes puedan ingresar a la arena política de forma independiente. Esta nada desdeñable limitación ha llevado a que los derechos de los militares y policías activos -y en retiro- sean vulnerados recurrentemente.
La incapacidad de portar una voz cantante en el congreso que los represente con honor y dignidad -sin el conocido y mezquino amaño de las élites políticas que los usan y que acuden a ellos precisamente en instancias preelectorales- ha desencadenado una ruidosa campaña de desprestigio y de persecución política contra la institucionalidad, que no exhibe ya potestad para contener y replicar ante esos ataques arteros. La certificable imposibilidad de contar con una firme representación ha conducido -por ejemplo- al deterioro franco y paulatino del sistema de salud de la fuerza pública, a un notorio detrimento de la seguridad, a una recurrente y perniciosa guerra jurídica, a en esquema de bajos salarios, y a arremetidas sistemáticas contra la infraestructura física y moral desde el nutrido conglomerado de la izquierda.
Las reservas activas de militares y de policía merecen respeto, conforme sus elementos se lo han ganado, por el sencillo hecho de haber ofrendado sus vidas a la patria. Será hora de que la dirigencia política deje de utilizarlas con fines mezquinos, como siempre, recurriendo a una fraseología vacua y a la más recalcitrante demagogia.
A la postre, también ese respeto deberá ser ganado pero, de aquí en adelante, en el terreno político. Aún cuando los activos de referencia no han sido entrenados para desempeñarse en esa arena, deberán atender a planes que les permitan incursionar allí.
Finalmente, para las reservas activas, será hora de organizarse y de consolidar ese frente común; involucrando a militares y policías en situación de retiro, y también a sus familiares y a las del personal en actividad. Será preciso diseñar objetivos claros y transparentes para ese trabajo futuro, acaso abrazándose a la consigna compartida hace ya casi un siglo por el militar y político colombiano Benjamín Herrera: 'la Patria por encima de los partidos'.
De acuerdo con el matutino El Tiempo, la descripción del nuevo ministro de defensa refiere al hecho puntual de que es hijo de militar, ostentando en su palmarés el título de administrador de empresas de la Universidad del Rosario; especialización en Relaciones Internacionales de la Universidad Javeriana, y una maestría en administración pública de la Universidad de Columbia (EE. UU.). Fue concejal de Bogotá /2016-2019), destacado por el programa 'Concejo Cómo Vamos' como el mejor en ese cargo en el 2016.
¿Será éste el perfil adecuado para un profesional a quien le compete asumir un cargo de semejante calibre? ¿No deberían primar la idoneidad y las competencias necesarias de personas que cumplan con un mínimo de capacidades para ser partícipes en la toma de decisiones en la alta estrategia, tanto en lo relacionado con la seguridad y la defensa?
Respondiendo a este interrogante, basta con recordar lo que falsamente estimaron las reservas activas de Colombia, en ocasión de la campaña presidencial de Iván Duque, a saber, que -por vez primera- un jefe de Estado les dispensaría el respeto y el status que aquéllas merecen, que un militar o un policía pudiera asumir el ministerio de defensa como los únicos entrenados, formados y capacitados para afrontar estos cargos, contando con estudios en ciencias militares y policiales, cursos de Estado Mayor, entrenamiento táctico con ejércitos extranjeros, experiencia de combate, etcéteras. La descripción previa remite, por supuesto, a los estándares mínimos de conocimiento para ejercer el cargo, entendiéndose, a todas luces, que el actual ministro no cuenta con la idoneidad necesaria.
Antes, bien; el puesto de referencia fue ocupado anteriormente con ciudadanos no aptos, pero designados como canje por favores de campaña electoral o, como se le conoce desde las ciencias políticas, en función del 'servilismo político'.
La realidad corrobora que no existe, en Colombia, respeto para las reservas activas, y esto puede explicarse a partir de la incapacidad probada de este gremio a la hora de asociarse de manera eficiente para, poco después, consolidar un frente común desde el cual sus integrantes puedan ingresar a la arena política de forma independiente. Esta nada desdeñable limitación ha llevado a que los derechos de los militares y policías activos -y en retiro- sean vulnerados recurrentemente.
La incapacidad de portar una voz cantante en el congreso que los represente con honor y dignidad -sin el conocido y mezquino amaño de las élites políticas que los usan y que acuden a ellos precisamente en instancias preelectorales- ha desencadenado una ruidosa campaña de desprestigio y de persecución política contra la institucionalidad, que no exhibe ya potestad para contener y replicar ante esos ataques arteros. La certificable imposibilidad de contar con una firme representación ha conducido -por ejemplo- al deterioro franco y paulatino del sistema de salud de la fuerza pública, a un notorio detrimento de la seguridad, a una recurrente y perniciosa guerra jurídica, a en esquema de bajos salarios, y a arremetidas sistemáticas contra la infraestructura física y moral desde el nutrido conglomerado de la izquierda.
Las reservas activas de militares y de policía merecen respeto, conforme sus elementos se lo han ganado, por el sencillo hecho de haber ofrendado sus vidas a la patria. Será hora de que la dirigencia política deje de utilizarlas con fines mezquinos, como siempre, recurriendo a una fraseología vacua y a la más recalcitrante demagogia.
A la postre, también ese respeto deberá ser ganado pero, de aquí en adelante, en el terreno político. Aún cuando los activos de referencia no han sido entrenados para desempeñarse en esa arena, deberán atender a planes que les permitan incursionar allí.
Finalmente, para las reservas activas, será hora de organizarse y de consolidar ese frente común; involucrando a militares y policías en situación de retiro, y también a sus familiares y a las del personal en actividad. Será preciso diseñar objetivos claros y transparentes para ese trabajo futuro, acaso abrazándose a la consigna compartida hace ya casi un siglo por el militar y político colombiano Benjamín Herrera: 'la Patria por encima de los partidos'.
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@CHRISTIANDAES6
Sobre Christian Ríos M.
Ríos es Politólogo Internacionalista de la Universidad Militar Nueva Granada, Profesional en Ciencias Militares de la Escuela Militar de Cadetes General José María Córdova, y Administrador de Empresas; magister en Estrategia y Geopolítica en la Escuela Superior de Guerra- Colombia, en 'Estrategia y Geopolítica'. Es analista político, docente y columnista en el periódico El Quindiano (Armenia, Colombia) y en El Ojo Digital. Es Oficial en Retiro del Ejército Nacional de Colombia.