La estrategia para el cuadrante Indo-Pacífico se complica, a partir de la Alianza AUKUS
La coalición de larga data entre Washington y las naciones europeas representadas por Francia...
30 de Septiembre de 2021
La coalición de larga data entre Washington y las naciones europeas representadas por Francia, enfrenta nuevos desafíos, después de que los Estados Unidos de América, el Reino Unido y Australia anunciaran un acuerdo para formar una alianza llamada AUKUS, el próximo-pasadoo 16 de septiembre. De acuerdo a este documento, Canberra comprará submarinos de propulsión nuclear a Washington y a Londres, en lugar de cumplir con el contrato para adquirirlos -por un valor de casi US$ 40 mil millones- a París, en un contrato firmado previamente.
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La decisión de cancelar el contrato antes mencionado con Francia para comprarle, en cambio, los submarinos de propulsión nuclear a los EE.UU. y al Reino Unido fue tomada por Australia. El contexto: tres meses atrás, París había acusado un golpe similar frente a Washington, en una competencia para comerciar aviones de combate a Suiza. Adicionalmente, el asunto tuvo lugar en un momento delicado, conforme Francia se aproxima a las elecciones presidenciales de abril de 2022. Esto explica, en parte, la réplica francesa al incidente.
Francia se enfada; Estados Unidos busca tranquilizar a París
Inmediatamente después del anuncio del establecimiento de la Alianza AUKUS, numerosos funcionarios franceses confesaron abiertamente su enfado, considerándolo un acto de 'traición' de parte de sus aliados norteamericanos. 'Esto no es lo que hacen los aliados, unos a otros', declaró a la radio Franceinfo el ministro de Relaciones Exteriores de Francia, Jean-Yves Le Drian (foto).
El 17 de septiembre, París convocó a sus embajadores en Washington y Canberra de regreso al país para realizar consultas, acto que consignó un serio revés para sus relaciones armoniosas con los Estados Unidos y Australia en las últimas décadas. En el caso de la Gran Bretaña, la ministra de Defensa francesa, Florence Parly, ha decidido anular una reunión bilateral con su homólogo Ben Wallace, programada para esta semana. Asimismo, el diputado Jean-Luc Melanchon, candidato presidencial del Partido Socialista, incluso exigió que Francia analice retirarse de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
En cuanto a la Unión Europea (UE), el 20 de septiembre, la presidente de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, expresó: 'Hay muchas preguntas abiertas que necesitan respuesta. Nuestro Estado-miembro ha sido tratado de una manera inaceptable'. Aunque este comentario se considera relativamente cauteloso, muestra en parte el descontento de Europa con el asunto.
A efectos de aliviar la situación, el Secretario de Estado de los Estados Unidos, Antony Blinken, reafirmó el 16 de septiembre la estrategia de Washington en Asia, para la cual considera a Francia como un 'socio importante', y descartó toda posibilidad que pudiere perjudicar los beneficios de los aliados de la Casa Blanca en el Atlántico y el Océano Indico. El 19 de septiembre, el portavoz del Gobierno galo, Gabriel Attal, afirmó que el presidente estadounidense Joe Biden había propuesto hablar con su homólogo francés Emmanuel Macron 'en los próximos días', con miras a intentar aclarar la cuestión.
Dilema para ambas partes
En opinión de analistas y entendidos, este incidente supone para Francia no sólo una notable pérdida económica, sino que también un declive para su reputación internacional. En el momento en el que París se prepara para las inminentes elecciones presidenciales, y estando a punto de desempeñar la presidencia rotatoria del Consejo Europeo (a partir del 1 de enero de 2022), el particular consigna una marcada presión sobre el mundo político galo para que adopte las medidas adecuadas al respecto.
En el pasado, se han conocido duras réplicas desde el lado francés. Por ejemplo, en 1966, se retiró del Comando Militar de la OTAN (pero no de la OTAN), lo que provocó la reubicación del Cuartel General de esta coalición militar de París a Bruselas (Bélgica). En 2020, abandonó una operación de vigilancia marítima de dicha alianza, debido a diferendos con otro miembro del bloque, Turquía. Sin embargo, en la situación actual, una reacción exagerada podría afectar los lazos transatlánticos, perjudicando en consecuencia a ambas partes. La UE y la OTAN ciertamente no apoyan este escenario. El hecho de que el presidente Macron aún no haya comentado sobre el incidente significa que Francia está considerando actuar con cuidado.
De igual modo, el problema también coloca al gobierno estadounidense en una posición compleja. La reacción de Francia y Europa podría amenazar los esfuerzos del presidente de los Estados Unidos de América, Joe Biden, a la hora de buscar fortalecer las relaciones transatlánticas, así como su estrategia de giro hacia Asia. En los últimos meses, el inquilino de la Casa Blanca ha tomado una serie de medidas a criterio de mejorar los vínculos con los aliados europeos, los cuales se vieron significativamente deteriorados bajo la Administración del presidente anterior, Donald Trump, principalmente debido a la solicitud de Washington al respecto de que la Unión Europea incremente su contribución al gasto de defensa de la OTAN, así como al abandono estadounidense de acuerdos multilaterales.
En particular, con la intención de pivotar hacia Asia, la Casa Blanca ha destacado, en reiteradas oportunidades ya, el importante rol de los aliados europeos, incentivando la participación de los países del Viejo Continente en su estrategia. Mientras tanto, el 18 de septiembre, el presidente del Comité Militar de la OTAN, el Almirante Rob Bauer, descartó la posibilidad de que la disputa entre Francia, Estados Unidos y Australia pudiera afectar la 'cooperación militar' en el bloque.
Cabe destacar que la solución más factible en la actualidad radica en los esfuerzos de los Estados Unidos, Francia y los demás países europeos, así como otros socios importantes como el Japón, Australia y la India para adoptar medidas destinadas a reducir tensiones, con el objetivo de asegurar la consecución de los objetivos comunes en pos de una región Indo-Pacífico libre y abierta.