EE.UU.: ¿quién se ha robado el dinero de la gente?
Demasiados dirigentes políticos estadounidenses en todos los niveles del gobierno...
Demasiados dirigentes políticos estadounidenses en todos los niveles del gobierno se han acostumbrado a pensar que el dinero del público les pertenece. Los impuestos de orden local, estatal y federal se determinan anualmente y, con frecuencia, de manera arbitraria, basando la decisión en lo que funcionarios electivos y administradores tributarios estiman es importante. La opinión de la ciudadanía es fundamentalmente despreciada, salvo en la previa de elecciones pero, aún entonces, la discriminación detallada de dólares y centavos que provienen de los bolsillos del pueblo rara vez son materia de discusión.
Ya hace tiempo ha pasado la hora de considerar cuál será la tajada que se llevarán los Demócratas, dado que ahora están en el poder, y cuánto le costará a los contribuyentes estadounidenses. Téngase presente que las propuestas que hoy sobrevuelan el Partido Demócrata están dirigidas hacia ciertos puestos electivos que el partido busca consolidar, en alguna coalición imbatible para desafiar cualquier intento de los Republicanos por recuperar ya fuere el Congreso o la Presidencia. Acciones similares están planteándose a nivel estatal y local. Mientras tanto, no se considera el hecho de que el gobierno, al menos en teoría, busca beneficiar al conjunto de la ciudadanía y no a una porción preseleccionada de la misma -con lo cual los votos deberán arribar con cierta cuota de lealtad. Los políticos que manipulan el sistema con ese dato en mente deberían ir a prisión pero, a contramano de ello, nadie en el sistema americano es penalizado jamás, ni aún cuando alguien comience una guerra bajo falsas premisas -como lo hicieron el ex presidente George W. Bush y sus apparatchiks.
Bajo los Demócratas, la totalidad del proceso que remite a recompensas se administra a través de ingeniería social, como ser raza o género. Una de las primeras iniciativas de Joe Biden, ni bien llegó a la Oficina Oval, consistió en proponer pagos y otros incentivos para granjeros afroamericanos quien, según declaró la Administración, habían estado ampliamente en desventaja porque se les había negado, sistemáticamente, créditos en incontables años. Debería provocar una furia generalizada el hecho de que dólares de origen federal sean destinados exclusivamente a un núcleo racial, aunque lo cierto es que ningún dirigente Demócrata se vio conmovido por la iniciativa. Por fortuna, un tribunal federal falló favorablemente, en un caso llevado adelante por un granjero blanco, que afirmaba que el ofrecer asistencia gubernamental bajo razones raciales era inconstitucional, por cuanto viola la 'protección equitativa bajo principios legales'. Sin embargo, los Demócratas continúan presionando en favor de ese programa, para atar a los afroamericanos cada vez más a su coalición -aún si ello signifique crear un sistema que es manifiestamente injusto.
Uno de los relatos más bizarros de las últimas semanas tiene que ver con la revelación de que el Departamento de Defensa será forzado a pagar operaciones de cambio de sexo para hombres en sus filas que quieran convertirse en mujeres, y viceversa. Uno podría aceptar, honestamente, que existen individuos transgénero en los denominados servicios armados, y que merecen respeto por lo que quizás genuinamente sean, pero esta propuesta va mucho más allá de eso. En la retórica recurrente que favorece la Administración Biden, Denis McDonough, Secretario de Asuntos para Veteranos, anunció -en ocasión de la 'Semana del Orgullo'- que los nuevos lineamientos crearían un ambiente 'de cuidado y respeto' por todos los veteranos, al tiempo que citó la 'obscura historia' de la discriminación contra el personal militar gay y transgénero. ¿'De cuidado y respeto' para nuestras fuerzas armadas? Esperemos que jamás tengan que pelear en guerra alguna.
De igual modo, la Casa Blanca se involucró en el tema, haciendo público un comunicado: 'El presidente Biden entiende que la identidad de género no debe ser un obstáculo para el servicio militar, y que la fortaleza de los Estados Unidos tiene su origen en la diversidad. Esta pregunta relativa a cómo habilitar a todos los ciudadanos calificados para servir en las fuerzas armadas es fácilmente respondida, a partir del reconocimiento de nuestros valores más profundos. EE.UU. es una nación más fuerte, en el orden doméstico y en el mundo, cuando es inclusiva. Los militares no son una excepción. Permitir que todos los ciudadanos calificados para hacerlo sirvan en las fuerzas armadas en uniforme, es mejor para los militares y mejor para el país, porque una fuerza inclusiva es una fuerza más efectiva. En palabras sencillas, se trata de hacer lo correcto, y hace a nuestro interés nacional'.
La sentencia es, al igual que muchas Ordenes Ejecutivas impartidas por la Casa Blanca de Biden, un sinsentido. Las fuerzas históricamente más efectivas en el combate se han caracterizado por altos niveles de cohesión, no de diversidad. Y es difícil imaginar cuál puede ser el interés nacional de contar con un ejército incapaz de combatir. Las personas transgénero fueron, en principio, aceptados para servir bajo la Administración Obama, previo a ser impedidos de hacerlo por el presidente Donald Trump. Ahora, vuelven a recibir tratamiento por parte de la comunidad militar, bajo el Honesto Joe Biden; adicionalmente, personas transgénero veteranas y activas podrán contar con operaciones de cambio de sexo, mayormente a través de la cobertura de salud de Asuntos para Veteranos (VA). Se estima que hoy existen 15 mil personas transgénero en actividad, mientras que posiblemente más de 135 mil sean veteranas. Las cifras parecen imposiblemente amplias, pero las operaciones ahora serán pagadas por hospitales militares y por la red de servicios de salud para veteranos.
Considéres que la cirugía de cambio de género nada tiene de urgente, como tampoco es un tratamiento necesario para el cuidado de la salud: se trata de un procedimiento opcional para convertir a un G.I. Joe en una G.I. Jane, o al revés. También ha de tenerse presente que el contribuyente promedio debe ya aportar para el creciente (y denominado) presupuesto de Defensa, creyendo que éste existe para proteger a los Estados Unidos, y no para cambiar de sexo a ciudadanos que podrían, de ahora en más, enlistarse en las fuerzas armadas precisamente para hacerse acreedores a ese beneficio. De acuerdo a una estimación reciente, el costo de ese procedimiento quirúrgico oscila entre US$ 15 mil y US$ 50 mil, dependiendo de su extensión. Multiplíquese esa cifra por 150 mil, a efectos de redondear una idea sobre cuánto ese discurso político promocionado por fanáticos obsesionados en el Partido Demócrata y sus progresistas de limusina le costará a los contribuyentes del país, que nada obtendrán a cambio por ese aporte.
El Pentágono, naturalmente, está involucrado ciento por ciento en la guerra contra el extremismo, al tiempo que promueve activamente la Teoría Racial Crítica o Critical Race Theory (CRT) mientras que señala a extremistas -esto es, ciudadanos blancos, hoy presentados como diabólicos supremacistas en razón de su genética, y por la definición aplicada. La CRT, por cierto, es una notable invención marxista que responsabiliza por la mayoría de los males en los Estados Unidos a las personas de raza blanca. Y está siendo impuesta al público general por los zelotes de rigor, bajo el argumento de que todos serán beneficiarios de lo que se dice 'igualdad'. Al contrario, la imposición está logrando que cada vez más ciudadanos estadounidenses reciban una peor educación, volviéndolos más dependientes frente al subsidio estatal.
Incluso los condados y distritos escolares que no jamás han conocido de conflictos raciales, hoy están siendo forzados a contratar a Administradores de Diversidad e Igualdad, así como también a consultores de abultada facturación, para que éstos expliquen la nueva realidad. Como una manifestación del pensamiento CRT, Fred Reed observa cómo, cada vez con mayor frecuencia, 'los programas de matemáticas están siendo eliminados de las escuelas americanas, porque los afroamericanos no son buenos en ellos; la instrucción en gramática inglesa es removida, porque los afroamericanos no pueden o no quieren aprenderla; los exámenes de ingreso para las escuelas de élite o de alto rendimiento son quitadas, porque los afroamericanos no pueden aprobarlos; los SATs son eliminados, porque los afroamericanos se desempeñan pobremente en ellos; los exámenes para promoción en los departamentos de policí son eliminados, porque los afroamericanos no los aprueban. Los requisitos de ingreso a las escuelas médicas también son reducidos, porque no son aprobados por la suficiente cantidad de ciudadanos afroamericanos; los cursos AP en los colegios secundarios son descartados, porque pocos afroamericanos pueden ingresar en ellos... Los padres blancos son forzados a ver cómo sus hijos son sujetos a lo que ellos perciben como obsceno, iletrado, violento y estúpido, esto es, a una cultura dominada por lo que los padres perciben -como en cualquier nación del Primer Mundo- como lo opuesto a cualquier forma de cultivarse'.
Y, sin lugar a dudas, las fuerzas armadas allanan el camino hacia el nuevo orden mundial. Al buscar promocionar a su elemento basándose en raza y género, la Armada ha creado una fuerza especial diseñada para 'combatir la discriminación', lo cual requiere inter alia, que los marineros juren 'reconocer toda experiencia vivida por otros y toda identidad interseccional', o lo que sea que eso signifique. El Ejército está haciendo lo propio. En ocasión de presentarse ante el Congreso, el General Mark Milley -defendió la educación sobre temas CRT en la academia de West Point y, en referencia a los episodios turbulentos del 6 de enero en el Capitolio, sentenció: 'Es importante que entrenemos y que comprendamos (...) Yo quiero comprender la furia de los blancos. Siendo blanco'.
Milley, quien parece ignorar todo lo relacionado con la 'furia afroamericana' que se ha encargado de incendiar, saquear y atacar con armas de fuego durante todo 2020, dedicó particular énfasis al impacto de los hechos del 6 de enero, calificándolos de 'insurrección', y agregando: '¿Qué es lo que llevó a miles de personas a atacar ese edificio, para intentar subvertir la Constitución de los Estados Unidos de América? ¿Qué provocó semejante cosa?'.
Es importante comprener qué es lo que Milley se ha comprado como idea. El uniformado aprueba el hecho de que se haya puesto a las fuerzas armadas del país del lado de la guerra cultural promovida por una Administración, mientras que ha dejado en claro quién es el enemigo. Y ese enemigo es la América blanca. Algunos cínicos apuntaron que Milley y el complejo industrial-militar tras él (el cual, colectivamente ya es incapaz de combatir en ninguna guerra, mucho menos ganarla) está muy preocupado por no perder los centenares de miles de millones de dólares que disfruta anualmente. A efectos de garantizarse esas partidas, es preciso hablar bonito frente a cualquiera que esté en la Casa Blanca y en los medios de la 'cultura woke'.que respaldan ese discurso.
Una vez más, todo se relaciona con el dinero que les es robado a los contribuyentes de los Estados Unidos. Será hora de que ellos mismos se ocupen de ponerle fin al sinsentido.
Especialista en contraterrorismo; ex oficial de inteligencia militar de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos de América (CIA). Se desempeña como columnista en medios estadounidenses, y como Director Ejecutivo en el Council for the National Interest. Giraldi es colaborador frecuente en Unz.com, Strategic Culture Foundation y otros. En español, sus trabajos son sindicados con permiso en El Ojo Digital.