Menos monedas, por favor
Aunque muy ubicuos hoy, los bancos centrales son instituciones relativamente nuevas.
Aunque muy ubicuos hoy, los bancos centrales son instituciones relativamente nuevas. En 1900, habían solo dieciocho bancos centrales en el mundo. Hacia 1940, cuarenta países los tenían; hoy, hay 177.
Previo al auge de la banca central, el mundo era dominado por áreas monetarias unificadas, la más importante de ellas siendo el bloque de la libra esterlina. Desde tan temprano como 1937, el gran economista austríaco Friedrich von Hayek advirtió que, si la moda de la banca central continuaba, esta conduciría al caos monetario y a la propagación de crisis bancarias. Sus advertencias estaban justificadas.
Las crisis monetarias y bancarias han plagado al sistema financiero internacional con una fuerza y frecuencia cada vez mayores. De hecho, para la mayoría de los países con mercados emergentes y bancos centrales, los movimientos de capitales relativamente libres han producido flujos de dinero caliente y repetidas crisis cambiarias y del sistema financiero doméstico. ¿Qué hacer al respecto?
La respuesta obvia es que los países con mercados emergentes vulnerables eliminen sus bancos centrales y monedas domésticas, reemplazándolas con una moneda sólida extranjera.
Hoy, 37 países y territorios lo han hecho. Esta cifra no incluye a países que se encuentran en uniones monetarias, como los 19 países de la Eurozona.
Panamá es un gran ejemplo de los beneficios de emplear este tipo de sistema monetario. Desde 1904, Panamá ha empleado el dólar estadounidense como su moneda oficial. La economía dolarizada de Panamá es, por lo tanto, oficialmente parte del bloque monetario más grande del mundo. Para integrar su sistema bancario a los mercados financieros mundiales basados en dólares, Panamá cambió sus leyes bancarias en 1970. Como resultado de ello, los bancos internacionales han estado ansiosos de participar en la revolución financiera offshore. El crecimiento del sistema bancario de Panamá es evidencia de que las reformas le permitieron aprovecharse de la globalización y del flujo libre de los capitales. El sistema monetario dolarizado de Panamá elimina los riesgos de tipo de cambio y la posibilidad de una crisis monetaria. Adicionalmente, la probabilidad de una crisis bancaria es en gran medida mitigada porque el sistema de Panamá está integrado al sistema financiero internacional.
La naturaleza de los bancos panameños provee la clave para comprender cómo funciona el sistema de manera fluída. Cuando los portfolios de estos bancos exhiben equilibrio, les resulta indiferente -en el margen- desplegar su liquidez (esto es, crear o retirar crédito) en los mercados doméstico o internacionales. Conforme cambia el potencial de creación de crédito de estos bancos, estos evalúan las tasas de retorno ajustadas en los mercados doméstico e internacionales y modifican sus portfolios consecuentemente. La liquidez en exceso es desplegada a nivel doméstico si los retornos ajustados para el riesgo exceden a aquellos en los mercados internacionales, y viceversa. Este proceso se pone en reversa cuando aparecen déficits de liquidez.
Panamá puede ser concebido como un pequeño lago conectado mediante su sistema bancario a un gigantesco océano internacional de liquidez. Cuando las tasas de retorno ajustadas para el riesgo en Panamá exceden aquellas en el extranjero, Panamá se nutre del océano internacional de liquidez, y cuando los retornos en el extranjero exceden aquellos en Panamá, Panamá agrega liquidez (crédito) al océanos en el extranjero. El sistema bancario de Panamá mantiene los niveles de dos cuerpos de agua en equilibrio.
Los resultados del sistema monetario y bancario dolarizado de Panamá han sido excelentes cuando se los compara con otros países con mercados emergentes. Las tasas de crecimiento del producto interno bruto de Panamá han sido relativamente más altas y su volatilidad relativamente baja. De hecho, desde 2004, el crecimiento real promedio del PIB de Panamá ha sido de 6,7%.
Además, dado que Panamá es parte de un área monetaria unificada, su tasa de inflación se asemeja, hablando en términos amplios, a la tasa de inflación de EE.UU. Desde 2004, la inflación anual en Panamá ha sido en promedio de 2,8%, mientras que la tasa de inflación anual de EE.UU. ha registrado un promedio de 2,1%.
Para mitigar el riesgo de crisis monetarias y financieras, los países con mercados emergentes deberían seguir el ejemplo de Panamá. Deberían abandonar el nacionalismo monetario descartando sus bancos centrales y monedas domésticas e integrando totalmente sus sistemas bancarios con los mercados internacionales de capitales.
Profesor de Economía Aplicada y co-director del Institute for Applied Economics, Global Health, and the Study of Business Enterprise en la Universidad Johns Hopkins en Baltimore. El profesor Hanke es también Académico Titular en el Cato Institute en Washington, D.C.; profesor distinguido en la Universidad Pelita Harapan en Jakarta, Indonesia: Asesor Titular en la Universidad Renmin del Instituto de Investigación Monetaria Internacional en Beijing, China; Consejero Especial para el Centro de Estabilidad Financiera en New York; miembro del Consejo de Asesoría Internacional del Banco Nacional de Kuwait (presidido por Sir John Mayor); miembro del Consejo de Asesoría Financiera de los Emiratos Arabes Unidos y editor contribuyente de la revista Globe, Asia.