Estados Unidos: buenas y malas noticias
Probablemente, la mejor noticia que los Estados Unidos han compartido durante la pasada semana...
Probablemente, la mejor noticia que los Estados Unidos han compartido durante la pasada semana tenga que ver con el anuncio de una eventual mediación en torno del cese al fuego egipcio, entre Israel y Gaza -lo que se dio a conocer el pasado jueves. Los combates han arrojado un saldo de 243 palestinos muertos, incluyendo a 66 niños, contra doce ciudadanos israelíes -entre los que se cuentan dos niños-, en tanto los eventos también han dejado un resultado de escuelas, instalaciones médicas e infraestructura dañadas en la Franja de Gaza. Por lo general, se presume que el primer ministro Benjamin Netanyahu desactivó la ofensiva denominada 'Guardianes de los Muros', acaso frente a preocupaciones vinculadas al hecho de que la brutalidad del ejército de Israel estaba inflingiendo serios daños a la otrora percepción favorable de Tel Aviv en los Estados Unidos. Conforme el respaldo americano en favor de las iniciativas israelíes -en la forma de dinero y cobertura política que Washington provee- es esencial para los planes de largo plazo de Netanyahu, que coinciden con la anexión de la totalidad de Cisjordania, pareció ser prudente quitar el pie del acelerador, al menos hasta la siguiente rueda de enfrentamientos.
Aún cuando ello no ha sido confirmado, sería razonable asumir que el presidente estadounidense Joe Biden pudo haber ofrecido el suficiente endulzante a Netanyahu, a efectos de acercar al líder israelí al cese al fuego. El mismo parece presentarse en la forma de una oferta para ayudar con el financiamiento para la reconstrucción de Gaza, con una condición, esto es, que Hamás proceda efectivamente a un desarme total, deshaciéndose de todos sus misiles. Presuntamente, inspectores estadounidenses o de Naciones Unidas se asegurarían de que el trabajo sea llevado a cabo apropiadamente, compartirían luego con la inteligencia israelí la información obtenida sobre el sistema de túneles en Gaza y, a su debido tiempo, las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) contarían con mayores facilidades ante un próximo ataque. Como es costumbre, los contribuyentes estadounidenses serán las víctimas, aportando de su propio dinero para afrontar la abultada factura de la tarea de reconstrucción -por miles de millones de dólares.
Pero, en términos de beneficiar a los verdaderos intereses de los Estados Unidos, también se ha conocido la decisión de la Administración Joe Biden de poner fin a las sanciones impuestas por Donald Trump contra los contratistas que habían estado llevando a cabo obras en el gasoducto Nord Stream 2, el cual transportará gas ruso hacia Alemania. La Administraicón Trump, motorizada por su tropilla de consejeros neoconservadores, había declarado que la citada obra era una 'amenaza contra la seguridad nacional', y puso en marcha sanciones contra todas las partes involucradas -incluyendo al primer ministro Vladimir Putin, mientras que también había designado un enviado especial para presionar al gobierno alemán para que renegara del convenio. El gasoducto era -y sigue siendo- un gran negocio para Moscú, pero también para Berlín, en virtud de que el gas ruso es mucho más barato que el ofrecido por cualquier otro proveedor. Costará US$ 11 mil millones para completarlo, el 95% de las obras ya están listas, y -según se ha informado- reportará la creación directa de, al menos, diez mil empleos.
En los inicios, pareció que Biden continuaría las políticas de Trump. Pero, a mediados de marzo, el Secretario de Estado Tony Blinken expresó que el convenio era negativo, porque -dijo-: 'Este gasoducto es un proyecto geopolítico ruso, cuyo fin es dividir a Europa y debilitar las políticas de seguridad energéticas del Viejo Continente'. Declaró Blinken que 'haría lo necesario para detener las obras que buscan completar' el gasoducto, al tiempo que advirtió que las firmas que se desempeñaban en el mismo debían cesar sus trabajos de modo inmediato, o bien lidiar con sanciones estadounidenses más 'crudas'. La mayoría de las firmas privadas involucradas eran -y son- de la Europa Occidental, sus países de origen son aliados nominales de OTAN y, toda vez que era probable que el proyecto iba a completarse por buenas razones económicas, el gobierno germano -se informó- se mostraba indeciso, temeroso de confrontar a Biden.
Washington montó en cólera, al menos en parte, porque buscaba comerciar el más oneroso gas estadounidense a los alemanes. Sorpresivamente, Biden decidió abandonar la errada política de Trump, la cual alimentó inter alia el sentimiento antiestadounidense europeo mientras que, innecesariamente, incrementaba las tensiones con Rusia. La maniobra fue bienvenida tanto en Berlín como en Moscú. El canciller alemán observó que se trataba de una señal de que Washington estaba, desde ahora, dispuesto a trabajar junto con sus 'socios'. A la postre, una extraña victoria para la política exterior estadounidense.
Vayamos ahora a las malas nuevas. El presidente Joe Biden ha recibido, recientemente, un inesperado obsequio en la forma de una misiva, firmada por 126 almirantes y generales retirados de las fuerzas armadas del país, expresando la carta que el jefe de Estado no está calificado para mantenerse en su puesto, en razón de su salud, y porque el proceso electoral de 2020 comportaba graves fallos. Asimismo, la comunicación potencia cuestionamientos sobre una serie muy específica de cuestiones vinculadas a la seguridad nacional y exterior, incluyéndose la amenaza encarnada por China, la crisis fronteriza y el incremento de la censura en territorio estadounidense. Uno podría imaginar que la letra se originó en un circuito de furibundos simpatizantes de Donald Trump y, por lo tanto, sería menester ignorarla; pero muchos de los signatarios no con conocidos por vinculaciones con el Partido Republicano. Dados estos detalles, la agenda bien podría ser más complicada, y la oportunidad sugiere que la cuestión podría emparentarse con el retiro de tropas americanas de Afganistán.
Lo que puede caracterizarse como el Establishment de la Política Exterior, en oposición a lo que en oacasiones tiene lugar en el Departamento de Estado y la Casa Blanca, por lo general ha defendido una política de permanecer en suelo afgano hasta tanto se complete la instalación de un gobierno estable y políticamente estable en Kabul. Y, sin lugar a dudas, subsisten no pocos disidentes en el Congreso, que interpretan que un retiro de Kabul representaría una nueva e inevitable derrota para los Estados Unidos de América. En función de ello, numerosos planes previos de parte de Trump de retirar tropas fueron, exitosamente, torpedeados por los críticos y, eventualmente, abandonados. Biden, sin embargo, pareciera atenerse a su promesa de que las fuerzas militares abandonen definitivamente -y en su totalidad- ese país para el próximo 11 de septiembre mientras que, ahora mismo, toneladas de equipo y material militar están siendo removidos del territorio afgano.
La decisión ha dado lugar a múltiples ataques, contra la intención de abandonar Afganistán en manos del Talibán. También se ha incluído un sesgo humanitario, con relatos que versan sobre cuánto sufrirán las mujeres, tras ser privadas de asistir a la escuela y de oportunidades, cuando el Talibán retome el poder. Infortunadamente, esa afirmación es correcta, pero la presencia recurrente de un par de miles de soldados estadounidenses en un país tan grande y deficiente en infraestructura como Afganistán, no revertirá actitudes que tienen más que ver con lo cultural y lo religioso que con lo político.
Por lo demás, la presión contra Biden para que revea la decisión es ahora creciente. El 25 de mayo, por ejemplo, el Centro para la Seguridad Nacional en la Facultad de Derecho Fordham en Nueva York ofició de anfitrión para un panel intitulado 'El Abandono de Afganistán: Perspectivas de un Retiro Responsable'. Las conclusiones del panel fueron, cuando menos, mixtas; y ya han sido utilizadas por los críticos frente a la decisión tomada por Biden.
Sin embargo, el sistema de presiones también proviene del Congreso, aún de parte de legisladores que normalmente respaldarían a la Casa Blanca. 'Esto tiene ribetes perturbadores' [con Vietnam], declaró Gerald E. Connolly, Demócrata por Virginia, en una 'flamígera' audiencia llevada a cabo la pasada semana en el Comité de Asuntos Internacionales de la Cámara de Representantes. Connolly recordó el episodio del súbito colapso de la seguridad en Saigón en 1975, mientras las fuerzas estadounidenses evacuaran al remanente del personal de la embajada americana, dirigiendo a los empleados a las terrazas del edificio para luego ser transportados por helicópteros. Agregó el legislador: 'Pareciera ser que el juego americano consiste en recortar las pérdidas, abandonar y esperar lo mejor. No es nuestro problema; el problema tiene que ver con este involucramiento; tal como en Vietnam, estamos abandonando a miles de afganos que confiaron en nosotros, confiaron en nosotros, por seguridad'.
Y, por si era necesaria más resistencia contra el plan, la pasada semana, el ex presidente George W. Bush, mejor conocido por sus desatrosas decisiones de invadir tanto Afganistán como Irak. Bush no trazó paralelos entre ambas intervenciones y los resultados de políticas improvisadas que fueron prorrogadas por casi veinte años, las cuales son claramente evidentes. Dijo Bush en una entrevista concedida a Fox News: 'Siempre he advertido que la no-presencia de los Estados Unidos en Afganistán crearía un vacío, y que era probable que ese vacío sea ocupado por personas que tratan a las mujeres como ciudadanos de segunda clase (...) Uno de los grandes éxitos de la liberación de Afganistán y de la remoción del santuario de al-Qaeda fue que mujeres y niñas comenzaron a florecer en el país (...) Todos supimos beneficiarnos, cuando mujeres y niñas se vieron empoderadas para concretar todo su potencial, convirtiéndose en miembros de una sociedad. Laura y yo siempre estaremos junto a ellas (...) Asimismo, estoy sumamente preocupado por los sacrificios hechos por nuestros soldados, por nuestra comunidad de inteligencia, y por que esa contribución termine siendo olvidada...'.
Agregaría Bush que Irán es un país peligroso para la 'paz mundial', porque ha puesto en la mira a Israel, revelando una vez más que él, como los reyes de la familia de los borbones en Francia, nada aprendió desde que abandonara su puesto. En cualquier caso, los comentarios compartidos por Bush, la réplica del Congreso, las conferencias académicas vinculadas a la partida de Afganistán -así como también la misiva de altos funcionarios militares de carrera- podrían ser parte del mismo plan, uno que forzaría a Biden a extender los tiempos previstos para el retiro de suelo afgano, o bien lograr una revocación de las órdenes para partir de Kabul. Esos intentos podrían tener éxito. Y, naturalmente, eso sería el equivalente de muy malas noticias.
Especialista en contraterrorismo; ex oficial de inteligencia militar de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos de América (CIA). Se desempeña como columnista en medios estadounidenses, y como Director Ejecutivo en el Council for the National Interest. Giraldi es colaborador frecuente en Unz.com, Strategic Culture Foundation y otros. En español, sus trabajos son sindicados con permiso en El Ojo Digital.