Estados Unidos: bailando junto a los políticos
La política exterior americana se ha convertido en una rutinaria comedia de tiempo completo.
Si el imparable dueto de bailarines integrado por Biden y Blinken pretende, seriamente, validar su perspectiva de que los Estados Unidos son y deberían mantenerse como la potencia hegemónica global, pues entonces están tomando el camino equivocado. Deberían tomar nota del presidente ucraniano Volodymyr Zelensky, y presentar sus respectivas conferencias de prensa junto a osos en danza y a equilibristas haciendo de las suyas en un escenario.
Ciertamente se beneficiarían, sólo por recordar cómo fue que Zelensky llegó al poder, recurriendo a la comedia y a episodios en los que bailaba portando tacos altos en compañía de tres colegas que se burlaban de lo que parecía ser una carcajada contra un manerismo gay. O quizás puedan emular aquella presentación, en la que Zelensky tocaba las teclas de un piano con su pene. Si uno puede recordar todo aquello, pues entonces serviría para comprender genuinamente la política exterior desarrollada en Ucrania, proscenio en donde Zelensky se muestra como un fulano que ya no sonríe, y que meramente se encarga de solicitar dinero y armamento. Su metodología de súplica ha mutado en un vergonzoso empleo de tiempo completo, conforme hoy se exhibe en centenares de pantallas por todo el mundo, saturando todo canal de comunicación y mostrándose en reuniones de pequeña magnitud. Caitlin Johnstone, periodista australiana, recuerda cómo Zelensky desfiló en 'los Premios Grammy, en el Festival Internacional de Cannes, en el Foro Económico Mundial y, probablemente, también frente al grupo Bilderberg, mientras que entretiene encuentros con celebridades de la talla de Ben Stiller, Sean Penna, o Bono y The Edge, de U2. En los hechos, se trata de un tour de relaciones públicas, similar al mantener conversaciones de interés estratégico sobre artillería de largo alcance junto a Elmo, de Plaza Sésamo'.
De hecho, Elmo perfectamente podría ser el próximo en la lista de encuentros, en razón de que NPR (la Radio Pública Nacional de los EE.UU.) es uno de los principales fans de Zelensky. Asimismo, podría uno sospechar que, previo a que la carrera del mandatario ucraniano llegue a su fin, se dirigirá ante un panel de los rotarios en Sioux Falls, en Dakota del Sur. Zelensky incluso ha transformado su mendicante actuación en un asunto familiar, con su esposa Olena siendo recibida por el presidente estadounidense y por la primera dama en la Casa Blanca, luego de dirigirse al Congreso de los EE.UU. -entreteniendo a los Solones americanos para que le proporcionen abundantes cuotas de fondos con tal de estrellar las ambiciones de un tal Vladimir Putin. Tal como ella misma lo ha dicho, no le preocupa que sus hijos puedan volver a la escuela y a la universidad durante el otoño septentrional. Acto seguido, observó Olena: 'Tendríamos respuestas, si contáramos con sistemas de defensa aérea', lo cual habilitaría para consolidar una 'victoria conjunta en nombre de la vida, la libertad y la persecución de la felicidad'.
En efecto, un pasaje central de su exposición ha sido su portada para la revista de modas Vogue, en la que la amigable pareja -Volodymyr y Olena- se sonríen y abrazan frente a las cámaras. Zelensky proclama su interminable afecto en la puesta en escena. Vogue al margen, el show de Zelensky, coreografiado por activos neoconservadores situados en el seno y por fuera de la presente Administración americana, se despliega a todo color y con rigurosa coordinación. Zelensky cuenta con una provisión inacabable de camisetas, entreteniendo a un flujo constante de hombres de Estado en Kiev, y aún a líderes políticos estadounidenses y europeos, como sucedió con el Fiscal General americano Merrick Garland, quien ha designado perentoriamente a un entrenado 'Cazador de Nazis', Eli Rosenbaum, como 'Investigador Especial' para rastrear posibles crímenes de guerra perpetrados por los rusos.
El dúo dinámico Garland/Rosenbaum ciertamente no atenderá a la probable comisión de crímenes de guerra por parte de Ucrania, como es el caso del reciente asesinato de Darya Dugina en Moscú, en razón de que eso no es parte del mandato Biden/Blinken, para quienes los ucranianos son hoy los mejores amigos de Washington; al igual que ocurre con los israelíes, tan buenos amigos americanos que jamás nadie se ocupa de ellos cuando inflingen daño a los palestinos, sin importar que entre tales menesteres se cuente el volar a ciudadanos con explosivos o dispararles abiertamente. Lógico; el mensaje aprobado por la Casa Blanca de Zelensky siempre es el mismo: 'Obséquiennos más dinero y armas, e iremos allá a derrotar a los rusos'. De tal suete que Honest Joe Biden le ofrece el dinero y las cosas que necesita el presidente ucraniano; a cambio, sólo obtiene un apretón de manos. Todo lo cual nos lleva a preguntarnos si acaso el Señor Z. sería la fuente más confiable para cualquier cosa que lo involucre junto con sus corruptos amigotes, considerándose los múltiples informes que rezan que el armamento donado rápidamente desanda su camino hacia el mercado negro, ni bien el dinero va a parar a los bolsillos de los funcionarios ucranianos. Zelensky ha reaccionado a estas críticas, clausurando los partidos de oposición y los medios de comunicación, asesinado a disidentes políticos, y abriendo fuego contra cualquier funcionario estatal que se atreva a insinuar su desacuerdo.
Aparte de eso, sigue desarrollándose una guerra -aspecto que podría no ser tan evidente para todos aquellos que llevan adelante tratos en el palacio presidencial. De igual modo, pareciera ser contraintuitivo el hecho de que los rusos, responsabilizados a lo largo del camino por una atrocidad tras otra, le han permitido a Zelensky entretener a sus invitados, sin ser molestado. Después de todo, si Usted estuviese cometiendo una infinidad de crímenes de guerra, ¿por qué no agregar a esa colección la voladura del palacio presidencial en Kiev, asesinando a Zelensky y, con toda probabilidad, poner fin a la guerra mediando un sólo golpe?
No obstante y, en rigor, dos guerras están llevándose a cabo en simultáneo. Naturalmente que subsisten los combates en torno al Donbás, pero el conflicto más importante es la guerra prefabricada que Biden y una serie de mandatarios europeos han desatado para respaldar lo que sea que está ocurriendo en Ucrania. El aspecto más notorio de esta guerra se traduce en la más perturbadora -y efectiva- maquinaria de propaganda que el mundo ha conocido. Involucra a Joe Biden y a su brigada de payasos, pero también cuenta con una claque de simpatizantes integrada por la OTAN, por una muy específica lista de líderes políticos del Viejo Continente y, virtualmente, por prácticamente todos los medios de comunicación en Occidente. Las redes sociales también se han unido a la refriega, prohibiendo toda fuente rusa -y lo propio con noticias y opinión-, empleándose también algoritmos y otros mecanismos de manipulación para torcer todo informe existente como antagónico frente a Moscú. El esfuerzo aliado para derrotar y luego destruir a Rusia se respalda en medias verdades, mentiras, y engaños abiertamente presentados. Pero, ¿para qué molestarse tanto? Ese esfuerzo intenta silenciar el hecho de que la guerra era perfectamente evitable, detalle que ni la Casa Blanca ni otros gobiernos pueden confesar frente al público. Carece absolutamente de sentido, y nadie saldrá beneficiando cuando el desarrollo llegue a su fin. Y por 'fin', nos entendemos: el mismo podría sobrevenir cuando el empleo de armas nucleares se evalúe en las mesas.
Y, ¿qué hay del buen y anticuado excepcionalismo americano, que se supone es defendido a capa y espada por Biden-Blinken y su escudero Merrick Garland? Pues, bien; pareciera ser que el mismo le ha costado caro al mundo, a juzgar porque el fiasco ucraniano no sabe apreciar el valor del sentido del humor anglosajón. Para este concierto, la guerra en Ucrania jamás hubiese comenzado si los Estados Unidos y la Unión Europea hubiesen invertido el menor de sus esfuerzos para arribar a una solución negociada. Todo lo dejaron en manos de la 'fuerza del Bien' que serían los Estados Unidos, jamás concluyendo que, en realidad, Washington es un bully de proyección global y un agresor recurrente.
Karen Kwiatkowski, Doctora y ex Coronel en la Fuerza Aérea de los EE.UU., porta consigo un interesante anecdotario para compartir, el cual gira en torno de los gigantes que terminan mordiendo el polvo. Escribe la mencionada: '... He visto que Islas Solomon se rehusaron (bueno; en realidad, ignoraban, palabra que queda mejor) un pedido de la Guardia Costera de los Estados Unidos para utilizar sus puertos para comprar combustible, con dólares estadounidenses. ¿Qué estaba haciendo la Guardia Costera navegando por el Pacífico Sur; ¿se habían perdido, acaso? Tras estudiar el cuadro completo, entendimos que estaban persiguiendo a pescadores que violaron la ley, y allí los llevó su misión'. Entonces, ¿cuál fue la respuesta americana ante este hecho, por el cual se responsabilizó a los chinos de interferencia? Necesitamos 'una nueva embajada en las Islas Solomon... junto con un nuevo marco de involucramiento, de cinco años de duración, para el Pacífico'.
En tiempos de la Guerra Fría, previo a que la Unión Soviética se desmoronara en 1991, un comentario comenzó a replicarse con frecuencia. Se dijo entonces que el país se había convertido en un 'Alto Volta con cohetes', lo cual implicaba que la URSS había gastado tanto dinero en armamento, que la economía civil comenzó a verse privada de recursos. Pues, bienvenidos a los Estados Unidos de América actuales. Mientras el país sigue retrocediendo, y sin dudas el desmoronamiento seguirá ganando empuje gracias a los millones de 'buscadores de asilo' latinoamericanos que pululan por la frontera sur, el término 'Bolivia con armas nucleares' para referirse a los EE.UU. parece el más apropiado.
El mundo se ha cansado ya de Washington y de sus excusas, lo cual inevitablemente terminará por derribar los muros cuando la insostenible deuda de billones de dólares alimentada por Biden provoque una bancarrota nacional al estilo de la Argentina. Un furioso cambio de rumbo podría servir, acaso para morigerar alguno de los problemas, pero se aproxima una elección, y Biden estará dispuesto a despilfarrar más fondos sin respaldo para sus amigos políticos a cambio de votos -práctica que otrora era prevista como acto de corrupción.
Cuando uno lo piensa fríamente, concluirá que los Estados Unidos se han convertido en una república bananera, en esencia administrada por una pandilla criminal que se alterna cada cuatro años, bajo el acuerdo de simular una democracia.
No es posible caer más bajo que eso, aunque Biden ciertamente hace méritos.
Artículo original, en inglés
Especialista en contraterrorismo; ex oficial de inteligencia militar de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos de América (CIA). Se desempeña como columnista en medios estadounidenses, y como Director Ejecutivo en el Council for the National Interest. Giraldi es colaborador frecuente en Unz.com, Strategic Culture Foundation y otros. En español, sus trabajos son sindicados con permiso en El Ojo Digital.