La tentación de la violencia: una fantasía alienante
Hacia 1940, el alemán Welzel renovó los estudios penales en Occidente...
10 de Septiembre de 2022
Los medios violentos nos darán una libertad violenta. Lo que se obtiene con violencia, solamente se puede mantener con violencia.
Mahatma Gandhi (1869-1948)
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En el caso del incidente Sabag, la complejidad a la hora de rastrear respuestas verosímiles a las cuestiones planteadas, a esta altura de la investigación, son poco menos que nulas.
Escena 2. La danza de las hipótesis
Mahatma Gandhi (1869-1948)
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Escena 1. Divagaciones en torno a un acto de intimidación
Hacia 1940, el alemán Welzel renovó los estudios penales en Occidente, con la presentación de su 'teoría finalista del derecho'.
Pone el acento en el problema de la voluntad del individuo que ha cometido una 'conducta reprochable', e insta a los investigadores a contestar alguna de las siguientes preguntas:
Pone el acento en el problema de la voluntad del individuo que ha cometido una 'conducta reprochable', e insta a los investigadores a contestar alguna de las siguientes preguntas:
¿Qué acto se proponía realizar el sospechado?
¿Qué nivel de madurez mental tiene, a partir de su edad y de su salud?
¿Estaba en condiciones de optar libremente acerca de materializar o no el acto?
¿Qué finalidad perseguía el susodicho al concretar su propósito, en lo relativo a recompensa, gratificación o un estado particular que modificaría su vida en un sentido deterrminado?
¿Empleó en el caso los medios idóneos para asegurarse una resolución exitosa de su propósito?
En el caso del incidente Sabag, la complejidad a la hora de rastrear respuestas verosímiles a las cuestiones planteadas, a esta altura de la investigación, son poco menos que nulas.
Escena 2. La danza de las hipótesis
a. El sospechoso es un individuo que, si bien parece exhibir la lucidez suficiente como para ubicarse en tiempo y lugar, en verdad es un hábil psicótico que simula no su patología, sino su salud mental.
b. El indivuduo es imputable plenamente, dada su edad y su salud mental.
c. Fue cooptado por una organización que realizó en su equilibrio racional y emocional una intervención de tal magnitud, que la aparente voluntad de cometer un crimen oculta, en rigor, su vulnerabilidad frente a la manipulación a la que fue sometido.
d. El individuo parece haber planeado el ataque con el fin de asegurarse una notoriedad súbita y de altísima trascendencia, como única recompensa. La prueba de su desquicio mental se halla en esta necesidad pulsional de granjearse visibilidad en un contexto en que se imagina despreciado por el entorno.
e. Confirman también su desequilibrio :1) El no disponer de los medios idóneos para alcanzar el objetivo (en el caso, no verificar o ignorar la aptitud del arma para abrir fuego); 2) El no prever un plan de fuga, ni imaginar una fuga que en realidad operaría como un imposible; 3) Asimismo, puede conocer la imposibilidad de la fuga, pero la detención y eventual privación de la libertad forman parte del costo que está dispuesto a pagar, en razón de que el ratio costo/beneficio le resulta rentable.
f. El sospechoso fue engañado por la organización cooptante: se le prometió que cometería homicidio pero, en los hechos, se pretendía intimidación y creación de clima propicio al desencadenamiento de la violencia social. En consecuencia, le fue entregada un arma descargada.
g. El sospechoso integra una 'tribu urbana' con vagas conceptualizaciones de cierto combate antisistema, matizado por el desorden de su vida privada, el consumo de drogas y estimulantes prohibidos.
h. La organización cooptante le entregó una fuerte suma dinero para que cometiera homicidio, pero ignoró la impericia del candidato -o bien no detectó que el mismo simulaba pericia, pues su objetivo principal es la notoriedad (trancendencia histórica), más allá del resultado efectivamente alcanzado. Este cuadro se comprende en el concierto de su desquicio mental.
i. Si el abogado defensor del sospechado pudiese demostrar que este fue cooptado tras verificarse que efectivamente tenía pericia en manejo de armas, el fracaso del atentado sería subproducto de la libre voluntad del individuo, quien deliberadamente abortó el plan: así, consiguió alcanzar la visibilidad pretendida y, al licuarse su responsabilidad penal a la figura de 'homicidio en grado de tentativa' con buena conducta, estará en libertad en menos de diez años, despues de escribir bestsellers, percibir abultadas cifras para ofrecer entrevistas, y por verse en pantalla chica desde la celda.
j. No aplica el agravamiento de su responsabilidad penal por medrar con la 'indefensión de la víctima', en virtud de que la misma disponía de decenas de custodios a su servicio, siendo la cuestión de la idoneidad de este cuerpo, cuestión ajena al objeto central de la causa.
k. La pareja de sospechosos constituyen, en rigor, miembros 'inorgánicos' de algùn servicio de inteligencia, como lo son aproximadamente un millar de personas que fungen como ciudadanos comunes al frente de un kiosco o conduciendo un taxi. Su tarea consiste en indagar la opinión de la población en asuntos puntuales de trascendencia. Reunidos los informes, se elabora un trabajo de recolección que, tras ser procesado, es remitido a las máximas autoridades de la Nación. No habrá 'quiebre' de los sujetos, pues éstos tienen claro que la mera sospecha de que esta circunstancia habría de producirse, destrabará el sistema de protección relativa/pasiva -para pasar a la neutralización inmediata/activa.
l. La situación del sujeto revela que el mismo carecía de libertad para resistirse a la comisión del atentado. Si se imagina un guión cinematográfico, podría comprenderse el enunciado. Imaginemos que un joven militar retirado con altas calificaciones y tentado por la actividad privada padece el secuestro de su pequeño hijo. Una organización le encarga el asesinato del jefe de una célula terrorista que pasa unos días en la ciudad, creyendo que nadie lo ha advertido. El atribulado padre debe elegir: si denuncia el secuestro, no volverá a ver a su hijo. Si cumple con la exigencia de los secuestradores, será penalmente responsable de homicidio. Si, en lugar de un terrorista, debiera ejecutar a un inocente porque la trama forma parte de un juego siniestro con el que se entretienen personajes de alto nivel económico, ¿cambiaría en algo el cuadro a evaluar? Si el sospechado se halla en una situación similar, el acceso a la verdad será imposible, en tanto el régimen democrático excluye la tortura y los apremios ilegales como metodologías para alcanzar la verdad. Más aún, este sistema de garantìas no acepta a la confesión libremente emitida sin violencia de ningún tipo como prueba concluyente, limitando su trascendencia a la de un elemento importante -pero no crucial arrimado a la investigación.
Las hipótesis se entrelazan entre sí, se repelen y se asocian, por el momento, sin que nada indique la inminencia de un veredicto sólido en el corto plazo.
Las características generales del incidente, la escenografía en la que se mueven los actores y la confusión dominante son, en tanto paradójicas, ostensiblemente congruentes con la Argentina como objeto real. Toda su convulsionada historia reciente se define a partir de perturbaciones espasmódicas que, con frecuencia, se materializan en acontecimientos trágicos, bochornosos -e incluso ridìculos.
Toda esperanza radica en que la realidad febril de estos días no confirme el verso borgeano: no debe volver a morir Laprida, que presidió el primer 9 de Julio, mientras el duro hierro le abría las carnes y, por fin, se enfrentaba a su destino sudamericano.
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@Atlante2008
Sobre Sergio Julio Nerguizian
De profesión Abogado, Sergio Julio Nerguizian oficia de colaborador en El Ojo Digital (Argentina) y otros medios del país. En su rol de columnista en la sección Política, explora la historia de las ideologías en la Argentina y el eventual fracaso de éstas. Sus columnas pueden accederse en éste link.