ECONOMIA INTERNACIONAL: ADRIAN RAVIER

Argentina: mantener las reglas de juego, sí; siempre que sean las correctas

Se ha señalado con insistencia que, cada gobierno que llega, lo hace con su propio libreto...

28 de Julio de 2021

 

Se ha señalado con insistencia que, cada gobierno que llega, lo hace con su propio libreto, cambiando las reglas de juego e impidiendo que las cosas resulten bien. Se reclama estabilidad para esas reglas y, ¿quién puede oponerse a este principio? En lo personal, uno lo acepta, aunque con una variante: no hemos de sostener permanentemente las mismas reglas de juego, cualesquiera sean. Hemos de mantener un marco estable para las mismas, siempre y cuando sean las correctas.
 
Martín Guzmán, Fracaso de Alberto Fernández, Fracaso económico de Martín GuzmánPiense el lector -por ejemplo- en Cuba, una economía socialista que por más de medio siglo se aferró al mismo marco, sin propiedad privada, sin elecciones, aislados del mundo. Esas reglas sólo llevan a la miseria. Cuba debe cambiar.
 
La Argentina inició un camino en 2003 que terminó con la abundante inversión extranjera directa de los años 1990, también con la estabilidad monetaria, retomó el sistema de reparto, regresaron los controles sobre los precios y sobre el tipo de cambio, se expandieron los planes y programas sociales, así como los subsidios a quienes lo necesitan -y también a quienes no lo necesitan. Todo esto, claramente debe cambiar.
 
El país necesita de un marco regulatorio con equilibrio macroeconómico, partiendo por el equilibrio fiscal, lo que requiere de tres reformas fundamentales:
 
1. Por el lado de los ingresos, una reforma impositiva, para que se simplifique la estructura tributaria, pero también para que se reduzca la presión. Más de 170 impuestos en los tres niveles de gobierno evitan que las empresas puedan generar actividad y empleo. Aplica aquí el concepto de la Curva de Laffer: al desmantelarse más de un centenar de impuestos, la Argentina podría incluso mejorar su recaduación.
 
2. Reforma integral del Estado, lo que implica revisar los presupuestos y reducir la órbita del estado, en línea con el principio de subsidiariedad. El Estado sólo debe hacer aquello que el sector privado no puede hacer. Hay mucho de lo que el Estado hoy hace que podría ser administrado parcial o totalmente por el mercado, y con ello se obtendrían  mejores resultados -a menor costo. El sector privado ha probado ser mucho más eficiente que el sector público. Sólo cuando sea posible recuperar el funcionamiento del mercado, se podrá visualizar qué rol le cabrá al Estado en su objetivo de inclusión. El presupuesto base cero ha sido una buena herramienta para reestructurar empresas cuya solvencia estaba comprometida, y también para sanear Estados fallidos.
 
3. Reforma previsional, partiendo de un sistema de reparto quebrado, con la intención de recuperar ingresos dignos para la población pasiva, y al mismo tiempo con la intención de reducir la principal partida de gasto. El principal desafío aquí es definir una transición para un problema estructural que no puede seguir siendo ignorado.
 
A partir de estas tres reformas, podrá alcanzarse el equilibrio fiscal, y sólo mediante ellas, la autoridad monetaria podrá abandonar la monetización del déficit público. Eso podrá evitar seguir inflando la economía con nuevas emisiones de dinero, pero aun queda pendiente resolver el enorme desequilibrio monetario hoy existente en las llamadas Leliqs. Aquí viene la cuarta reforma.
 
4. Reforma monetaria y bancaria. La Argentina necesita plantear una reforma que permita recuperar una moneda sólida, sea a través de la dolarización, o bien a través de reglas monetarias que pueda aplicar el BCRA. Un ejemplo de esto es prohibir a la autoridad monetaria acceder a comprar bonos del gobierno. Numerosos países han alcanzado el equilibrio fiscal bajo esa regla. Algunos economistas pensamos que esas reglas sólo se cumplirían transitoriamente, y por ello sugerimos que la dolarización es una solución más definitiva, en la medida que termina con el BCRA. Con Nicolás Cachanosky, hemos propuesto una reforma de dolarización flexible que resuelve el problema del desequilibrio monetario, atendiendo también la dificultad de los pasivos monetarios. La propuesta permitiría alcanzar rápidamente estabilidad monetaria, reducir las tasas de interés nominales y reales, y con ello generando una rápida mejora en la actividad económica y el empleo.
 
Finalmente, será preciso atender el desequilibrio cambiario, con un cepo muy duro para adquirir divisas, eliminando la discrecionalidad en su manejo, terminando con el atraso cambiario y también con el cuello de botella que hoy enfrentan las empresas que necesitan divisas.
 
5. Una reforma cambiaria habrá de encarar estos frentes, empezando por levantar el cepo y permitir que el mercado descubra cual es el valor del dólar, de acuerdo demanda por un lado, y su escasez por el otro. Una vez definida ese valor, reconociendo el lugar en el que estamos, la Argentina podrá encarar la dolarización a una definida tasa de conversión, o bien una nueva convertibilidad (que no lo considero deseable), o bien una política monetaria con metas estrictas. Esa reforma debería resolver el atraso cambiario, a partir de lo cual el país podría emprender un nuevo camino de crecimiento.
 
Por supuesto que existen otros frentes y reformas de imperiosa necesidad, como la reforma laboral, para alcanzar una mayor flexibilidad que beneficie a los trabajadores para obtener oportunidades de empleo, además del frente institucional, donde la inseguridad jurídica, la burocracia, la corrupción sean modificadas en favor de la independencia judicial y más transparencia.

Sólo entonces, una vez que estas reformas se hayan puesto en marcha, y que hayan derivado en equilibrios simultáneos en el frente fiscal, monetario y cambiario, podrá sugerirse que las reglas de juego sean estables.

 
Sobre Adrián Ravier

Es Doctor en Economía Aplicada por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid y profesor de Macroeconomía en la Universidad Francisco Marroquín. Publica periódicamente en el sitio web en español del think tank The Cato Institute y medios nacionales.