ECONOMIA INTERNACIONAL: ROBERTO CACHANOSKY

Argentina: el gobierno de Alberto Fernández ajusta salvajemente el gasto social, a través de la inflación

Venimos de semanas en las que se evidencia una notable expectativa, a efectos de corroborar...

16 de Diciembre de 2021

 

Venimos de semanas en las que se evidencia una notable expectativa, a efectos de corroborar si el gobierno de Alberto Fernández llega a un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), con miras a refinanciar la deuda y, así, lograr plazos de pago más largos y tasas más bajas. A contramano de la expectativa, el kirchnerismo organizó el pasado viernes un gigantesco acto partidario, para hablar prácticamente todo el encuentro en contra del Fondo y sobre la deuda contraída por la presidencia anterior con el citado organismo.
 
Alberto Fernández y Martín GuzmánLa palabra ajuste es la más usada por el kirchnerismo para oponerse al FMI y descalificar a cualquiera que quiera poner orden en las cuentas fiscales. Para ellos, el aumento del gasto público y del consumo interno coinciden con la salida sacrosanta que defenderán a muerte contra todos los salvajes capitalistas que desean orden fiscal, con gasto público bajo, impuestos pagables, un sistema monetario, una legislación que no genere pánico para contratar personal, y etcéteras.
 
Sin embargo, no todo el discurso K se traduce en sus medidas concretas. El kirchnerismo se llena la boca contra el ajuste y con la palabra solidaridad pero, durante 2021, ejecutó un brutal ajuste sobre el rubro más importante del gasto corriente, que son las jubilaciones y pensiones contributivas.
 
En efecto, como puede observarse en el gráfico que acompaña, los recursos destinados a jubilaciones y pensiones contributivas tomando veintidós meses de gobierno de Alberto Fernández, desde enero 2020 a octubre 2021, crecieron por debajo de la tasa de inflación el 68% del período. Claro que no es menester computar los casos como el de la vicepresidente que obtuvo un ingreso jubilatorio extraordinariamente alto en comparación al resto de los jubilados. Cristina Kirchner le recontra ganó a la inflación.
 
Jubilaciones versus inflación, Alberto Fernández, Martín GuzmánClaramente, la inflación fue una herramienta de política económica para tratar de licuar el gasto en el rubro que más pesa en el Presupuesto.
 
Salvo en agosto y en octubre de este año, que son los meses previos a las PASO y a las elecciones de noviembre, el gasto corriente primario (no incluye los de capital -inversión en infraestructura) aumentó siempre por debajo de la tasa de inflación en este 2021, con excepción de los subsidios económicos destinados a financiar las tarifas públicas artificialmente baratas.
 
El uso de la tasa de inflación como forma de licuar el gasto público lleva a que el secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti quiera amortiguarla con los controles de precios. Como ya es costumbre, una medida intervencionista lleva a otra medida intervencionista; hasta que el gobierno termina paralizando la economía.
 
En rigor, el populismo es un sistema de conflicto social permanente que termina en una maraña de regulaciones, controles y prohibiciones que, en el epílogo, destruyen el sistema económico.
 

Lo sustancial
 
Las reglas de juego que hoy imperan en la Argentina, por virtud y mandato del populismo reinante, es que buena parte de la población se esmera en vivir a costa del trabajo ajeno. Diferentes sectores acuden al Estado para reclamarle que sancionen una ley por la cual les otorgue a ellos un derecho inexistente: el derecho a que otro lo subsidie, le pague la casa, lo proteja contra la competencia de otros productores (la Argentina corporativa), los que en nombre de la defensa de la industria nacional (como si comerciar fuera una guerra) reclaman proteccionismo para poder vender productos de baja calidad a precios que no podrían cobrar en competencia, mientras los beneficiarios del proteccionismo -aferrados a las ganancias extraordinarias que obtienen- pueden acceder a bienes importados de mejor calidad y a precios más bajos que el resto de la población, los sindicatos que tienen el gran negocio de cobrar por la obra social médica en forma compulsiva.
 
Gran negocio de los sindicatos porque, durante el período en que la gente aporta, los gastos en medicina son pocos, dado que el público es saludable en razón de su edad. Cuando las personas se jubilan, entonces se dirigen al PAMI, con lo cual, el mayor gasto que se da en las obras sociales que es en la gente mayor no es asumido por los gremios. Sin embargo, estos se benefician de los aportes de los trabajadores durante los años en que aquéllos son sanos y no exhiben problemas de salud como los que sobrevienen con edades avanzadas.
 
En definitiva, la Argentina tiene reglas de juego por las cuales el bienestar de un sector no depende de su capacidad para producir algo que otros demanden y estén dispuestos a pagar por eso que produce, sino que depende de la capacidad que tenga para presionar al gobierno de turno para que le transfiera, mediante el monopolio que tiene el Estado, la riqueza que otros generan.
 
Las reglas de juego que imperan en el país nada tienen que ver con la generación de riqueza. Antes, bien; se sintetizan en el consumo de riqueza generada por terceros. Acto seguido, quien genera riqueza genuina comienza a cansarse de ser esquilmado y termina cerrando la propia empresa. O bien trabajando en negro, o abandonando el país -fenómeno hoy visto como nunca antes en la historia nacional.
 
El resultado de este sistema de conflicto social permanente -en el que una mayoría recurre al Estado para que éste le robe a otro, algo que al populismo le encanta porque le acerca votos- genera, en los hechos, un éxodo de empresas y numerosas clausuras. El fenómeno conduce a la reducción de la riqueza existente, en razón de que es del agrado de nadie trabajar para ser expoliado en forma recurrente.
 
Mientras sólo progresan aquellos que viven del fruto del trabajo ajeno, se reduce la franja de quienes generan riqueza. En consecuencia, al populismo cada vez le resulta más complicado el poder sostener a todos aquellos a los que pretende satisfacer para obtener su voto; a esto, los defensores del populismo le llaman 'redistribución del ingreso'.

Es como si, en el juego de la perinola, hubiese una cara que dijera TODOS SACAN en lugar de citar TODOS PONEN.

Si todos sacan y nadie pone, se acaba el juego.


 
Sobre Roberto Cachanosky

Profesor titular de Economía Aplicada en el Master de Economía y Administración de ESEADE, y profesor titular de Teoría Macroeconómica en el Master de Economía y Administración de CEYCE. Columnista de temas económicos en el diario La Nación (Argentina). Publica regularmente en el reconocido sitio web Economía Para Todos.