Argentina: el país de las oportunidades perdidas
Suele apuntarse que toda crisis es una oportunidad. Si es así, y a pesar de todos sus problemas, flor de oportunidad...
20 de May de 2021
Suele apuntarse que toda crisis es una oportunidad. Si es así, y a pesar de todos sus problemas, flor de oportunidad le ha dado a Argentina el COVID-19. Sin embargo, fiel a su historia, el país se encamina a que esta sea otra oportunidad perdida. A medida que las economías desarrolladas avanzan con sus planes de vacunación, comienza a verse una luz al final del túnel. Un regreso a una nueva normalidad con mínimas restricciones a la actividad económica. La economía mundial se encamina hacia un gran rebote que la Argentina mirará desde bajo, dejando pasar nuevas oportunidades en la economía postpandemia.
La Argentina es como el proverbial amateur que quiere entrar a la cancha a jugar con los profesionales. Cuando hay un lugar y los profesionales invitan al país a jugar, la Argentina les da la espalda y luego les hecha la culpa por su baja performance. A las oportunidades, hay que tomarlas; sus beneficios jamás se materializan por arte de magia.
Un área clara de reforma que el Gobierno ha ignorado es el de salud pública. No es secreto que el sistema de salud pública es ineficiente. Qué mejor motivación que una pandemia mundial para llevar adelante una profunda reforma de salud que le dé al sistema mayores recursos y mayor eficiencia. Lo que hemos visto en cambio es una actitud desagradecida hacia el personal médico y una preocupante inoperancia para adquirir las tan ansiadas vacunas. Los llamados 'vuelos de la vida' y el escándalo de las vacunas VIP muestran que el gobierno no tiene límites; politiza todo.
El área educativa es noticia en los últimos días. Una innecesaria pelea política y judicial en torno a la apertura de las escuelas en la Ciudad de Buenos Aires muestra el divorcio entre lo que la sociedad necesita y lo que les importa a los sindicatos y al Gobierno. La sociedad necesita actualizar su programa de educación (los resultados PISA son sólo un ejemplo) y especialmente dejar fuera del aula el adoctrinamiento político. La educación de los niños no puede ser arena de adoctrinamiento populista. Estas necesidades no importan; el gobierno prefiere usar la educación para pelearse con la oposición. Los sindicatos, quienes deberían ser los primeros en defender una educación despolitizada y mantener las aulas abiertas, se alinean con la Casa Rosada. Nadie se pregunta, sin embargo, cuál es el rol de estos sindicatos, dado que la educación no parece ser prioritaria. ¿Alguien se anima a imaginar o siquiera mirar en otros países cómo funcionaría un sistema educativo sin sindicatos?
Una tercera oportunidad perdida es, por supuesto, la económica. El listado de reformas es interminable. A modo de ejemplo, llevar adelante una reforma impositiva que simplifique el laberinto tributario y baje la presión fiscal. Una reforma laboral que flexibilice este mercado facilitando la creación de empleo. Una reforma del estado que haga del mismo una entidad sostenible y que deje ser el salvavidas de plomo de la economía del país. Llevar adelante una fuerte desregulación del mercado y asegurar la protección a la propiedad privada. Invertir en Argentina tiene que ser atractivo, no un deporte de alto riesgo.
Dejar pasar oportunidades es la norma en el país. Y cabe citar algunos ejemplos históricos. El fin de la Segunda Guerra Mundial fue una gran oportunidad para reinsertarse al mundo. Argentina prefirió comulgar con la doctrina de “vivir con lo nuestro” y darle la espalda a la economía mundial. El Rodrigazo en la década del setenta podría haber motivado una fuerte reforma política, en cambio terminamos con un gobierno militar. La dirigencia política le escapó a la crisis del 2001, declarando un default y trayendo el populismo kirchnerista con la ayuda de Eduardo Alberto Duhalde. Y por lo que hemos visto este último año, el COVID-19 va a ser otra entrada en la larga lista de oportunidades pérdidas. La oposición también lleva su responsabilidad.
Ya fuere por falta de interés o capacidad, la oposición es incapaz de imponer una agenda de reformas. La sociedad y la política sigue encerrada en el discurso populista del kirchnerismo. Una trampa de la cual aún esperamos que la oposición se anime a escaparse.
Ya fuere por falta de interés o capacidad, la oposición es incapaz de imponer una agenda de reformas. La sociedad y la política sigue encerrada en el discurso populista del kirchnerismo. Una trampa de la cual aún esperamos que la oposición se anime a escaparse.
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@N_Cachanosky
Sobre Nicolás Cachanosky
Es profesor adjunto de Suffolk University (Boston, EE.UU.) y candidado a un doctorado de la misma institución. Publica periódicamente sus artículos en el sitio web en español del Instituto Cato (Washington, D.C.).