PASO Argentina 2021; mercado electoral: declinación de las marcas y rol crucial del consumidor independiente

Un 12 de setiembre de este año, tuvieron lugar las PASO. Arrasada por el vértigo de acontecimientos que le sucedieron, la fecha retrocede en la memoria con tal vehemencia, que el país todo es poco menos que un gigantesco pabellón psiquiátrico, en el que la masividad de la alienación consigue que el fenómeno pase, a la postre, desapercibido.

Claro que, con algún empeño, lecciones y secuelas pueden rescatarse -cuales restos de un naufragio que la marea deja sobre la playa. En todo proceso en el que el objeto de estudio es conducta humana actuando como sujeto colectivo, la explicación de los acontecimientos debe apelar a un nudo complejo de concausas, y alejarse de la tentación de las simplificaciones. En el caso argentino, la red de factores a tener en cuenta obliga a un precario plan de aproximación inicial y, más tarde, a la reunión de conclusiones, siempre con la advertencia de que la interpretación de los hechos es siempre más falible en un contexto donde los modelos del pasado se resquebrajan, donde el presente teme el caos, y donde el futuro es una forma refinada y exquisita de la incertidumbre. Ensayar una lista de apuntes puede resultar útil.

1. El resultado sorprendió al ganador y al derrotado principal. El primero no confiaba en el tamaño de la victoria que habría de obtener, mientras que el segundo fue sorprendido por un número tan catastrófico que indica la primera derrota del peronismo (esto es, del neo/filo/cuasi/meta peronismo, o como queráis) en un contienda en la que participó con lista única.

2. El cristinismo había impulsado una acción de gobierno en el que las cuestiones de género, o el fomento de innovaciones como el denominado lenguaje inclusivo (que, como se sabe, es antítesis del lenguaje exclusivo) que constituyen asuntos ajenos al interés del proletariado, a la 'columna vertebral' del justicialismo -Perón dixit. Ese mensaje con tufillo a progresismo cool fue dirigido para seducir acaso, a la clase media, precisamente cuando ésta se disponía a repudiar con el voto la exorbitante cuarentena a la que  presuntamente se la había condenado.

3. El eslogan que reza 'A nosotros, nos votan el escudito' es una expresión rústica con la que, durante décadas, se indicaba que el elector peronista era un siervo del sistema de símbolos y representaciones del Partido por lo que, en general, no conocía más que a los caudillos territoriales y carecía de visión crítica -al menos, con la suficiente densidad como para cometer alguna vez la herejía de no sostener a los candidatos propios. El tiempo ha hecho su tarea, y la masa de apoyo incluye un porcentaje nada desdeñable de individuos dispuestos a vender caro su fidelidad. La adhesión automática por veneración del  influjo paterno o la sumisión de la mujer a la opinión marital parecen haberse perdido para siempre cuando, hasta ahora, sobrevivían como lastre cultural de la franja más pobre de la sociedad.

4. Un formato novedoso de resistencia frente a las desvalorizadas artimañas de la clase política por su envergadura estadística se manifestó en el notable ausentismo a la hora de concurrir a las urnas. El nivel más alto de indiferencia pudo medirse en los distritos en los que el peronismo nunca o raras veces había sido derrotado. Ignorar el estado latente de insurgencia pacífica que representa el hecho puede resultar fatal a la hora de diseñar estrategias de seducción de electores, riesgo que comparte incluso la alianza triunfante. El escenario es ahora más impredecible y líquido que nunca antes: lo es en tal medida que una inversión del resultado reciente es incluso posible en noviembre.

5.En el mercado electoral actual, las marcas transitan su hora de declinación. El ciudadano es un consumidor exigente que pretende hacer valer su acto de fe, discriminando preferencias entre los ofertantes, e insinuando que toda variación negativa en la calidad pone en riesgo sus predilecciones históricas.

6. La oferta confunde al elector: el candidato a primer Diputado Nacional  por el justicialismo (vale la advertencia anterior) en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires es un alfonsinista confeso, y premiado en consecuencia. El primer candidato a Diputado Nacional en Provincia de Buenos Aires por la alianza triunfante proviene de una familia peronista. La candidata que encabezó la lista del Frente de Todos es una señora de doble apellido: por algo, en los afiches y gigantografías, se resaltaba el nombre, mientras que los apellidos se disimulaban en un culposo gris. 'Cambiemos' ofreció a la Provincia apoyar a un funcionario de CABA, en tanto la que fuera gobernadora bonaerense hasta 2019 en representación del mismo frente, fue la opción promovida en la capital de la República. El resultado total obtenido por 'Cambiemos' en Provincia de Buenos Aires, territorio emblemático del peronismo, se logró merced al caudal de apoyo recogido por un neurólogo que hacía sus primeras armas en la lid política, se manifestaba radical, y negaba pertenencia a algún aparato partidario.

7. Es casi seguro que solo el 5% de los electores del área metropolitana, ámbito de nuestros trabajos de campo, estaba en condiciones de nombrar a más de dos candidatos de cada lista. El nivel de desconocimiento no registra un antecedente igual desde el regreso de la democracia, y refleja dos situaciones: la incapacidad de la clase política para no ser visualizada como casta y merecer, por lo tanto, la sanción de la indiferencia por un lado y, a su vez, una evidente y sin duda riesgosa pérdida de convicción en las bondades de la democracia como proyecto social y estilo de vida. Lentamente, pero ahora acelerando el paso, las propuestas pomposamente denominadas antisistema pueden ganar espacio y simpatías del consumidor en la deslucida góndola de las ofertas. De hecho, se ha registrado un crecimiento notable de las alternativas del extremo del arco ideológico: el liberalismo fundamentalista y la izquierda marxista han cumplido sus mejores perfomances en décadas. Ambos condenan el régimen político dominante y sugieren como salida el desmantelamiento del sistema de privilegios y prebendas con que la partidocracia, afirman, tiene atrapado al país. Como se sabe, el escenario previo a todo régimen totalitario es una opinión social mayoritaria, que propone que la democracia ha agotado sus recursos al momento de intentar superar la crisis.

8. La tragedia de la pandemia pareció jugar su papel en el rol creciente del elector-consumidor independiente. La fracción del electorado sin fidelidades eternizadas, que fuera decisiva para entronizar al actual titular del Poder Ejecutivo, parece haberse fastidiado severamente con las irregularidades en la asignación de privilegios injustificados en la asignación de vacunas, o con la excepción autoconcedida por el entorno presidencial a la hora de festejar aniversarios familiares. Estos sucesos deben su trascendencia tanto al rechazo ético que provocan como, en igual medida, a extender la sospecha de que acontecimientos tanto o más graves debieron de tener lugar en otros ámbitos, sólo que esos casos no trascendieron porque no se cometieron torpezas infantiles en su ocultamiento, o bien porque la red de lealtades no logró quebrarse en algún momento. Aunque nada más que un uno por ciento del electorado haya cambiado su voto inicial a consecuencia de los citados escándalos, aquéllos representan el 20% de la diferencia que el vencedor obtuvo sobre su inmediato perseguidor, por ejemplo, en la Provincia de Buenos Aires -donde desde siempre se libra la batalla decisiva.

9. Contra la suposición facilista, los receptores de planes sociales no retribuyeron abrumadoramente la caridad oficial. A través de una reacción que no previeron los políticos profesionales ni las encuestadoras más acreditadas, el beneficiario pareció visualizarse como encerrado en un gueto oprobioso y, paradójicamente, considerado privilegiado sin mérito por el resto de la sociedad, a través de una política clientelar financiada con el esfuerzo y el ahorro confiscado a los que ganan el pan con su trabajo. En algunos distritos, sólo la venganza o la traición en el cuarto oscuro pueden explicar los inauditos resultados. De alguna manera, los sectores desposeídos y más vulnerables no están dispuestos a que se cristalice su condición al precio del acatamiento sin debate o de la obediencia como contraprestación. De consolidarse este fenómeno sociológico, las consecuencias sobre la estabilidad del modelo de convivencia serían notables: el artefacto ideológico basado en el arreo de pobres terminaría por derrumbarse, y generaría un conflicto en el seno de todos los partidos mayoritarios o sus alianzas, habituados al tentador  y probado mecanismo de control social, sencillo de manipular -y al alcance de la inteligencia media de las conducciones de turno.