Corea del Norte y Corea del Sur lanzaron misiles de prueba; lo que hay que saber
Corea del Norte continuó sus pruebas de fin de semana -que diera inicio con el lanzamiento...
Corea del Norte continuó sus pruebas de fin de semana -que diera inicio con el lanzamiento de misiles crucero de largo alcance-, lanzando dos misiles balísticos al Mar del Japón, el pasado miércoles. Poco después, Corea del Sur llevó a cabo otra exitosa prueba de un misil balístico lanzado desde submarino. Los eventos, cercanos en el calendario, sirven para ilustrar el recurrente desarrollo misilístico de ambas Coreas, aunque probablemente sean interpretados como señales que se envían entre una y otra nación.
Los misiles balísticos norcoreanos de corto alcance se trasladaron por una distancia de 800 kilómetros, pero no ingresaron a territorio japonés, como tampoco penetraron en su zona económica exclusiva. Esos lanzamientos violan las Resoluciones de Naciones Unidas, y lo propio sucedió con los lanzamientos de otros vectores de corto alcance durante marzo del año en curso.
Sin embargo, tanto la prueba llevada a cabo con misiles de corto alcance y la que comportó el lanzamiento de vectores de largo alcance no violan las Resoluciones desde lo técnico, por cuanto las mismas sólo abarcan al empleo de misiles balísticos.
En años recientes, Corea del Norte ha sabido desarrollar una serie de novedosos sistemas de misiles, acelerando sus procesos de prueba. En 2019, el régimen de Pyongyang dio a conocer cinco nuevos sistemas misilísticos, y condujo un total de 26 lanzamientos, lo que consignó un récord anual -y todos esos eventos representaron violaciones a las Resoluciones de ONU. En marzo de 2020, Norcorea lanzó nueve misiles balísticos de corto alcance, un novedoso récord mensual. Estados Unidos, por su parte, no replicó a ninguno de esos episodios, y tampoco planteó respuestas frente a los lanzamientos ejecutados a comienzos de 2021.
Corea del Sur, mientras tanto, cuenta con unas formidables fuerzas armadas, perfectamente capaces a la hora de disuadir y replicar frente a la recurrente amenaza nuclear, misilística y convencional de su vecino del norte. Seúl creó una estrategia defensiva multiplataforma, compuesta por la variante Kill Chain (para ataques preventivos); el Sistema Coreano Aéreo y de Defensa con Misiles; y el Sistema Coreano para Reprimenda de Reprimenda y Réplica Masiva.
Seúl ha invertido tiempo y recursos en el desarrollo de un misil balístico capaz de ser lanzado desde submarinos, como componente adicional de su modelo de defensa general. El exitoso lanzamiento desde la profundidad del océano ha convertido a Corea del Sur en la octava nación del mundo -incluyéndose a Corea del Norte- con semejante capacidad. El anuncio compartido por Seúl al respecto del lanzamiento fue el primer reconocimiento oficial de ese programa. El misil cuenta con una cabeza convencional -antes que nuclear-, y exhibe un alcance estimado de 500 kilómetros.
El misil surcoreano fue lanzado desde el submarino de 3 mil toneladas de clase Dosan Ahn Chang-ho, producido a nivel doméstico. En agosto pasado, Seúl ejecutó una prueba de lanzamiento submarina desde una barca de prueba sumergida, seguido ello del ya citado lanzamiento desde submarino. Corea del Sur ha declarado que el misil continuará transitando por pruebas adicionales, previo a que comience a producirse en serie -y, por supuesto, previo a su despliegue efectivo.
En rigor, Corea del Sur se encuentra desarrollando este sistema, como instrumento de supervivencia para contar con una segunda alternativa de lanzamiento, de cara a un escenario en el que su vecino del norte ataque preventivamente. El sistema surcoreano podrá poner en la mira tanto a objetivos misilísticos enemigos como a la cúpula política norcoreana.
Al proceder a la optimización de sus capacidades de ataque, Seúl está consolidando notables progresos, particularmente al momento de completar las condiciones para la transferencia del comando operacional en tiempos de guerra de sus fuerzas militares, tomando la posta del Comando de Naciones Unidas para Seúl.
Al celebrarse la cumbre surcoreana-estadounidense del mes de mayo, Washington acordó elimninar la última serie de restricciones sobre las capacidades de desarrollo de Corea del Sur en el andarivel de los misiles balísticos con mayor capacidad de carga. Desde 1979, sucesivos convenios eliminaron gradualmente esas restricciones técnicas.
Luego de la cumbre bilateral de mayo, Seúl anunció que desarrollaría misiles para ser lanzados desde plataformas terrestres, con 'un potencial destructivo significativamente mejorado', con la meta de disuadir a Corea del Norte -e incluyendo un misil con una cabeza destructiva de tres toneladas de peso total.
Corea del Norte se respalda en ejercicios militares combinados entre sus fuerzas y las fuerzas militares estadounidenses. Más allá de ello, Pyongyang ha optimizado con frecuencia sus fuerzas misilísticas y nucleares, amén de que Washington y Seúl han venido cancelando y reduciendo la intensidad y frecuencia de sus ejercicios, a lo largo de los últimos tres años.
Hasta el momento, Corea del Norte se abstuvo de realizar provocaciones a gran escala -como tuvo por costumbre hacerlo cada primer año de un nuevo gobierno estadounidense o surcoreano. Sin embargo, parece ser cuestión de tiempo hasta que Pyongyang se decida a conducir un nuevo lanzamiento de misiles balísticos, o bien un ensayo nuclear. Cualesquiera de ambos escenarios serviría para testear el liderazgo estadounidense en el plano regional.
La Administración Biden debería mantener los esfuerzos diplomáticos a criterios de negociar con Corea del Norte, para que este país reduzca sus amenazas nucleares y con misiles. No obstante, los Estados Unidos y sus aliados deberían, mancomunadamente, poner en marcha medidas para garantizar la propia disuasión y sus capacidades defensivas. La diplomacia y la disuasión no son mutuamente excluyentes.
A efectos de tener a buen resguardo las preocupaciones de sus aliados, Washington deberá reafirmar sus garantías de disuasión en torno del empleo contundente de la fuerza, incluyendo el de sus armas nucleares, en respuesta a un eventual ataque norcoreano.
Asimismo, Washington habrá de mantener los actuales niveles de fuerzas militares en la región, hasta que las amenazas de índole nuclear, misilística y convencional de Pyongyang hayan sido reducidas a un nivel aceptable.
Artículo original, en inglés