En Europa, la rebelión contra las élites se ha convertido en tendencia
La reciente victoria de Giorgia Meloni en las elecciones italianas inaugura un novedoso panorama en Italia...
La reciente victoria de Giorgia Meloni en las elecciones italianas inaugura un novedoso panorama en Italia, pero también en Europa -amplificando el alcance de una tendencia caracterizada por el surgimiento de dos bloques bien identificables.
Por un lado, se asiste a la presencia de un bloque integrado por un consorcio de partidos políticos que va desde los Verdes y la extrema izquierda europea al Partido Europeo del Pueblo, que involucra al socialismo, a confederaciones de partidos progresistas, y a numerosos espacios de la democracia cristiana. En conjunto, representan a un gigantesco consenso.
La totalidad de estos grupos comparte una colección de características subyacentes: su defensa de una Unión Europea federalista; su respaldo por la implementación de ideologías progresistas (en inglés, woke), su clara responsabilidad en la represión arbitraria de ciertas libertades individuales y colectivas (especialmente en la era del COVID-19), y su declarada indiferencia frente a la crisis demográfica que azota a Occidente.
En franca oposición a ese consorcio, ha tomado posición una amplia y popular coalición -de proyección nacional- liderada por conservadores y reformistas europeos, encabezada por Meloni en Italia desde el año 2020. Aquellos que integran esta coalición se abrazan a una concepción europea ostensiblemente diferente.
Su concepción de la Unión Europea nada tiene que ver con un espacio en el que los Estados-miembro cedan sus modelos productivos y la libertad de sus ciudadanos al imperio de corporaciones multinacionales y órganos multilaterales sino que, antes bien, se inclinan por un ecosistema que resguarde a los ciudadanos europeos con miras a garantizar su bienestar. Asimismo, rechazan cualquier posibilidad de subyugar a sus ciudadanos a los caprichos ideológicos de élites distanciadas de su realidad.
Estas visiones opuestas al respecto de lo que la UE debería representar, también ha visto la proliferación de tendencias dispares en años recientes. El asunto cobra vigor en los prolegómenos registrados entre los pesos pesados del Partido Europeo del Pueblo y los conservadores y reformistas del Viejo Continente.
Desde acontecida la salida del Reino Unido de la Unión Europea, sólo Polonia ha contado con un partido político -Ley y Justicia- asociado a los conservadores y reformistas.
En comparación, el Partido del Pueblo Europeo contaba ocho naciones bajo gobierno 'popular', liderados por la Unión Demócrata Cristiana de la Canciller germana Angela Merkel en Alemania (responsable, entre otros asuntos, y en compañía del Partido Socialdemócrata, de la indefensión continental en materia energética). De igual modo, este núcleo incluía también al ex primer ministro español, Mariano Rajoy.
Por aquel entonces, la comparación entre el Partido del Pueblo Europeo y los conservadores era bastante cristalina. En 2016 -y hasta 2019, instancia temporal en la que el Reino Unido abandonó la Unión-, los países con gobiernos cuyos partidos integraban a conservadores y reformistas representaban apenas el 20%, comparándose con el 31% en el caso del Partido del Pueblo Europeo.
En el terreno económico, el Reino Unido y Polonia representaban el 16% y el 3% respectivamente, del PBI total de la UE. Al tomarse en cuenta a las naciones cuyos gobiernos eran parte del Partido del Pueblo Europeo, contabilizaban un 32% del PBI continental.
En 2022, sin embargo, el proscenio se ha visto modificado.
Polonia aún se mantiene gobiernada por un partido identificado con los conservadores y reformistas; desde hace poco, se le ha unido el gobierno de la República Checa.
Con la incorporación de Italia, los países con gobiernos emparentados con el reformismo son tres -cuatro, si se computa al Partido Fidesz húngaro, que abandonó recientemente al Partido del Pueblo Europeo, y si este espacio dirimiera sumarse al consorcio reformista.
En contraste, el número de países vinculados al Partido del Pueblo es de diez. No obstante, con una mirada económica en perspectiva, este bloque ahora contabiliza apenas el 9.4% del PBI del Viejo Continente, mientras que conservadores y reformistas han mantenido esa participación en el orden de los 18 puntos porcentuales, desde 2019.
Más aún, al analizarse la cuestión desde el punto de vista demográfico, los países con gobiernos afiliados al Partido del Pueblo hoy representan apenas un 16.2% de la población europea total; ciertamente alejados del 24% del total poblacional representado hoy por naciones con gestiones cercanas al consorcio reformista-conservador.
Esta visión alternativa de la actual Unión Europea está consolidando su éxito, y ganando terreno.
A todas luces, la referida tendencia es parte de un fenómeno de rupturismo cultural más amplio, cuyas consecuencias ya parecen irreversibles: la consolidación de una derecha no sujeta a los designios del globalismo. Aquel espectro, más conservador, representa una proposición que cuestiona la gran confluencia de intereses y la concentración de poder en élites financieras, vinculadas a los medios de comunicación, tecnológicas y políticas; defendiendo el ideario de un Estado nacional fuerte.
Este movimiento entiende que los Estados nacionales son la única solución viable a efectos de resguardar la soberanía de los pueblos.
Y, en contraste con la tradicional indiferencia frente a temáticas sociales y económicas, el citado movimiento exhorta a proteger todo aquello que hoy se encuentra bajo amenaza -desde la familia y el derecho a la vida hasta las firmas privadas, el estratégico sector energético, y la seguridad de los ciudadanos.
Artículo original, en inglés
El autor, Jorge Martín Frías (Twitter: @JM_Frias) se desempeña como director de Fundación Disenso, think tank con sede en Madrid, España.