INTERNACIONALES: LUIS DAVID CARO

América Latina: cinco amenazas previo a la primavera

Aunque América Latina parece haber dejado a un lado las asonadas militares del siglo XX...

22 de Diciembre de 2021

 

Aunque América Latina parece haber dejado a un lado las asonadas militares del siglo XX, aún queda mucho camino por recorrer. Cinco son las amenazas que han de enfrentar las sociedades de la región, previo a ver llegar la primavera.
 
América Latina, LibertadLa primera amenaza es la promesa mesiánica; hay en nuestra región líderes populistas que prometen el paraíso y dicen a nuestras naciones lo que éstas desean oír. Se trata de dirigentes políticos que posan de bienintencionados y prometen igualdad para todos, prosperidad absoluta, una paz eterna y duradera, todo gratis y felicidad plena. Brumosa utopía en la que ciertamente no declaran los medios para alcanzar tales fines y que, en reiteradas oportunidades, esos medios consiguen un efecto contrario al que se quería, en razón de lo obvio: no se considera cómo afectarán a otros sectores de la sociedad. 
 
Ese liderato de comportamiento mesiánico entiende que el dinero recaudado por el Estado les pertenece, y que toda necesidad es un derecho. En tal virtud, explotan un discurso falaz de gratuidad absoluta para el pueblo. No se comprende que, en primer término, es menester crear riqueza y que el grueso de lo recaudado es aportado por el sector privado. Esa aparentemente noble intencionalidad ignora el verdadero funcionamiento de la economía, no explicando jamás cómo se financiarán sus promesas. 
 
La segunda amenaza se vincula a la concentración del poder político por parte de los gobernantes pretendidamente respaldados por los resultados electorales. En Latinoamérica, subsisten ecosistemas políticos que se valen del resultadismo para patrocinar programas de corrupción de la democracia -la misma que emplearon para hacerse del poder. En otras palabras, y al decir de Vladimir Lenin: 'Una revolución desde el poder'; tales modelos se sirven de mecanismos democráticos vigentes para torcer las reglas de juego y reformular un sistema a la propia medida, o conveniencia. En simultáneo, sus referentes alegan contar con un respaldo en votos que se traduce en poder absoluto. 
 
La tercera amenaza, emparentada con las anteriores, es la erección de un Estado megalómano. América Latina se ha encargado de construir Estados con una burocracia gigantesca e ineficiente; con legislaciones redundantes y que, por lo general, la ciudadanía no comprende -dada su proyectada complejidad; los trámites se extienden por semanas, meses e incluso años. Estos Estados asfixian a los sectores más dinámicos de la economía -nuevamente, el sector privado-, amplificando un esquema de corruptela voraz que consume lo recaudado en impuestos y tributos. En el epílogo, la proliferación de trabas burocráticas diluyen la eficiencia gubernamental a la hora de generar políticas públicas que compartan beneficios genuinos para los sectores excluídos de cada sociedad. 
 
Cuarto, el extendido intervencionismo estatal. Empresarios y emprendedores se ven asfixiados por los controles de precios, por trabas a las importaciones y a las exportaciones; constantes reformas tributarias que impiden estar al día con obligaciones y, en consecuencia, poder operar con normalidad; falta de transparencia en las reglas de juego; etcéteras. Un aspecto destacado en este particular es el surgimiento de sectores empresariales privilegiados, en connivencia con funcionarios estatales a efectos de ser protegidos frente a un modelo de genuina competencia. Así las cosas, una firma privada que no respeta regla alguna de libertad de mercados es una empresa de papel; extraviando su razón de ser primigenia.
 
Finalmente, la sociedad latinoamericana no ha comprendido que la libertad demanda eterna vigilancia -si han de recordarse los conceptos compartidos por Thomas Jefferson, uno de los Padres Fundadores de los Estados Unidos de América. Esta conceptuación, en apariencia abstracta, plantea que ciudadanos y dirigentes deben unir esfuerzos a criterio de que la libertad se consolide como parte del ADN de cada nación; y que tal esmero ha de traducirse en una batalla cultural. Sólo en un ámbito de libertades individuales y colectivas a buen resguardo, una sociedad puede florecer, construir, soñar, y vivir. En definitiva, ser
 
Una América Latina verdaderamente unida puede evitar que discursos plasmados con demagogia intoxiquen los cimientos de cada sociedad. Este esfuerzo mancomunado logrará que cada Estado sea administrado por auténticos estadistas que propicien senderos genuinos para el desarrollo y para que los ciudadanos no terminen sus respectivas existencias deambulando por un eterno camino de servidumbre. 


* El autor, Luis David Caro -en Twitter, @LuisDavidCaro-, es Licenciado en Ciencia política en la Universidad Pontificia Bolivariana de Colombia.