ECONOMIA INTERNACIONAL: ROBERTO CACHANOSKY

Argentina: la cuarentena como política antiinflacionaria

El aumento del 4,8% del Indice de Precios al Consumidor del INDEC...

23 de Abril de 2021

 

El aumento del 4,8% del Indice de Precios al Consumidor del INDEC -correspondiente al mes de marzo- refleja el impacto de la fenomenal expansión monetaria de 2020, emisión que fuera la principal fuente de financiamiento del Tesoro. En consecuencia, la cuarentena que determinó el ASPO (Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio) actuó como mecanismo de freno a la inflación y, a medida que fue haciéndose más flexible, por el contrario, la misma se aceleró.
 
Martín Guzmán y Alberto Fernández, Renuncia de Martín GuzmánPero, previo a discutir ese punto, conviene resaltar un dato no menor. Si bien el IPC se incrementó a nivel nacional aumentó en un 4,8% durante marzo, el IPC del Gran Buenos Aires tuvo un incremento del 5,2%. Fue el que más subió por regiones (Pampeana, Cuyo, Noreste, Noroeste y la Patagonia).
 
El tema reviste su importancia porque, conforme cifran los últimos datos de desocupación del INDEC, los partidos del Gran Buenos Aires exhiben la tasa de desempleo más alta del país con el 14,1%. Adicionalmente, en la mayor parte de los distritos donde el kirchnerismo cuenta con su mayor fuerza política, las tasas de pobreza son las más elevadas del país, alcanzando el 51% de ciudadanos bajo de la línea de pobreza.

InflaciónLo primero a tener en cuenta es que la aceleración de la inflación está golpeando con más fuerza e intensidad en el electorado del kirchnerismo que, como viene la situación económica y social, tiene posibilidades de hacer una mala elección en octubre. Obviamente, la Argentina es imprevisible, desde el punto de vista electoral.
 
Yendo al tema de la inflación y el confinamiento, el índice de Our in World Data mide la severidad de la cuarentena.

Cuarentena, ArgentinaLa cuarentena más estricta se implementó entre fines de marzo y julio, instancia en la que se mantuvo en un índice máximo de 100 y de, aproximadamente, 90 como piso -hasta principios de agosto. A partir de ese mes, comenzó a descender, hasta ubicarse en un nivel de 70. Es decir, jamás terminó; solo se atenuó.

Mientras tanto, otra gráfica permite observar lo sucedido con la tasa de inflación a medida que se flexibilizaba el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio.

Precisamente, durante el segmento más estricto del confinamiento, la tasa de inflación se mantuvo en el orden del 1,5% mensual. A partir de agosto, cuando comenzaron a morigerarse las medidas de aislamiento social, el ritmo del incremento de los precios al consumidor se duplicó, pasando del 1,5% al 3% mensual promedio, aproximadamente, para dispararse luego hacia el 4%, acelerando en marzo hasta alcanzar el 4.8% -cifra que se mantuvo durante la primera mitad de abril.

Inflación en ArgentinaEn otras palabras, la cuarentena actuó como un control de precios indirecto, conforme el público no podía gastar los pesos que emitía el BCRA. Entre enero de 2020 y 2021, la base monetaria se incrementó en un 35% en promedio mensual.
 

Causas y efectos
 
¿Por qué a pesar del fuerte endeudamiento del BCRA colocando Leliq y Pases, y a pesar de expandir menos la base monetaria, se fue acelerando la tasa de inflación? De acuerdo a funcionarios del Gobierno, la culpa es de los productores ganaderos y de las empresas alimenticias, las cuales -según han dicho- no trabajan al 100% de su capacidad de producción.

Sin embargo, la realidad explicita que las empresas no trabajan al 100% de su capacidad instalada porque puede haber insumos faltantes, mantenimiento de máquinas, o porque los camiones del sindicalista Hugo Moyano interrumpen las operaciones de plantas productoras.

La inflación comenzó a acelerar su ritmo a medida que se morigeraba el confinamiento, porque el público tuvo la posibilidad de huir del dinero emitido por el BCRA. Los ciudadanos no podían usar ese dinero, porque estaba imposibilitada de consumir durante la duración de cuarentena estricta. Lo que se evidencia en el presente es una combinación de expansión monetaria, en conjunto con una caída en la demanda de moneda, y de una disminución en la oferta de bienes y servicios.

Si bien es cierto que el nivel de actividad rebotó, recién ha comenzado a posicionarse en los niveles de febrero de 2020, mes anterior al inicio de la cuarentena, cuando arrastraba más de 18 meses en recesión. En definitiva, existen hoy más billetes en circulación, pero el público no quiere retenerlos: se los saca rápidamente de encima, y la oferta de bienes y servicios crece a un ritmo menor que la expansión de dinero.

Considerándose que la moneda es una mercadería más, puede atenderse al problema desde otro ángulo: el BCRA produce cada vez mayor cantidad de una mercadería llamada pesos, que la gente no quiere.

Es como si hubiese un precio relativo entre cantidad de trigo y de carne: hay que entregar determinada cantidad de trigo por un kilo de carne. Si disminuye la demanda de trigo y aumenta su producción y, al mismo tiempo, baja la oferta de carne pero aumenta su demanda, es obvio que habrá que entregar cada vez más cantidad del primero (trigo) para obtener una igual cantidad del segundo.
 
Es la tormenta perfecta en materia inflacionaria: más emisión, menor demanda de moneda y reducción de la oferta de bienes y servicios.

Para que el ministro Martín Guzmán pueda cumplir con la meta del 29% de inflación en 2021, el aumento promedio mensual del índice general de precios al consumidor del INDEC en los 9 meses que falta debería posicionarse en el 1,48%. Meta ciertamente difícil de lograr, dada la caída en la demanda de moneda, y en virtud de un Banco Central que decidió ampliar nuevamente la base monetaria durante marzo, tras dos meses de darle descanso a la maquinita.

Adicionalmente, habrá de prestarse atención a los precios mayoristas, cuyo índice de crecimiento fue del 6,1%, y alcanzando un ritmo anualizado de 103% anual. Es decir que el mismo ya alcanzó un rango de tres dígitos anuales, pisando las tarifas de los servicios públicos y el tipo de cambio oficial.

El Gobierno podrá seguir inventando argumentos exóticos y buscar culpables, para explicar inflación que se acelera. No obstante ello, la dura realidad certifica que la teoría monetaria de la inflación está pasando, implacablemente, su factura.


 
Sobre Roberto Cachanosky

Profesor titular de Economía Aplicada en el Master de Economía y Administración de ESEADE, y profesor titular de Teoría Macroeconómica en el Master de Economía y Administración de CEYCE. Columnista de temas económicos en el diario La Nación (Argentina). Publica regularmente en el reconocido sitio web Economía Para Todos.