Otra mala idea de Biden para la Defensa: los vehículos 'amigables con el clima'; stocks reducidos de Javelins y Stingers
Con frecuencia, el Día de la Tierra le ha obsequiado a distintos presidentes una plataforma...
Con frecuencia, el Día de la Tierra le ha obsequiado a distintos presidentes una plataforma desde la cual han propuesto dramáticas políticas intervencionistas, en nombre de la defensa del medioambiente.
Así, por ejemplo, se ha propuesto gastar miles de millones de dólares en la supuesta protección de la fauna en estados americanos clave, o bien presionar con la implementación de los Acuerdos de París relativos a cambio climático. Sin embargo, la naturaleza de estas políticas públicas suele sobreestimarse.
En los Estados Unidos, la ciudadanía sólo puede aspirar a que el presidente hizo uso del humor cuando pidió 'gastar miles de millones de dólares' para convertir a cada vehículo de las fuerzas armadas en 'amigables para el clima'.
En oportunidad de compartir un discurso por el Día de la Tierra el pasado 22 de abril, Biden declaró: 'Vamos a dar inicio a un proceso mediante el cual cada vehículo utilizado por las fuerzas armadas, cada uno de ellos, sea amigable para el clima'.
'Cada uno de esos vehículos; y lo digo en serio. Estamos gastando miles de millones de dólares para hacerlo', completó.
Aún para un público que ya debería estar acostumbrado a un interminable flujo de comentarios presidenciales que arrastran a los militares a tratar temas en nada vinculados a la defensa nacional (desde asuntos emparentados con el cambio climático, hasta el rastreo de supuestos extremistas, y llegando a la obligación de someterse a cirugías transgénero; en efecto, cualquier cosa menos referirse a temáticas castrenses), los comentarios del presidente Joe Biden han sido extraordinarios.
Las fuerzas armadas de los Estados Unidos contabilizan centenares de miles de vehículos; es la flota organizada más importante del país -aún mayor en volumen al Servicio Postal o U.S. Postal Service.
La flota de vehículos del Pentágono se divide en dos grandes categorías: tácticas y no-tácticas.
El convertir a cada uno de esos vehículos en 'amigables para el clima' pondría en serios riesgos a su personal, en tanto garantizaría la bancarrota del Departamento de Defensa -y todo en nombre de perseguir la meta del jefe de Estado.
Los combatientes se respaldan en su gobierno a efectos de contar los primeros con el mejor equipo y material táctico disponible. Al declarar que 'cada vehículo' de las fuerzas armadas deberá ser 'amigable para el clima', el presidente arriesga sacrificar capacidad operativa de combate, con miras a implementar su agenda climática de corte extremista.
Si se contara con fondos ilimitados -nos referiremos a eso luego-, sería factible reconvertir la flota no-táctica (esto es, unidades que jamás serán desplegadas en teatros de operaciones militares) a propulisón eléctrica o bien híbrida.
Sin embargo, intentar reconvertir unidades tales como tanques y equipos de artillería, es otro asunto -muy diferente. Los vehículos tácticos deben poder ser operados con independencia de redes energéticas, poder trasladarse largas distancias sin reponer combustible, y ser capaces de trasladarse en terrenos escarpados.
Hoy día, no existe manera eficiente de recargar vehículos eléctricos en un campo de batalla -y probablemente eso jamás suceda.
Más aún, el agregar baterías pesadas a vehículos de desplazamiento terrestre los haría menos capaces para enfrentar condiciones complejas en terrenos con barro o arena. En consecuencia, la propuesta de reconvertir vehículos tácticos pondría a sus operadores en una seria desventaja frente a sus adversarios, no interesados en implementar una agenda climática.
Acto seguido, tratemos el asunto de los fondos necesarios para poner en marcha esa transición. Joe Biden prometió gastar 'miles de millones de dólares' -vale recordarlo.
En apariencia, ese es el único tipo de financiamiento celebrado por el presidente. Después de todo, el pedido de nuevo presupuesto planteado por su Administración es, en los hechos, inferior al del ejercicio 2021 (al considerarse el factor inflacionario), lo que significa que el Pentágono ya deberá hacer malabares para abonar las adquisiciones de equipo y material ya asentadas. Y menos aún podrá lidiar con la exigencia de vehículos 'amigables con el clima' ideada por el jefe de Estado.
El presupuesto de defensa propuesto por Biden para el año fiscal 2023 nada dice sobre los jets F-35s, ni sobre construcción de navíos para la Armada. Esto ya es un absurdo, a la luz de las amenazas contra la seguridad más perceptibles en el corto plazo, esto es, la necesidad estadounidense de fortalecer su posición a criterio de disuadir a Vladimir Putin, presidente de Rusia, de ampliar su ofensiva en Ucrania hacia territorio defendido por la OTAN, y a la amenaza de más largo plazo encarnada por la República Popular China.
Adicionalmente, los recortes en presupuestos de Defensa pasados están comenzando a revelarse. Obsérvese, por ejemplo, la escasez registrada en misiles Javelin y Stinger. En lugar de invertirse fondos para mantener los stocks de municiones, el Pentágono ha utilizado esos dólares, durante años, para adquirir nuevas capacidades. Hoy, los stocks estadounidenses de Javelin y Stinger han sido dilapidados velozmente, en razón de que han sido despachados hacia Ucrania.
Según se ha informado, Washington ha despachado a Kiev entre un cuarto y un tercio de sus stocks totales de esas municiones, en los últimos dos meses.
Seguramente, se tornará complejo para la Administración el justificar una inversión de fondos para reconvertir unidades tácticas a electricidad, al tiempo que no se destina dinero a la adquisición de aeronaves, navíos y munición que las fuerzas armadas necesitan para garantizar la defensa del territorio de los Estados Unidos.
Entonces, ¿cómo se entiende el reclamo público?
Sencillamente, no hay 'miles de millones de dólares' disponibles para gastar en 'vehículos militares amigables para el clima', y nunca lo ha habido. Esos dólares habrán de ser redirigidos hacia programas que converjan en la adquisición de capacidades comprobables para los combatientes.
El citado pedido presidencial sólo sirve para certificar el absoluto desinterés de la presente Administración en temáticas centrales que hacen a la Defensa -en una instancia en la que los Estados Unidos necesitan más seriedad que nunca.
Artículo original, en inglés
* La autora, Maiya Clark, es asistente investigativa en el Centro para la Defensa Nacional, en el think tank estadounidense The Heritage Foundation, en Washington, D.C.