Argentina: siete medidas económicas para torcer el rumbo de decadencia y retomar la cultura del trabajo

No sería la primera vez en la historia del mundo que un determinado grupo use la democracia para ganar elecciones y luego, en el poder, la destruya para poner en marcha una dictadura. El ejemplo más cercano que se puede ver es el de Hugo Chávez en Venezuela.

Puesto de otra manera, Juntos por el Cambio jamás terminó de hacer una autocrítica seria de los errores que cometió en el campo de la economía, mientras sus acérrimos defensores se limitan a decir que no tenían mayoría en ambas cámaras legislativas para hacer las reformas estructurales necesarias. La realidad es que nunca parece haber pasado por la cabeza de Cambiemos implementar esas reformas, en tanto ni siquiera existía allí un mínimo de espíritu en el cambio de discurso. Por momentos, lució más como 'Continuemos' que como Cambiemos.

A título de ejemplo, se observa en el gráfico previo la evolución de los planes sociales entre 2008 y 2019. Estos prácticamente se duplicaron y, a pesar de ello, cada vez hay más pobres. Durante el gobierno de Juntos por el Cambio, se pasó de 10,6 millones a 12,8 millones de beneficiarios, un incremento del 20,8 por ciento.

Los problemas a resolver

La economía tiene un monumental problema por delante. Nivel de gasto público y su pésima calidad; un sistema tributario delirante; no existe moneda; se carece de ahorro interno para financiar el consumo y la inversión; abundan regulaciones que paralizan la capacidad de innovación de los agentes económicos; y el país vive de espaldas al mundo. Vivir con lo nuestro -reza el eslogan- refugiados en el proteccionismo.

Nuevamente, habrá de surgir una propuesta que limite el ya comentado proyecto autocrático del oficialismo. A criterio de abandonar esta extendida decadencia, deberán darse tres importantes pasos:

1) Frenar al kirchnerismo en octubre, para mantener un sistema republicano que preserve y respete las libertades individuales más elementales;

2) Comenzar a construir una mayoría en el Congreso de la Nación que, en caso de que Cambiemos llegue al gobierno en 2023, respalde las reformas necesarias. No sea cosa de que, tras tanta mezcla ideológica, Cambiemos termine teniendo en el Congreso a una oposición que impida revertir la tendencia; y

3) Acordar las medidas económicas mínimas e indispensables a adoptar, para torcer el rumbo de colisión del barco y enfilarlo hacia puerto seguro.


Reformas estructurales

A partir de allí, contando los ciudadanos argentinos con una dirigencia política convencida del camino a seguir, y dispuesta a apoyar contra viento y marea el mínimo de medidas a aplicar para iniciar la recuperación o, si se prefiere, cambiar el rumbo de colisión del barco, se requieren aprobar diversas reformas de fondo:

1) Monetaria: ¿Cómo hace un empresario para estimar la rentabilidad de una inversión, si no puede calcular costos hacia el futuro porque el peso se deprecia día a día? ¿Cómo se otorga crédito de largo plazo, sin existir estabilidad de precios? Quitarle el curso forzoso al peso y establecer el curso legal de otras monedas daría lugar a que la población pueda optar por hacer sus contratos en la divisa que le merezca más confianza, y se cuente con cierta estabilidad en el tiempo;

2) Laboral: Lo mínimo que debe contener es que toda nueva persona que pueda ser contratada no amenace a las empresas con la industria del juicio que genera pánico, en particular en las pymes, de tal suerte que incentive el empleo neto. Incluso si se procediera con una reforma del Estado que transfiera empleados del sector público hacia el sector privado;

3) Del Estado: El problema del gasto público es doble: alto e ineficiente. Lo primero que hay que hacer es reducirlo, para avanzar lo más rápido posible hacia el equilibrio fiscal y, a partir de esa instancia, trabajar con tiempo en la mejora de la calidad. La Argentina carece de instrumentos como para financiar el rojo de las finanzas públicas; depender del crédito externo es tan riesgoso, que Cambiemos quedó 'colgado del pincel' en abril de 2018, cuando debió acudir a la asistencia del FMI;

4) Impositiva. Simplificar el sistema tributario y bajar la presión fiscal es clave para atraer inversiones productivas. La Argentina no solo carece de seguridad jurídica afianzada sobre los derechos de propiedad, sino que, adicionalmente, personas y empresas son explotadas impositivamente, alentándose el éxodo hacia otros países en busca de otra residencia fiscal;

5) Amplia desregulación que libere la capacidad de innovación de la sociedad y remueva costos altísimos que hoy restan competitividad a las empresas;

6) Transformar los planes sociales en transitorios, obligando a todo beneficiario a hacer un curso de algún oficio con salida laboral (electricista, plomero, gasista, carpintero u otros), y plan de recorte de la asistencia a razón de un 20% por mes, mientras se afirma en su nueva tarea como independiente. Esto, junto con el Monotributo Social, contribuiría a reestablecer la cultura del trabajo, hoy desplazada por la cultura de la dádiva.

7) Integración al mundo. Nadie va a hacer grandes inversiones, y por lo tanto crear muchos puestos de trabajo, para abastecer un mercado interno de 46 millones de habitantes donde casi el 50% de la población es pobre, y el resto fue perdiendo capacidad de consumo. La apertura de la economía, con incentivos a la exportación, permitirá reactivar la producción, el consumo y la inversión, y por extensión, el empleo. No es posible desaprovechar el acuerdo Mercosur-Unión Europea, el cual da acceso a un mercado de casi 450 millones de habitantes con un ingreso per cápita promedio de US$ 34 mil anuales, con la ventaja de que el tratado contempla que la UE reducirá más velozmente los aranceles, obsequiando tiempo al bloque regional para convertir en competitivas a sus empresas.

Una vez que se logre incrementar notablemente las exportaciones gracias a las inversiones y las reformas estructurales, bajará la desocupación, irá mejorando el ingreso real de la población y se podrá poner fin a la pobreza, aumentando el consumo. Creer que la Argentina saldrá del problema estimulando el consumo interno antes que exportando, es un grosero error conceptual o puro populismo.

Estas siete medidas económicas son las mínimas indispensables para girar el rumbo del barco, posicionándolo proa al norte y navegar a toda velocidad hacia la prosperidad. Naturalmente que no será sencillo, pero ya queda claro que no es posible seguir insistiendo con mayor empleo público, más planes sociales, más impuestos y más violaciones a los derechos de propiedad, pues este combo agudizará la decadencia.

Es fundamental recrear las condiciones para restablecer la cultura del trabajo y la inversión productiva, y reducir la carga del Estado.