Al respecto de la fallida política de acercamiento a Cuba de Biden, la espía más importante de La Habana, y el pensamiento mágico
La política de la Administración Biden frente a Cuba -esto es, un retorno a la implementada por la Administración Obama...
La política de la Administración Biden frente a Cuba -esto es, un retorno a la implementada por la Administración Obama-, basada en una lectura equivocada de la historia y en desinformación diseminada por agentes de influencia en Washington -no sintoniza bien con los intereses de los Estados Unidos de América.
La realidad es que la dictadura cubana es una empresa criminal que ha invertido más de seis décadas en la desestabilización de democracias en el continente americano, habiendo consolidado éxitos en Venezuela, Nicaraguay, y Bolivia.
Sin haber logrado infilitrar exitosamente a sus espías en Washington, nada de aquéllo hubiese sido posible.
Ana Belén Montes, espía con 17 años de trayectoria en trabajar para la dictadura de Fidel Castro Ruz, sirvió una condena de 25 años en los Estados Unidos. Fue puesta en libertad el pasado 6 de enero, tras abandonar una prisión federal en Fort Worth, Texas. Oficialmente, la razón para la breve estadía en prisión tuvo que ver con su buena conducta. Montes, nacida en Puerto Rico, se ha radicado ya en esa geografía.
Sin jamás haber expresado arrepentimiento por sus acciones, Montes repitió la misma narrativa que en su momento promocionó al desempeñarse como activo de la dictadura castrista. Así se desprende de su primera declaración tras beneficiarse con la libertad.
Montes, que contaba 27 años en ese momento, y portadora de un master en la Universidad Johns Hopkins, trabajaba para el Departamento de Justicia, cuando fue reclutada por la inteligencia cubana en 1984. En 1985, comenzó a desempeñarse en la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA) americana, tras graduarse.
Realizó tareas para Cuba -Estado patrocinador de acciones terroristas- durante los diecisiete años en que espió para el régimen, en tanto sus análisis siempre minimizaban el riesgo encarnado por La Habana. Montes ignoró las seis décadas de terrorismo perpetrado por el régimen castrista (que involucró acciones en territorio soberano estadounidense), contrabando de estupefacientes, brualidad contra ciudadanos cubanos corrientes, acciones represivas en Nicaragua y Venezuela, y actos vinculados al genocidio en Etiopía.
Con Montes ya en la DIA, la Dirección de Inteligencia de La Habana infiltró exitosamente la CIA, el Departamento de Estado, y la Agencia Internacional de los EE.UU. para el Desarrollo, conduciendo campañas de influencia, revelando la identidad de espías estadounidenses, y despachando secretos a La Habana -que luego eran comerciados a otros enemigos de los Estados Unidos.
Montes reveló secretos que condujeron directamente a la ejecución de 65 soldados oriundos de América Central, y de al menos on soldado estadounidense. En marzo de 1987, guerrilas del Frente de Liberación Farabundo Martí asesinaron a Greg Fronius, soldado americano de 27 años de edad, en razón de los secretos compartidos por Montes a La Habana.
En junio de 1985, ese elemento guerrillero asesinó brutalmente a cuatro guardias diplomáticos estadounidenses -pertenecientes al Cuerpo de Marines-, a dos civiles nacidos en los EE.UU., a seis salvadoreños y a ciudadanos de otras nacionalidades, mientras bebían café en cercanías de la embajada de los Estados Unidos en El Salvador.
En febrero de 1996, Montes facilitó la realización de un cónclave entre funcionarios del gobierno estadounidense y el Almirante retirado de la Armada de los EE.UU., Eugene Carroll, para compartirle a este último -ya fallecido- datos sobre acciones cubanas. Carroll había cambiado sus lealtades para favorecer al comunismo y jugó un rol como activista antimilitar; gracias al encuentro, se logró moldear a la opinión pública para que la imagen del régimen castrista fuese más tolerable. Complementariamente, esa coordinación permitió representar negativamente al grupo exiliado de anticastristas conocido como Hermanos al Rescate.
Scott Carmichael, oficial de contrainteligencia estadounidense, escribió en su libro -intitulado 'Una Verdadera Creyente: En el Seno de la Investigación y Captura de Ana Montes, la Principal Espía de Cuba' ('True Believer: Inside the Investigation and Capture of Ana Montes, Cuba’s Master Spy') que él creía que la reunión entre funcionarios y Carroll era una 'operación de influencia' -esto es, un intento clandestino para torcer la opinión pública.
En 1997, Montes confeccionó un boceto para el Pentágono, afirmando en su contenido que Cuba contaba con una 'capacidad limitada' para dañar a los Estados Unidos, apunte que Castro calificó como un 'informe objetivo, desarrollado por personas serias'.
Montes fue seleccionada como líder de un equipo, cuya meta era evaluar la efectividad de la Fuerza Aérea de los EE.UU. en Afganistán luego de acontecidos los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001. Los funcionarios temieron que, dado el extenso historial de La Habana en el comercio de secretos a los enemigos de Washington, si acaso Montes obtenía los planes bélicos del Pentágono para Afganistán y los entregaba luego a la Dirección de Inteligencia en La Habana, el régimen castrista hubiese podido compartir esos datos con el Talibán.
Este hecho condujo a su arresto, el 21 de septiembre de 2001.
El 'acto más pernicioso perpetrado contra activos de inteligencia no-humanos que ella proporcionó a los cubanos', consigna Peter Lapp -agente especial retirado del FBI- fue información en torno de un 'programa satelital secreto de los EE.UU.' de naturaleza tan sensible que 'a los fiscales del caso les fue prohibido utilizarla, de llegar su desarrollo a un juicio'.
Aún cuando la información no observaba vinculación con Cuba, los investigadores del caso creen que Castro compartió la misma a otros regímenes, también hostiles a Washington. De acuerdo a Chris Simmons, analista de la Agencia de Inteligencia de Defensa, el comercio de secretos es un negocio notoriamente prolífico para La Habana.
Las afirmaciones de Montes al respecto de que Cuba no representaba amenaza alguna para los EE.UU. mantuvo vigencia en el Congreso americano durante una década tras registrado su arresto, con lo cual la dictadura castrista logró ser removida del listado de Estados patrocinadores de terrorismo.
Mientras Montes desempeñaba sus tareas en Washington, se ocultaron los siguientes desarrollos:
- Cuba fue añadida por vez primera en el listado de Estados patrocinadores de terrorismo en marzo de 1982. El Departamento de Estado confirmó que La Habana se había involucrado en una operación de contrabando de estupefacientes para contrabandear también armamento y dinero al núcleo terrorista colombiano M-19.
- Miembros del grupo M-19 irrumpieron con violencia en el Palacio de Justicia de Colombia, en noviembre de 1985. Once de los 25 magistrados de la Corte Suprema del país se encontraban entre los rehenes asesinados. En los años ochenta, Gustavo Petro, actual mandatario colombiano, era un activo del M-19 en los años ochenta.
- 'En el mundo árabe, un aproximado de tres mil consejeros cubanos pueden ser hallados en Libia y Argelia, entre otras localidades, entrenando a terroristas y a guerrilleros del Frente Polisario', escribió John Hoyt Williams en el medio The Atlantic, en 1988.
- Hoy día, La Habana trabaja mancomunadamente con Hamás y otras organizaciones islamistas de corte extremista, con grupos terroristas latinoamericanos, así como también con regímenes terroristas tales como el iraní y el norcoreano, en tanto respalda la invasión ilegal de Rusia en Ucrania.
- El 24 de febrero de 1996, La Habana ejecutó la Operación Escorpión, recurriendo a información de inteligencia proporcionada por la Red Avispa (Wasp Network) en los Estados Unidos; el operativo condujo al homicidio de cuatro miembros del grupo Hermanos Al Rescate, en espacio aéreo internacional.
De acuerdo a Simmons (ex cazador de espías para DIA), Red Avispa era 'la más importante red de espías en funciones en territorio estadounidense'.
Esta red de espionaje también puso su mira en instalaciones militares estadounidenses, planificó el contrabando de armamento y explosivos hacia suelo estadounidense, y el asesinato de un agente retirado de la Agencia Central de Inteligencia (CIA).
En pleno siglo XXI, el régimen post-Castro en Cuba ha continuado con el patrocinio y el albergue de terroristas, a pesar de la insistente negativa de La Habana -y este accionar no muestra signos de morigerar.
El historial certifica que Montes fue una traidora actuando como respaldo de un régimen terrorista que asesinó a ciudadanos estadounidenses y ciudadanos de naciones aliadas de Washington, mientras que puso de suyo para perjudicar notablemente a los intereses nacionales de los Estados Unidos.
En rigor, debió ser sentenciada a condena perpetua. En lugar de ello, Montes consiguió negociar un trato y fue sentenciada a 25 años -tras lo que logró recuperar su libertad la pasada semana, antes de tiempo. Como mínimo, y en función de los importantes daños provocados y dado su nulo arrepentimiento, Montes no debió haber sido liberada previo a cumplir la totalidad de su sentencia.
El pasado jueves, el Departamento de Estado anunció -menos de una semana después de su liberación- que retomaría un 'diálogo sobre aplicación de la ley' con La Habana, con el objetivo declarado de 'poner a criminales transnacionales a disposición de la justicia'.
Cuando sirvió como presidente del país, Donald Trump había puesto fin al 'diálogo' iniciado por Barack Obama en 2015. Durante los primeros tres años del diálogo inicial, ninguno de los terroristas ni fugitivos solicitados por la justicia estadounidense fueron entregados por La Habana.
La consigna 'diálogo en torno de la aplicación de la ley' es imprecisa. En Cuba, no existe el Estado de derecho. Lo que allí subsiste es una dictadura que se aferra a un aparato de seguridad represivo para mantenerse en el poder. No existe tal cosa como 'aplicación de la ley'.
Esto tornóse evidente en oportunidad de desarrollarse las manifestaciones ciudadanas el 11 de julio pasado, cuando la policía política apaleó y abrió fuego contra ciudadanos que se movilizaban pacíficamente -muchos recibieron impactos por la espalda. Testigos de nacionalidad cubana que documentaron ese comportamiento criminal terminaron siendo juzgados y sentenciados a veinte años de prisión.
¿Hacia qué escenario conducirá lo actuado por Biden? El 14 de octubre de 2016, la Administración Obama emitió una directiva presidencial al respecto de la 'Normalización de Vínculos entre Cuba y los Estados Unidos de América', texto que incluyó una instrucción ciertamente problemática.
La Oficina de la Dirección de Inteligencia Nacional (DNI) respaldará amplios esfuerxos de parte del gobierno de los Estados Unidos a criterio de normalizar las relaciones con Cuba, con todo elemento de la comunidad de inteligencia trabajando para detectar oportunidades útiles para un acercamiento en áreaas de interés común, a través de los cuales podremos intercambiar información relativa a amenazas recíprocas, con nuestras contrapartes cubanas.
Cuando se considera esta directiva presidencial desde el año 2016, no quedarán dudas de que la Administración Biden la ha utilizado para edulcorar su política hacia Cuba. Ignorando, fundamentalmente, la genuina naturaleza del régimen de La Habana, y el hecho de que no sólo amenaza a vidas y propiedades de los ciudadanos estadounidenses, sino que también amenaza al destino de la democracia en las Américas.
Artículo original, en inglés
El autor, John Suárez, es director ejecutivo del Centro para la Libertad de Cuba