Una muerte en Moscú
El explosivo insertado en el vehículo, ¿tuvo por objetivo enviar un mensaje, o escalar el conflicto?
El horrendo episodio que remató, en Moscú, con la detonación de un explosivo que segó la vida de Darya Dugina -de 29 años de edad- la pasada semana, multiplicó las preguntas en torno de los motivos del régimen ucraniano y de sus simpatizantes, que despacharon un asesino para poner fin a la vida de una prominente ciudadana rusa que no exhibía un rol visible en el gobierno del primer ministro Vladimir Putin. Debe asumirse que el objetivo del ataque era, en rigor, el padre de Darya, el filósofo y sociólogo Aleksandr Dugin, quien -predeciblemente- fue denigrado por los medios de comunicación occidentales y, en particular, por el Washington Post, medio que se ha referido a Dugin como el 'cerebro de Putin' o como el 'Rasputin de Putin', mientras que el New York Times le ha calificado como un 'ultranacionalista ruso'.
Dugin, a efectos de que no queden dudas, es una poderosa y mediática figura, bien conocida en Europa. Es también un firme simpatizante de la iniciativa militar del Kremlin contra Ucrania, que actualmente continúa en desarrollo. En apariencia, el referido jamás se ha reunido siquiera con Putin, lo que implica que quien esto escribe se ha reunido con el líder ruso mucho más que Dugin. Tampoco el personaje ha asesorado a Putin, y es presentado en su propio país como una figura marginal. Es conocido, eso sí, por su furibunda retórica y por su postura férreamente antioccidental y antiestadounidense. Dugin ve a Rusia como 'un notorio muro defensivo contra la indetenible diseminación del modelo progresista occidental en el planeta'. El discurso ofrecido por Putin el pasado 16 de agosto ante dignatarios extranjeros en la Conferencia de Moscú para la Seguridad Internacional parecería corroborar que, en general, el líder ruso al menos comparte la perspectiva de Dugin. Dijo Putin: 'La situación en el mundo está modificándose de modo dinámico, en tanto los lineamientos de un orden internacional multipolar están ganando empuje. Una cifra cada vez mayor de naciones y de pueblos están eligiendo el sendero de un desarrollo libre y soberano, respaldado en su única identidad, tradiciones y valores'.
Dugin, al igual que Putin, es un conservador de pura cepa en términos culturales y, razonablemente, puede ser descrito como un nacionalista ruso, planteando su postura que Rusia y sus valores tradicionales deben ser protegidos antes que ser hechos a un lado para perseguir un globalismo actualmente de moda. Dugin, también como Putin, celebra a la Iglesia Ortodoxa Rusa, lo cual lo convierte en un anacronismo desde el punto de vista de la subcultura progresista que hoy azota a Occidente.
En lo personal, he tenido el privilegio de tomar parte de una conferencia, en 2018, en la ciudad iraní de Mashhad. Allí, participé junto a Dugin y, de alguna manera, pude conocerlo. Se trata de un distinguido intelectual; es un escritor prolífico, e hijo genuino de la Sagrada Rusia. El hecho de que él haya estudiado la historia de ese país con miras a seleccionar tendencias culturales para recoger inspiración debería consignar un ejemplo positivo, frente a un curso de acción a tomar para no pocos conservadores en el mundo; mismos que hoy ven con tristeza el perjuicio que se le ha hecho a la civilización accidental. Daño inflingido por perpetradores que hoy tutelan el control en numerosos países.
El Servicio de Seguridad Federal Ruso (FSB) ha recurrido a material de cámaras de seguridad y a otros recursos para reconstruir lo que probablemente tuvo lugar en ocasión de la voladura del vehículo. En primer lugar, debe consignarse que ningún miembro de la familia Dugin contaba con seguridad especial. Aleksandr Dugin jamás decidió ocultarse, y lo propio hizo su hija. Participaron de eventos culturales y ofrecieron discursos, con frecuencia reuniéndose con sus simpatizantes, que es precisamente lo que estaban haciendo el día del atentado, como invitados de honor en un festival de la 'Tradición', en la periferia de Moscú. Aleksandr no tenía razones para creer que algún gobierno consideraría seriamente asesinarlo, ni aún cuando se sabe que su nombre se hallaba listado en el notorio compendio intitulado Myrotvorets o Enemigos de Ucrania -'lista de objetivos designados para exterminación'-, como pretendidos partidarios de la intervención rusa. En ese listado, también se incluye a Roger Waters, músico del grupo Pink Floyd. Las identidades presentes en la lista han sido bloqueados en su acceso en el sitio web; sin embargo, se sabe que más de 200 mil identidades fueron insertadas allí, incluyendo a no pocos prominentes ciudadanos de los Estados Unidos. Curiosamente, el sitio web Myrotvorets exhibe, en el sector superior derecho de la homepage, los domicilios de los originantes de la página: Langley Virginia -casa matriz de la CIA- y Varsovia Polonia. Claramente, Dugin estaba equivocado si asumió que el listado era poco menos que una exageración política.
De acuerdo a la policía rusa, una mujer de 42 años de edad, identificada como Natalya Vovk, quien también utiliza el apellido Shaban, según se ha informado, miembro del Batallón Azov en la Guardia Nacional Ucraniana, salió de territorio ucraniano el 23 de julio, en un vehículo con falsas placas de Donbas -región actualmente bajo control ruso. Condujo Vovk hacia Rusia, junto con Sophia Shaban, su hija de doce años de edad -utilizándola como cobertura-, cambió las placas de Donbas a unas de Kazajistán -nación aliada de Moscú- y, acto seguido, procedió a alquilar un apartamento en el edificio de Moscú donde residía Darya. De acuerdo a un informe en particular, con frecuencia, Darya llevaba en auto a su padre a los encuentros -dado que a él no le gustaba conducir. Sin embargo, en este caso, él decidió cambiar de automóvil. Vovk, quien bien pudo contar con un cómplice que la asistió en la obtención del falso pasaporte kazako, y que bien pudo ayudarla en la construcción del artefacto explosivo, plantó el dispositivo bajo el auto de Dugin, y lo detonó por control remoto, previo a volar hacia Estonia. Previamente, volvió a cambiar las placas de su vehículo, a unas ucranianas. Ha de presumirse que Vovk estaba desempeñando una misión, planificada y autorizada por la inteligencia ucraniana (SBU).
Ningún gobierno occidental ha denunciado el homicidio. El gobierno ucraniano, por su parte, ha negado su participación en el mismo, aún cuando se conocieron celebraciones en Kiev y en otras ciudades del país. Se había declarado a Dugina como 'ultimada' en el sitio web Myrotvorets. El matutino Washington Post, predeciblemente, editorializó su perspectiva, formulando que nadie debería creer nada que los rusos publicasen sobre el asesinato, aún cuando uno podría, más razonablemente, confiar en el Kremlin antes que en las fuentes desinformativas vinculadas a la capital estadounidense. De igual modo, los medios británicos rápidamente se sumaron al caldo, sugiriendo que habían sido los propios rusos los autores del ataque; ya se tratase de un grupo disidente o de agentes despachados por Putin, autor intelectual del horrendo evento. Incluso el Papa Francisco describió a Darya Dugina como una 'víctima inocente'. Andrii Yurash, embajador ucraniano ante la Santa Sede, escribió en Twitter que las palabras del Papa fueron 'desafortunadas... ¿Cómo es posible que se mencione a una de los ideólogas del imperialismo ruso como víctima inocente? Fue asesinada por los rusos'. Pero, sin dudas, y a menos que nueva información emerja, nada hay en la reconstrucción rusa del hecho que parezca una fabricación, conforme todo lo explicado ha sido respaldado con material de vigilancia captada por cámaras; incluyendo clips en video y fotografías de los involucrados.
Subsisten, no obstante, dos importantes preguntas que nadie se ocupó de responder -ni siquiera de plantear-, en esta instancia. La primera tiene que ver con el motivo; la segunda remite a la eventualidad de que terceros países se hubieran involucrado en el planeamiento y la ejecución del atentado. Acto seguido, allí está el asunto que podría comprender mejor lo que exactamente sucedió, y por qué. Dugin, tomándose como base sus brillantes credenciales académicas y la ausencia de cualquier posición oficial en el seno del gobierno ruso, ha sido considerado como activamente hostil contra los intereses de los Estados Unidos de América, probablemente en razón de su respaldo al ataque contra Ucrania. En tal virtud, ha sido sancionado, y declarado como 'persona de interés' por las fuerzas de aplicación de la ley americanas, y por agencias de inteligencia estadounidenses. Darya también había sido sancionada.
El término 'persona de interés' consigna que agencias vinculadas a la seguridad nacional aportaron sus respectivas cuotas de información y de recolección para monitorear hacia dónde se dirigía Dugin, con quiénes tomaba contacto, y para aprender sobre los distintos grupos con los que el intelectual se involucraba. Esa información ya sería de por sí bastante sugestiva, en términos del aparente plan para segar la vida de Dugin con explosivos; asimismo, encaja con otras notorias conexiones. Primero que nada, la capacidad real de los servicios de inteligencia ucranianos no son del todo comprendidos, aunque sí es sabido en el seno de la comunidad de inteligencia estadounidense que la CIA, el MI-6 británico y el Mossad están, todas ellas, activamente involucrados en el entrenamiento y la consultoría de sus contrapartes locales. El ataque en Moscú exigía una considerable sofisticación: recurrió a información previa de inteligencia, múltiples placas para el vehículo y, presuntamente, documentos de identidad para ser utilizados en fronteras cerradas -algo que los ucranianos en soledad jamás hubiesen podido obtener.
De tal suerte que vale preguntarse: ¿sabían los Estados Unidos, el Reino Unido y el Estado de Israel qué planeaban sus contrapartes en Ucrania? Más que eso, ¿entraron en connivencia para ejecutar la operación, o bien ofrecieron información de inteligencia para concretarla? La aparente cooperación de Estonia -miembro de OTAN- a efectos de asistir en la extracción -exfiltration- de Vovk sugiere la presencia de una operación de inteligencia de carácter amplio. En particular, los israelíes son adeptos a operaciones vinculadas con el asesinato de objetivos en el extranjero, habiendo recurrido a esas tácticas para poner fin a la vida de científicos y técnicos iraníes. En este tren de pensamiento, bien pudieron contar con una motivación secundaria para poner en la mira a Dugin, al tomar en consideración sus críticas contra el rol de judíos en la campaña de terrorismo que siguió a la Revolución Bolchevique, así como también a su enorme involucramiento tanto en la oligarquía rusa como en la flamante élite estadounidense de proyección globalista. Resulta interesante que Putin también supo enfurecer al gobierno israelí, tras criticar al Estado hebreo por sus ataques letales contra los palestinos, y tras el haber decidido la clausura de la Agencia Judía para Israel, órgano dedicado a convenir la emigración de judíos desde Rusia hacia territorio israelí.
Si en efecto tuvo lugar la participación de agencias de inteligencia extranjeras en el episodio de referencia, ello también consignaría que los gobiernos respectivos bien pudieron haber autorizado el intento de asesinato; ello sugeriría un motivo que iría más allá de la mera advertencia a Rusia, al respecto de que sus apologistas podrían ser asesinados en cualquier momento y lugar -incluso en la propia Moscú. Volodymyr Zelensky, presidente ucraniano, ha presionado a sus 'aliados' para que incrementen su involucramiento en la pelea a favor de su patria, más allá de la provisión de miles de millones de dólares en asistencia y armamento. El asesinato de Dugin bien pudo haber sido percibido como una maniobra de provocación, para alentar a Moscú a reaccionar con una réplica. A su vez, ello alentaría un involucramiento superior de parte de Occidente, acaso incluyendo a la OTAN y a más tropas aliadas en el frente de combate, para hacer frente a Putin de manera más directa. Sin lugar a dudas, no son contagiosas las arengas compartidas por líderes políticos occidentales, quienes confiesan que el verdadero objetivo del combate es debilitar a Rusia para acaso consolidar un cambio de régimen en ese país; desarrollo con potencial para empujar a Moscú a tomar decisiones más cruentas. Tampoco resulta alentador oír al extraviado mandatario estadounidense Joe Biden calificar como 'criminal de guerra' a Putin y a la intervención rusa en Ucrania como 'genocida', mientras le exige a su propio país acostumbrarse a las malas noticias durante todo el tiempo que sea posible, con tal de garantizr que Ucrania 'gane' la guerra -una promesa para, virtualmente, escalar el conflicto.
Asimismo, resulta irónico que el Congreso de los Estados Unidos juguetee con la idea de declarar a Rusia como 'Estado patrocinador del terrorismo' cuando, en rigor, es Ucrania (aliada de Washington) quien se ha abrazado al accionar terrorista. Podría resultar inconcebible que cualquiera intentase asesinar a un prominente ciudadano ruso con tal de aumentar las tensiones, arriesgando a un intercambio nuclear global; pero ahí tiene Usted. Si Zelensky y sus consejeros neoconservadores fraguan una celada para amplificar el involucramiento de Washington en la guerra, Biden debió haber reconocido ese desarrollo, y alejarse por completo del conflicto. Infortunadamente, hay pocas chances de que eso suceda. Cuando se trata de Rusia, los halcones del espectro bipartidista lo controlan todo.
Artículo original, en inglés
Especialista en contraterrorismo; ex oficial de inteligencia militar de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos de América (CIA). Se desempeña como columnista en medios estadounidenses, y como Director Ejecutivo en el Council for the National Interest. Giraldi es colaborador frecuente en Unz.com, Strategic Culture Foundation y otros. En español, sus trabajos son sindicados con permiso en El Ojo Digital.