INTERNACIONALES: GERMAN GORRAIZ LOPEZ | PUNTOS DE VISTA

¿Qué se oculta detrás de la crisis de Ucrania?

La escalada en los precios del gas y la electricidad habría sorprendido a Europa...

27 de Enero de 2022

 

La escalada en los precios del gas y la electricidad habría sorprendido a Europa con las reservas del fluído en mínimos históricos (60%) y habría escenificado el rotundo fracaso de las políticas energéticas de una Unión Europea incapaz de lograr la utópica autosuficiencia energética.

Vladimir Putin, Rusia, UcraniaUno los factores que más repercute en la dependencia energética de un país es la cantidad de petróleo y gas que debe importar para la industria y transporte, estando la media europea en el 52% y, al ser Rusia el principal abastecedor de gas, petróleo y carbón de la UE (con un 40%, 30% y 25%, respectivamente), se deduce que el Viejo Continente sería una isla energética y sufriría de una ruso dependencia energética severa. De tal contexto, sería paradigma la reciente escalada de los precios del gas y la electricidad en Europa.
 

Rusia y la geopolítica del gas
 
Argelia exporta su gas a través de tres gasoductos: dos Argelia-España (uno de ellos pasando por Marruecos), no conectados a la red europea y un tercero, Argelia-Túnez-Italia. Tras la crisis de Ucrania, los dirigentes de la UE habrían establecido como prioridad la necesidad de mejorar la conexión gasista con la Península Ibérica mediante un gasoducto que conectara a España con Francia a través de Cataluña (gasoducto Midcat). A través del mismo, España haría llegar a la red energética europea el gas argelino (equivalente a la mitad del que llega desde Rusia a través de Ucrania), proyecto que habría quedado en el limbo en virtud de la miopía de los reguladores europeos y de que habría imposibilitado que el fluído argelino fuera la alternativa europea a la rusodependencia energética.
 
El proyecto del gasoducto conocido como Nabucco West -proyectado por los Estados Unidos para transportar el gas azerí a Europa a través de Turquía, Bulgaria, Rumania y Hungría para, de esta manera, evitar la rusodependencia energética de la UE, fracasó al haberse inclinado Turkmenistán, Uzbekistán y Kazajistán por el proyecto ruso del gasoducto South Stream, y tras retirarse finalmente Azerbaiyán del proyecto en junio de 2013, siendo elegida la vía alternativa del gasoducto transadriático (TAP, Trans Adriatic Pipeline), mediante el cual Azerbaiyán exportará su gas hacia Europa a través de Grecia, Albania e Italia, pero que sólo puede transportar un tercio del proyecto Nabucco. En consecuencia, el proyecto no supone amenaza alguna para los intereses de Rusia.
 
Por parte rusa, en el 2007 presentó el proyecto del gasoducto South Stream, gasoducto de US$ 39 mil millones que recorrería Rusia, Bulgaria, Serbia, Hungría, Eslovenia e Italia y que debía comenzar a construirse en junio del 2014. El trabajo garantizaba el suministro de gas ruso a la UE, evitando el paso por la inestable Ucrania. Así, tras la crisis del gas del invierno del 2006 y los recortes de suministro producidos en incontables países de la UE (el 80% del total del gas que la UE importa de Rusia pasa por Ucrania y abastece en más de un 70% a países como los Países del Báltico, Finlandia, Eslovaquia, Bulgaria, Grecia, Austria, Hungría y República Checa), dicho proyecto dormirá en el limbo de los sueños, tras conocerse la negativa de Bulgaria a participar en el mismo a partir de las presiones originadas en Washington.
 
En el 2020, se gestó el gasoducto Turk Stream de 900 kilómetros que transportará gas natural desde Rusia a Turquía. El mismo beneficiará a países como Hungría, Serbia y Bulgaria, incluyéndolos en la órbita rusa y convirtiendo, de paso, a Ucrania en una isla energética. La coalición de intereses rusogermanos ideó el proyecto Nord Stream, que conecta Rusia con Alemania a través del mar Báltico, con una capacidad máxima de transporte de 55.000 millones de metros cúbicos (bcm) de gas al año y con una vigencia de cincuenta años. Dicha ruta se estima vital para Alemania y los Países Nórdicos, por cuanto fue declarado 'de interés europeo' por el Parlamento Europeo y crucial para la geoestrategia energética rusa. Así, con dichas rutas se cerraría la pinza energética rusa, al descartarse a Polonia y a Ucrania como territorio de tránsito. De tal suerte que Rusia conseguirá su doble objetivo geoestratégico de asegurar un flujo ininterrumpido de gas hacia Europa por dos vías alternativas, convirtiendo de paso en 'islas energéticas' a los territorios polaco y ucraniano.

 
Los Estados Unidos y el shale
 
El objetivo inequívoco de los Estados Unidos sería sustituir la rusodependencia energética europea (30% del gas que importa la UE procede de Rusia) por la frackingdependencia, inundando el mercado europeo con el GNL (gas natural frackeado en los EE.UU. y transportado mediante buques gaseros), hundiendo los precios del gas ruso. Otro objetivo consistía en impulsar la utilización de la técnica del fracking en todos los países de la Europa Oriental, el llamado 'arco del fracking europeo' que se extendería desde los Países Bálticos hasta la Ucrania europea, pasando por Polonia, República Checa, Eslovaquia, Hungría, Rumania y Bulgaria, y que dependería de la tecnología de empresas estadounidenses como Chevron o Shell.
 
Así, Polonia aspiraba a convertirse con sus dos terminales en el principal centro de distribución del gas natural licuado (GNL) de importación en territorio europeo y, tras denunciar que 'dicho gasoducto podría fortalecer la dependencia de la UE del gas ruso y consolidar la posición dominante de Gazprom en el mercado europeo', habría conseguido paralizar la construcción del citado gasoducto, con el objetivo inequívoco de ralentizar hasta el paroxismo la construcción del Nord Stream 2. Dicho proyecto exhibe una longitud total de 1.200 kilómetros, a un costo total estimado de US$ 11 mil millones, transportará por el Báltico directamente el gas ruso hasta Alemania y, cuando ya se hallaba construído en un 80%, en un desesperado intento para evitar su finalización, el senado estadounidense aprobó -el 17 de diciembre pasado- la Ley de Autorización de Defensa Nacional 2020, rubricada por Donald Trump. La legislación incluía sanciones económicas contra las empresas privadas que participaban en la construcción del gasoducto Nord Stream 2.
 
Ese desarrollo representaba un misil en la línea de flotación de la política energética diseñada por Alemania, al declarar Angela Merkel que se trataba de 'una declaración de guerra de los Estados Unidos contra Alemania' -tardía reafirmación de la soberanía alemana que consiguió que los estadounidenses cesaran en el boicot de las obras, y bendijeran la culminación del proyecto gasístico. El mismo, no obstante, continúa inactivo, dada la falta de concesión por parte de Alemania de los permisos necesarios para iniciar su andadura.

De todas maneras, la presente crisis en los precios del gas será aprovechada por Vladimir Putin con el fin de, mediando un audaz movimiento de sus torres en la partida de ajedrez geopolítica que se estaría desarrollando en territorio ucraniano, reeditar la guerra del gas ruso-ucraniano del 2006. La meta: condenar al sector europeísta pro-ucraniano a la asfixia económica y la inanición energética, no siendo descartable una tardía reafirmación de la soberanía europea por parte de Francia y Alemania, que eventualmente podría traducirse en una suspensión de sanciones y un posterior acercamiento a Rusia. Finalmente y en tal proscenio, las naciones emparentadas con el 'arco del fracking europeo' -Polonia, República Checa, Eslovaquia y Hungría, Ucrania, Rumania y Bulgaria- quedarían situabas bajo la órbita estadounidense y expuestas a nuevas guerras del gas.


 
Sobre Germán Gorraiz López

Desarrolla análisis relativos a temas económicos y geopolítica. Publica regularmente en su blog "Los Restos del Naufragio". Reside en Navarra, España.